La bendición que los mercados hicieron ayer ante el nombramiento de Miguel Ángel Pichetto como candidato a vicepresidente de Mauricio Macri no tiene secretos. Además de las cuestiones electorales (algo polémicas y difíciles de mensurar tan rápidamente) se cree que el dirigente peronista será la llave para que una eventual segunda gestión del actual oficialismo logre lo que hoy parece una quimera: Que el Congreso apruebe las reformas clave que el Fondo Monetario Internacional (FMI) reclamará para renegociar el stand by vigente.
Dicho de otro modo, los traders, con la velocidad del caso, analizaron rápidamente que la alternativa Pichetto servirá para que una segunda gestión de Macri modifique su muy mala relación actual con la oposición legislativa y consiga los próximos votos necesarios para que se logre un acuerdo político que haga avanzar una gestión que se anticipa complicada.
Pichetto tendría así para los analistas un rol clave: convencer al Senado (Cámara que conduciría si es electo vicepresidente) de votar al menos dos reformas innegociables para la próxima relación con el FMI: la laboral y la previsional. Es una certeza universal que tanto para el organismo financiero como para los operadores económicos y los candidatos presidenciales será necesario encarar una severa renegociación del stand by vigente. Sólo examinar los tiempos de repago del préstamo para los cuatro años de gestión que sucederán a la actual genera parálisis analítica. Y una primera conclusión: los vencimientos tal como están planteados son impagables. El FMI tiene así una oferta sobre la mesa: transformar el stand by negociado en septiembre del año pasado por un esquema de facilidades extendidas. Este tipo de acuerdo extiende los plazos de los cuatro años vigentes a 10 y reduce sustancialmente los intereses a menos de tres por ciento. Sin embargo, es inflexible en un punto: no tolera distorsiones macro y obliga a realizar reformas para conseguir un equilibrio fiscal primario sustentable en el tiempo. Y, en consecuencia, reclama reformas profundas en aquellos rubros donde se perciben problemas de base. Ya está hablado con el Gobierno de Mauricio Macri que un acuerdo de largo plazo necesita que el país solucione su crónico problema de déficit previsional y su falta de velocidad en la creación de empleo y de reducción del costo en el rubro trabajo. En consecuencia, si el próximo Gobierno avanzara en una renegociación con el FMI, sabe el macrismo que si hay una continuidad oficialista luego de octubre, se le pedirán sin vueltas ambas reformas. Y allí es donde Pichetto debería comenzar a actuar en su rol de negociador de acuerdos políticos fundamentales para que los votos legislativos estén presentes.
Los mercados habían comprado a Pichetto cuando el senador viajó recientemente a Nueva York a defender la política económica oficial, ratificar el acuerdo con el FMI y criticar la supuesta posición del kirchnerismo de renegar del puntual cumplimiento de los compromisos financieros (algo que luego el propio Alberto Fernández negó).
La visión es compartida por los analistas. Según Luis Secco, la reacción positiva de los mercados se debe a que la elección del justicialista “garantiza la gobernabilidad a futuro”, garantía que era “buscada por los mercados”. Se reconoce que Pichetto y su bloque en el Senado fueron garantía de gobernabilidad en los momentos difíciles y, según Secco, esto podría ayudar a que se lograran las condiciones “que pedirá el FMI para negociar un acuerdo de facilidades extendidas”.
Por su parte, Miguel Kiguel opinó que lo que sorprendió de la decisión “fue el pragmatismo” y la “ampliación de la coalición” con la que Mauricio Macri quiere encarar su próxima gestión, además de las posibilidades electorales que traerá “para un eventual balotaje”. Kiguel insistió en que esta segunda vuelta “es lo que están mirando los mercados”, y aventuró que Pichetto será además importante en un eventual segundo Gobierno de Macri por “su perfil de negociador para reformas estructurales”.
Fuente: Ámbito