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Europa, productor de contaminantes

El 75 por ciento del volumen de los compuestos que se producen en el continente puede ser perjudicial. Bruselas prohibirá miles de ellos, asociados a enfermedades o daños ambientales.

Tres cuartos de las sustancias químicas fabricadas en Europa son peligrosas para la salud Si nos hicieran un análisis de sangre u orina, prácticamente todos presentaríamos niveles detectables de alguna sustancia química potencialmente perjudicial. Se estima que hay miles de compuestos y productos químicos, algunos conocidos y otros aún sin detectar, que están asociados a problemas de salud o daños ambientales, y que a menudo forman parte de nuestra vida cotidiana.

La Comisión Europea acaba de publicar un nuevo listado con todas estas sustancias, con el objetivo de que se vayan añadiendo otras nuevas e inspirar la nueva normativa que se pondrá en marcha en los próximos años. Según la industria química, que se verá obligada a adoptar importantes cambios, podría verse afectadas hasta 12.000 sustancias, presentes en el 74 por ciento de los productos de consumo o profesionales.

"Estamos expuestos a muchas sustancias diariamente -las que están en perfumes, en cosméticos...- a las que, lógicamente, se tendrán que buscar alternativas. O el consumidor tendrá que asumir que durarán menos de la cuenta, porque son conservantes, antibacterianos... Pero lo importante para la salud pública es que no tengan efectos contraproducentes, este es el objetivo", explica Maribel Casas, investigadora de ISGlobal y autora de varios estudios sobre estas sustancias.

Por volumen, y según datos de la Comisión Europea, en torno a tres cuartos del total de sustancias químicas que se producen en Europa pertenecen a la categoría de peligrosas. Un porcentaje muy elevado que se ha reducido levemente durante los últimos años: "Desde un 78 por ciento en 2004, la proporción de todas las sustancias químicas peligrosas para la salud descendió a su valor mínimo del 74 por ciento en 2018", expone un documento del Eurostat.

"El consumo de sustancias químicas peligrosas para la salud en la UE fue de 230 millones de toneladas en 2020", continúa el informe. La nueva lista no habla de ningún producto concreto que sea perjudicial en sí mismo. El problema es que, de forma acumulada, y en pequeñas dosis, estamos continuamente expuestos a estas sustancias.

Por tanto, librarse de todas ellas conllevará un importante cambio en los estándares de fabricación, que afectaría a gran parte de los productos que consumimos habitualmente, desde los cosméticos hasta los pañales, pasando por muchos envoltorios de plástico o cartón para la comida, el revestimiento de los sofás o los productos de limpieza e higiene personal. Es decir, la nueva normativa revolucionará la producción de sustancias químicas que acompañan a toda clase de productos y con las que no podemos evitar encontrarnos.

Cuando se lleve a cabo, no habrá que esperar años o décadas para poder retirar una sustancia del mercado, sino que la propia industria deberá demostrar que una sustancia es segura. La regulación Reach, implementada en 2006 y que será revisada en 2027, "sitúa la responsabilidad en la industria para que gestione los riesgos de sustancias químicas y proporcione información de seguridad sobre las mismas". El nuevo listado de sustancias peligrosas, que se prevé en continuo crecimiento, llevará a la práctica ese principio, que la UE resume así: "No hay datos, no hay mercado".

Entre los grupos de sustancias que podrían restringirse en los próximos años se encuentran los perfluorados, bisfenoles, parabenos, hidrocarburos aromáticos policíclicos... "Nosotros hacemos estudios en mujeres embarazadas y niños y, en muchos de ellos, detectamos sustancias de estas en orina o en sangre. El bisfenol A, por ejemplo, o los ftalatos, que se encuentran en plásticos, o los perfluorados, están en casi todos nosotros. Esto es un dato importante: todos tenemos concentraciones detectables en sangre u orina", detalla Casas, quien valora: "Es una legislación buena. ¿Que tendría que haber salido hace años? Sí. Pero bueno, lo importante es que ha salido".

Matiza, sin embargo, que aún queda por ver cómo se concreta, y recuerda que cada Estado se deberá comprometer. En cualquier caso, uno de los elementos de la nueva propuesta es que, una vez que se haya determinado que un grupo de sustancias es peligroso, no habrá que detenerse en cada uno de los compuestos concretos de un mismo grupo: "Lo importante de esta regulación es que no sólo incluye el bisfenol A, por ejemplo, sino también las sustancias que se parecen, los sustitutos del bisfenol A como el bisfenol S o F", aclara la investigadora.

El bisfenol A se ha vinculado a problemas como la obesidad, efectos en la salud respiratoria o el neurodesarrollo y varios tipos de cáncer hormonales, entre otros. Es una de las sustancias catalogadas como disruptores endocrinos, que tienen capacidad de alterar las hormonas de nuestro cuerpo. Los retardantes de llama bromados, que también aparecen en la lista, se han relacionado con varios tipos de cáncer.

"Si a la industria le prohíben hacer bisfenol A, puede hacer un producto que se parezca mucho, que tenga la misma utilidad, las mismas propiedades, y que no sea el bisfenol A. Pero, al final, la estructura molecular es la misma, los efectos potenciales tóxicos son los mismos. Por tanto, no tiene sentido hacer una regulación que sólo vaya dirigida a un compuesto, y lo bueno de esta es que incluye grupos de sustancias, que es lo que nosotros estábamos reclamando hace mucho tiempo", celebra Casas.

También se restringirán los compuestos perfluorados (PFC), con gran capacidad de permanecer en el ambiente, y se prohibirá el policloruro de vinilo (PVC), "el plástico menos reciclable, con gran cantidad de aditivos tóxicos", señala la Oficina Europea del Medio Ambiente (EEB), que reúne a 170 organizaciones civiles y ha celebrado el nuevo listado de la UE como "la gran desintoxicación". Por su parte, el Consejo de la Industria Química Europea (Cefic) considera que la legislación situará al sector ante una "encrucijada" y harán falta "inversiones masivas para cumplir los objetivos del Green Deal".

"No es que vaya en contra de la industria. La cuestión es: ¿cómo se pueden sacar al mercado sustancias que o no han pasado ciertos tests, o no se sabe aún si pueden ser perjudiciales? Aunque haya sólo un estudio pequeño que diga que esta sustancia puede tener algún efecto en salud, ya no se tendría que sacar", concluye Casas.

Fuente: El Mundo (España)

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