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Confesó el parricida de la PlayStation

“He matado a papá, a mamá y a mi hermano con una escopeta”, dijo Santiago, el adolescente que disparó contra su familia después de que le prohibieran usar el wifi y la vídeoconsola: al padre lo remató de un tercer tiro después de que éste alcanzara a decirle “pero qué haces”. El menor, un adicto al juego on line de Fortnite, reaccionó luego que le notificaran que como castigo a la baja de notas en el colegio le iban a quitar el acceso a la consola de la PlayStatiom.

Santiago (su apellido no puede ser publicado por cuestiones legales) ya está entre rejas. En un centro de menores. “Santi” -como se lo conocía- tiene 15 años. Mató a su madre, a su hermano de 10 años y a su padre el pasado martes. En Elche, Alicante (España). El viernes fue detenido y confesó: “He matado al papá, a la mamá y a mi hermano con la escopeta”.

Los investigadores de este triple crimen están asombrados de la frialdad mostrada por el menor. De su falta de remordimientos. Apenas han trascendido datos de la investigación, pero lo que se conoce por ahora describe a un chico tímido, retraído en el colegio y, sin embargo, activo en redes y, sobre todo, apasionado -casi adicto- por un juego de la PlayStatiom: el Fortnite.

¿Qué desató la ira del menor? “He discutido por las notas”, relató en su confesión. El rendimiento escolar del parricida, por lo general un buen estudiante, había bajado en los últimos meses. Sus últimas calificaciones no habían sido buenas. Hasta sus amigos se habían preocupado y le habían preguntado si le pasaba algo. En casa se sucedieron las discusiones por las malas notas. La última, la tarde del martes 8 de febrero.

Santiago relató a la Policía que su madre, Encarnación, de 52 años, le dijo que era “un vago, que ya estaba bien”. Su confesión, dada a conocer por La Sexta, continuó: “Me iba a quitar la consola [la PlayStation]. Subí a mi habitación, me puse a pensar y agarré la escopeta”.

Santiago fue a buscar el arma a un cobertizo que hay junto a la vivienda -ubicada en una pedanía, La Algoda, de Elche, Alicante-, volvió a la casa y se acercó a la mamá. El relato ante la Policía es tan frío como preciso: “Disparé dos veces a mi madre cuando estaba en la cocina. Un tiro por la espalda y luego la rematé”.

Las detonaciones alertaron a su hermano, Gonzalo, de 10 años, que emprendió la huida. “Mi hermano intentó escapar, pero salí detrás de él y lo cacé antes”. Lo mató de un disparo.

Entonces, Santiago decidió esperar “cuatro o cinco horas” a su padre, Jaime, de 50 años, que estaba trabajando en el campo. ”Esperé a mi padre cuatro o cinco horas y le disparé al llegar”. Fuentes próximas a la investigación han precisado que el hombre alcanzó a decirle a su hijo: “Pero qué haces”. Santi lo remató de un tiro en la cabeza.

Siete disparos

Los vecinos no oyeron nada. Las casas de esas zonas están muy alejadas entre sí. Los vecinos especulan. Hay quienes dicen -según publica el diario El Comercio- que el adolescente sólo disparó al padre, que a su madre y a su hermano los mató a cuchilladas. Pero los investigaciones policiales lo tienen claro: disparó siete veces. No hay duda. Concuerdan los hechos y el relato del propio Santiago.

Tras el crimen, el joven trasladó los cadáveres de su familia a un cobertizo y estuvo tres días conviviendo con ellos. Hasta el viernes pasado, cuando su tía se presentó en casa porque no sabía nada de sus familiares. Cuando le preguntó por ellos, el chico respondió de forma directa que los había matado.

La tía -en un primer momento trascendió que había sido una vecina- llamó a la Policía Municipal. Y estos, a la Unidad de Delincuencia Económica y Violenta de la Policía Nacional en Elche, que lleva el caso.

Santiago fue detenido y trasladado a Comisaría. En el primer interrogatorio confesó. Pasó la noche en un calabozo habilitado para menores de edad. El domingo fue puesto a disposición judicial. El juez lo ha enviado a un centro de menores, donde se ha decretado régimen cerrado. No puede salir del centro.

La Ley impide que el adolescente. Puede ser imputado porque tiene más de 14 años, pero ir a prisión, porque tiene menos de 18. En función de la pena, del centro de menores en el que ha sido recluido podrá pasar a la cárcel cuando llegue a la mayoría de edad.

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