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África oriental articula acciones contra tráfico de especies

Durante muchos años, los países de África oriental fueron considerados puntos calientes del tráfico de vida silvestre. Ahora, las organizaciones conservacionistas han empezado a movilizar a todas las partes involucradas para combatir ese comercio ilegal que tiene como objetivo animales que están al borde de la extinción.

«Se ha avanzado un poco en la lucha contra el comercio ilícito de fauna y flora silvestres y sus productos, pero los gobiernos de la región aún se enfrentan a graves desafíos por el hecho de que en su mayoría se centran en una sola especie en sus esfuerzos de conservación», dijo a IPS el asesor climático Andrew McVey, del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) de la región

Según los expertos, los países se comprometen a cooperar y colaborar para combatir la caza furtiva y el tráfico ilegal de especies silvestres en los ecosistemas compartidos.

Pero pese a este esfuerzo, las redes criminales organizadas siguen sacando provecho de la caza furtiva de elefantes, el tráfico de marfil ha alcanzado volúmenes sin precedentes y los sindicatos operan con impunidad y poco temor a ser enjuiciados.

Los delegados del primer Congreso de Áreas Protegidas de África (Apac, en inglés) señalaron que la falta de sanciones y penas estrictas para las actividades ilegales y los escasos desincentivos para evitar la caza furtiva, el comercio ilícito repercutieron en los esfuerzos por combatir el tráfico de especies silvestres en toda la región.

La reunión, que se inauguró el lunes 18 en esta capital de Uganda y se clausurará el sábado 23, fue organizada por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (Uicn).

Fidele Ruzigandekwe, secretario ejecutivo adjunto de programas de la Colaboración Transfronteriza del Gran Virunga (Gvtc, en inglés), con sede en Kigali, dijo a IPS que el intercambio de información, la capacitación de las comunidades y la aplicación de las leyes y el sistema judicial eran algunos de los factores cruciales necesarios para frenar el comercio ilegal de especies silvestres.

La Gvtc es una organización no gubernamental (ONG) enfocada en la conservación que trabaja en el paisaje del Gran Virunga, en la región transfronteriza entre Ruanda, Uganda y la República Democrática del Congo (RDC).

«También es necesario apoyarse en la tecnología, como los dispositivos de vigilancia de alta tecnología, para combatir a los cazadores furtivos y a los traficantes de especies silvestres», añadió Ruzigandekwe.

Los colmillos de elefante tienen un gran valor en Extremo Oriente, sobre todo en China, Vietnam, Filipinas y Malasia, donde muchos los utilizan con fines ornamentales y religiosos.

Tanto los científicos como los activistas creen que, a pesar de la movilización actual, la demanda sigue aumentando, ya que los sindicatos transnacionales que se dedican a los delitos contra la fauna silvestre aprovechan las nuevas tecnologías y las redes para escapar de las detenciones, los enjuiciamientos o las condenas

Los expertos se congratulan de que los países hayan hecho algunos progresos en la cooperación para luchar contra el tráfico transfronterizo de especies silvestres, pero también destacan que las estimaciones de Traffic, que monitorea el delito, indican que cada día se cazan furtivamente unos 55 elefantes africanos.

La Organización Internacional de Policía Criminal (Interpol) ha identificado a África oriental como una de las regiones prioritarias para mejorar las respuestas de las fuerzas del orden al tráfico de marfil.

Los informes de Interpol indican que los funcionarios encargados de la aplicación de la ley descubrieron recientemente un cargamento ilegal de marfil en el interior de contenedores de transporte, procedente principalmente de Tanzania. Iba a ser transportado a los centros de tránsito marítimo de Asia.

Tanto los científicos como los responsables de la toma de decisiones coincidieron en la necesidad de movilizar más fondos para apoyar las medidas de lucha contra el tráfico de marfil.

«La duplicación de los esfuerzos de conservación y la inadecuada colaboración entre los países ha sido uno de los mayores desafíos para la implementación», dijo a IPS el funcionario Simon Kiarie, oficial principal de Turismo de la Secretaría de la Comunidad de África Oriental (CAO).

Para hacer frente a estos desafíos, los países miembros de la CAO -entre ellos Kenia, Tanzania, Uganda, Burundi, Sudán del Sur y Ruanda- han desarrollado conjuntamente una Estrategia Regional para Combatir la Caza Furtiva y el Comercio y Tráfico Ilegal de Fauna y Productos Silvestres que se está aplicando a nivel regional y nacional.

La estrategia gira en torno a seis pilares fundamentales, como el fortalecimiento del marco político, la mejora de la capacidad de aplicación de la ley, la investigación y el desarrollo, la participación de las comunidades locales y el apoyo a la colaboración regional e internacional.

Durante una sesión al margen del congreso, muchos delegados expresaron su firme opinión de que cuando la población de elefantes se ve amenazada por la caza furtiva, las comunidades locales también sufren.

«A través del comercio ilegal de vida silvestre, las comunidades locales pierden recursos social y económicamente importantes…, los beneficios del comercio ilegal de vida silvestre no se reparten entre las comunidades», dijo a IPS la analista en conservación Telesphore Ngoga, de la Junta de Desarrollo de Ruanda (RDB, en inglés), un organismo gubernamental que promueve la protección de la biodiversidad.

El gobierno ruandés introdujo en 2005 un programa de reparto de los ingresos del turismo para compartir un porcentaje (actualmente fijado en 10 por ciento) del total de los ingresos de los parques turísticos con las comunidades que viven en sus alrededores.

El principal objetivo de esta iniciativa comunitaria es fomentar la conservación del medio ambiente y de la fauna y flora silvestres y retribuir a las comunidades que viven cerca de los parques, que se ven afectadas social y económicamente por la fauna y flora silvestres y otras actividades turísticas.

Manasseh Karambizi, un antiguo cazador furtivo de elefantes de Kayonza, un distrito del este de Ruanda, que se convirtió en guardabosques, dijo a IPS que, tras ser sensibilizado sobre los peligros de la caza de animales salvajes, ahora es consciente de los beneficios de su conservación.

«Gracias a los ingresos generados por las actividades turísticas del parque nacional vecino, las comunidades se están beneficiando mucho. Ahora puedo alimentar a mi familia y mis hijos van a la escuela», afirmó este padre de cinco hijos de 46 años.

Fuente: Agencia IPS

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