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Bebés muertos en hospital: Sospechan de “cuarto pinchazo” en la vacunación

En la unidad del hospital Materno Neonatal de Córdoba, donde se atienden partos de mamás sanas, controladas durante todo el embarazo, murieron -de manera inexplicable- bebés saludables, nacidos a término, con todos los parámetros normales.

El primer caso que las autoridades del nosocomio -hoy apartadas- informan al Ministerio de Salud provincial data del 18 de marzo. Les llamó la atención, pero es algo que puede suceder. Era el bebé de Vanesa Cáceres, una mamá que llegó a una cesárea programada y dio a luz a un bebé sano. Todo iba bien, hasta que a la hora y media se descompensó. Le informaron que tuvo tres paros cardíacos y que por eso murió, pero no le supieron explicar por qué, dado que las ecografías no indicaban anomalías congénitas.

El segundo ocurrió el 23 de abril. Ante esto, la dirección del Neonatal fue hasta el Ministerio de Salud y pidió cambiar la marca de la vitamina K. Salud concentra las compras para todas las maternidades de la Provincia. Como excepción, le permitieron al hospital que de manera directa comprara otra marca. Salud empezó a rastrear si en otros centros de salud sucedía algo con la vitamina K. Todo era normal.

Con la tercera muerte, el 23 de mayo, el Ministerio de Salud toma intervención directa en el caso. Hasta ahí, las tres familias habían desistido de realizarles autopsia a sus bebés recién nacidos. Es tan profundo el dolor, está tan vulnerable y vacía la mamá que acaba de parir, que no se actuó. Hoy, de manera extraoficial, reconocen que debieran haber activado los mecanismos para que se realizara una autopsia.

Indagaron al personal de limpieza, revisaron exhaustivamente cada tacho de basura buscando ampollas vacías. Hubo limpieza profunda de todo, pero no se encontró nada.

El 6 de junio nacen tres niñas. María Martín da a luz a Pilar; B., de 17 años, tiene a Melody y Yoselín Rojas a Angeline. Melody nace a las 4.25 y hasta pasado al mediodía está en brazos de su mamá, que reporta que a eso de las 14 la nota fría, sin ganas de comer. Se la llevan a cuidados intensivos y hacia medianoche fallece. La mamá dice que a las 4 de la madrugada recién le informaron de la muerte de su beba, aunque la autopsia dice 22.30.

Angeline nace a las 10.44 de la mañana de ese lunes 6, con 3,6 kilos de peso. Su mamá cuenta que estaba normal, dándole el pecho, hasta que una enfermera se la llevó. A los 20 minutos, una médica les informa que había tenido un paro cardiorrespiratorio, a las 13 les informan que estaba grave y para cuando logran verla, ya había muerto. Hoy cuenta que escuchó gritos en otra habitación: ahora conecta, era la mamá de Melody.

En estos dos casos, el hospital -por indicación de Salud- hace la denuncia, de modo de dar intervención a la Justicia, que ordena la autopsia de los bebés.

La tercera beba es Pilar, hija de María, que la tuvo amamantando hasta las 11 de la noche. De repente se la llevan, le dicen que se descompensó, pero que la habían estabilizado. Pasan la beba a cuidados intensivos, le advierten un hematoma en el omóplato y le preguntan a la madre si se le había caído. La beba sobrevivió, aunque tiene que hacer tratamiento por el hematoma que se le formó en la espaldita.

Sospechan de “cuarto pinchazo” en la vacunación
El recién nacido recibe tres inyecciones: BCG, hepatitis y vitamina K. Ya para entonces no había dudas: un cuarto pinchazo estaba causando las muertes y quien lo hacía estaba altamente capacitada. La presunción es que se trata de una enfermera que participaba del parto (sala en la que no hay cámaras) y de la asistencia inmediata posterior, cuando se lo asea, pesa, cambia y se le hace el test de Apgar. Ahí sí hay cámaras, sobre todo para evitar el robo o intercambio de niños.

En las últimas semanas, la dirección del hospital había solicitado al profesional a cargo del parto que estuviera siempre, que jamás le quitara la vista al bebé. Pero alguien con pericia, encargado de colocar tres inyecciones, bien podría poner una cuarta sin que un tercero lo advierta.

Conclusiones
Salud tiene hasta ahora sólo dos autopsias, las de Melody y Angeline. La conclusión es que fueron “muertes blancas”: todos los valores dieron estables, pero por alguna razón, el corazón entró en arritmia y luego, paró. Es la muerte súbita, conocida como “muerte de la cuna”. Salud envía a un reconocido laboratorio de La Plata los líquidos biológicos para un estudio específico y no se encuentra nada extraordinariamente anormal.

Hasta el momento, son cinco las muertes sospechosas informadas por el Ministerio de Salud y ocho bebés que pudieron sobrevivir. Al igual que Pilar, todos presentan escoraciones, hematomas de grandes dimensiones, lesiones y marcas muy evidentes. “Los que sobrevivieron fue porque alguien los estaba viendo, por eso los salvaron”, indicó una fuente que investiga el caso. Uno de los bebés salvados habría quedado con diálisis de por vida.

El fiscal Raúl Garzón, a cargo ahora de la causa unificada, pidió información de todos los fallecidos en el período, aun de aquellos que presentaban patologías graves y que nacen en otra unidad.

Fuentes oficiales a las que tuvo acceso a este diario reconocieron que no hay un patrón común en todos los casos: los dos fallecidos de los que se tiene autopsia y los ocho que sobrevivieron.

El potasio era alto, pero no de una forma excluyente ni en todos los casos. Se sospecha de la insulina, alguna otra sustancia aún no determinada o una mezcla de dos o más. Surge entonces una presunción: quien los inyectaba, estaba muy capacitada.

Lo que sí se repite en todos los casos es el cuarto pinchazo. “No sabemos si lo hacía con la ropita del bebé puesta o no. Lo que sí sabemos es que los colocaba en zonas donde no se viera, como espalda, muslos y glúteos”, informó esa fuente a diario La Voz de Córdoba. El potasio quema y su colocación se debe hacer por vía central, no periférica. No se utiliza en bebés sanos, pero en sí en UTI, porque compensa acidosis, taquicardia o bradicardia extrema.

Sobre la enfermera sospechada
Hace dos meses, el Ministerio de Salud envió al abogado Alejandro Escudero Salama –subdirector de Gestión y Coordinación de Políticas de Acceso e Igualdad en Salud– a indagar lo que estaba pasando. Ahí es cuando cesaron los casos, porque este virtual interventor empezó a indagar. A unos 40 empleados que quedaron bajo el radar –enfermeras y enfermeros, obstetras y demás–, primero se les asignaron las vacaciones adeudadas y luego las de 2022. Cuando se agotaron las vacaciones, a 23 decidieron darles dispensa: es decir, pagarles el salario habitual (aun con guardias) pero no pueden ir a trabajar. Tienen que estar en disponibilidad permanente, es decir, presentarse cuando el hospital los notifique. Efectivamente, fueron convocados para tomarles declaración testimonial. Ese proceso empezó la semana que acaba de terminar. Ya declararon siete: cuatro enfermeras y tres enfermeros. Falta una tanda de enfermeros y los médicos.

Salud tiene identificada a la enfermera sospechosa. Está entre las que declararon. Goza de buenos antecedentes, excelente currículum. Es tan competente que los investigadores creen que es la única capaz de colocar la triste y letal cuarta inyección. La profesional ingresó al Neonatal el 1° de diciembre del 2020.

Ahora todo pasó a estar en revisión: desde ese mes hasta marzo de 2022. “Fuimos hacia atrás y esta persona ya estaba en esa unidad, pero en principio no hay muertes sospechosas”, indicó una fuente que participa de la investigación. Pero puede pasar que aparezcan casos: mamás que perdieron a sus bebés y que, a la luz de los hechos, no estén conformes con la explicación que recibieron en su momento.
Fuente: La Voz

córdoba

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