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La tragedia detrás de la foto del padre e hija ahogados en la frontera con EE.UU.

¿Cuál es el camino que conduce trágicamente a un padre y a su hija de dos años, a la que carga en la espalda arropada bajo su remera, a morir ahogados y tirados en la costa embarrada de un río? ¿Cuál es la vida que venía antes de esa imagen, ahora globalizada? ¿Qué fue lo pasó para llegar hasta ahí? La vida antes de ese final arranca en una casa color verde agua en un barrio de El Salvador. [{adj:49944 alignright}]

La terrible foto tomada por la prensa de un papá y su beba a la vera del Río Grande es el final más terrible de una historia que arranca en el El Salvador, en un casita color verde agua.

Ahí vive Óscar Alberto Martínez Ramírez. Tiene 25 años. Vive en esa casa humilde en San Salvador con las paredes de ladrillos pintadas de un "verde mar" y las ventanas, con rejas. Con Óscar también viven su madre, su esposa Tania y su hija, Angie Valeria, de 23 meses.

La vida transcurre en un barrio de clase trabajadora de 40.000 habitantes.

Martínez trabaja en una pizzería. Su esposa es cajera en un local de comida rápida. Pero hay un problema: las pandillas.

Todo el barrio sufre la pesadilla de la violencia de la pandillas. Los Ramírez, sin embargo, nunca tuvieron problemas con los pandilleros, pero la amenaza pesa y el dinero no alcanza.

La casa de ladrillos verde mar les queda chica. De dos ambientes, el más grande es para la pareja, que sueña con un techo propio. Y ese sueño los lleva a partir, sin saberlo, a una trampa mortal.

La partida

En abril se van con la brújula apuntando al norte, a la "tierra prometida" de Estados Unidos.

"Le dije: 'hijo no vayas. Pero si te vas, dejame a la nena", cuenta ahora su mamá, , Rosa Ramírez.

"No mamá. ¿Cómo te la voy a dejar?", le contestó.

"Yo lloré bastante cuando nos despedimos. Yo sentía en mi corazón que era la última vez que lo abrazaba. Le dije que lo amaba mucho, que se cuidara. Igual, él me dijo que me amaba y que, primero Dios, él iba a pasar y que él quería ayudarnos a nosotros también, a la familia", contó Rosa a la BBC.

El fin de semana del 22 de junio, la familia apareció en la frontera que separa a Estados Unidos de México.

Los tres llegaron a Matamoros, con el miedo instalado en la cara. Fueron al puente en el centro de la ciudad que lleva a Brownsville, Texas. Pero no pudieron ingresar sus nombres en la lista de migrantes que buscan asilo en Estados Unidos. Era fin de semana. Y recién podrían intentarlo el lunes.

"Me di cuenta que estaban realmente nerviosos Tenían pánico", recuerda otra migrante centroamericana, Xiomara Mejía, que se los cruzó.

"Me preguntaron si había tratado de cruzar el río. Les dijimos que no, sobre todo por los chicos. No sé nadar y mis hijos, sí,  pero de todas formas no me voy a arriesgar", cuenta Mejía.

Los salvadoreños se despidieron y dijeron que volverían el lunes para anotarse en la lista.

"No pensé que iban a decidir cruzar el río", cuenta ahora Mejía. Si tan solo hubiesen esperado... el miércoles solo había dos familias en la fila para anotarse en la lista.

Pero Oscar y su familia no estaban dispuestos a esperar. El domingo emprendieron el cruce hacia la foto final.

Primero cruzaron un sendero de bicicletas y caminaron cuesta abajo a través de la maleza hacia la costa del Río Grande. Río arriba, la gente jugaba al fútbol y hasta había una clase de yoga al aire libre.

En esa zona el río no parece ancho, tal vez unos 20 o 30 metros, sin embargo la vegetación que flota en las agua marrones pasa rápidamente arrastrada por la corriente.

Martínez cargó a su beba en la espalda y se internó en el agua hacia la orilla del río Grande en Texas.

Cruzaron, dejó a la nena en la orilla y comenzó el trayecto de regreso para ayudar a su esposa. Cuando, la beba lo vio alejarse, se lanzó al agua también, divertida. Aquello no era más que un juego. Martínez volvió para sujetarla, pero la corriente los arrastró a los dos. Sus cuerpos fueron hallados el lunes, boca abajo. Murieron abrazados.

La nena iba metida en la camiseta de Martínez, y cuando la hallaron todavía abrazaba a su papá por el cuello.

"Es duro, es algo impactante, esa imagen que se ve, él siempre la protegió", dice la mamá de Martínez en su casa en El Salvador. "Pero al mismo tiempo me da ternura, son tantas cosas que siento porque él en ningún momento la soltó, se ve que cómo la protegió, murieron abrazados".

Tania Vanessa Ávalos, de 21 años, se salvó.

Enrique Maciel, delegado regional del Instituto Tamaulipeco para los Migrantes, dijo que Ávalos no hablará con la prensa. Reconoció los cuerpos. Y las autoridades los entregó a una funeraria. Ahora ella va a volver por avión a El Salvador.

"Ella está afligida. Está sufriendo. Es un sueño que ellos tenían de salir adelante como familia los tres y regresa sola con los cuerpos de su familia, adolorida".

Fuente: AP.

El Salvador estados unidos frontera migrantes

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