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El tráfico de fauna en las redes sociales en Córdoba

El comercio ilegal de especies está a un “click” de distancia para toda persona con una cuenta en redes sociales. Las facetas del problema y qué se está haciendo para resolverlo.

“Encontrá el regalo para papá”, lee un posteo de junio de 2021 en un grupo privado de Facebook que se especializa en la compra y venta de pájaros y animales exóticos en Córdoba. En la imagen, una foto de un pájaro de colores: el “regalo”.

El tráfico de fauna silvestre por internet no es algo lejano a Córdoba, ni perteneciente a la “Deep Web”. En las mismas plataformas que millones de personas navegan de forma diaria, existen páginas que venden animales, actividad prohibida en la provincia.

En grupos privados de Facebook, La Voz encontró 23 publicaciones durante junio y julio de 2021 en donde se vendía fauna silvestre que, en lo mínimo, eran irregulares, y en lo máximo, ilegales.

Siete grupos de Córdoba, con nombres como “Truques...” o “Pájaros Córdoba Capital” publicitaban como “disponibles” ejemplares silvestres con fotografías de animales en cajas y jaulas, y luego cerraban la venta por canales más privados como Messenger o WhatsApp.

Los miembros de estos grupos, entre 1.000 y 5.000, publicaban de forma diaria la compraventa de todo tipo de especies: reptiles, tortugas, coipos o carpinchos, erizos, y cientos de pájaros.

En Córdoba está totalmente prohibida la venta de animales pertenecientes a la fauna silvestre, con excepción de un listado de 21 especies de pájaros que son exóticas en la provincia. Esto se determinó en el Decreto provincial 1751/11 -que regula la ley de fauna N° 7343- y establece que para su comercialización requieren un certificado de origen (Coit) que dé cuenta que estas nacieron en criaderos habilitados.

Por lo tanto, la venta, transporte, tenencia y el mascotismo están completamente prohibidos para toda especie silvestre de mamíferos, reptiles, aves, anfibios y arácnidos.

Laura Garutti, bióloga que trabaja en la Policía Ambiental, organismo del Ejecutivo provincial, explicó que esta protección incluye también a los animales que no lo están en su lugar de origen.

El tráfico pasó de la venta precaria en rutas a métodos más sofisticados. Rafael Consigli, exdirector de la Patrulla Ambiental, una de las unidades especiales de la Policía, sostuvo que el comercio ilegal por redes sociales es complicado de perseguir y juzgar, por lo que muchas veces, las denuncias que se realizan terminan en la nada. Es así que la mayoría de estos trabajos quedaban en su momento en manos de los agentes que investigaban por su propia cuenta.

A nivel mundial existe la Coalición para Poner Fin al Tráfico de Vida Silvestre en Línea, una asociación de empresas con las ongs WWF (el Fondo Mundial por la Naturaleza) y Traffic, que luchan por acabar con el tráfico de fauna online. En esta línea, uno los primeros pasos de Facebook fue prohibir la compraventa de todo tipo de animales, incluyendo los que no están protegidos y hasta domésticos, como perros y gatos. En sus políticas de comercio y sus normas comunitarias se detalla que todo contenido sobre especies de flora y fauna en peligro de extinción están prohibidos.

Del otro lado del problema, las redes sociales, como Facebook, se dieron cuenta de la magnitud del tráfico en sus plataformas y algunas decidieron tomar cartas en el asunto.

Un negocio lucrativo

Los vendedores en los grupos privados de Facebook, donde no siempre se controla el contenido al menos que se denuncie, aprovechaban estas plataformas para mostrar la “mercadería”. Pero en los casos que se consultó de forma anónima a estas personas, siempre había más animales por detrás.

Gran parte de las publicaciones ofrecían animales autóctonos, algunos amenazados: tortugas terrestres (a 2.500 pesos), cardenales amarillos y rojos, reinas moras, loros habladores y coipos.

Uno de esos casos fue el de M.P., una vendedora que publicó en un grupo de Córdoba que vendía erizos - a 6.500 pesos cada uno-, pero cuando La Voz se puso en contacto con ella, también ofreció coipos (conocidos también como falsas nutrias), animal autóctono de Córdoba (por caso de la laguna Mar Chiquita) y de otras partes del país.

Al preguntarle sobre el origen de los mismos, atinó a responder que eran de “Mar Chiquita, de un criadero”, pero manifestó no tener ningún certificado de origen.

“¿Sos de fauna? Jajaaja por las preguntas que me hacés te pregunto”, advirtió ante las interpelaciones.

Laura Garutti confirmó la existencia de criaderos de coipos, pero sostuvo que estos son para la producción de carne, y que no tienen habilitada la venta del animal como
mascota ya que en Córdoba se encuentra prohibido.

Más de 100 especies de aves, 20 de reptiles y 15 mamíferos autóctonos de nuestro país están amenazadas por el tráfico. El Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales de la Nación escribió en su página web que estos animales capturados son luego trasladados a las grandes ciudades, donde hay mayor demanda de mascotismo. Córdoba es en este sentido, un “punto caliente” por su ubicación geográfica.

“En Córdoba hay mucho tráfico porque Córdoba está ubicada en el centro del país; es el paso obligado entre las provincias del norte, con su gran cantidad de biodiversidad, y los puertos del Río de la Plata”, sostuvo Garutti.

La Policía Ambiental de Córdoba recupera entre 1200 y 1500 animales al año, de los cuales, 9 de cada 10 son pájaros. Además, este órgano registra que el 50 por ciento de los animales no sobrevive la primera semana después del rescate.

Los números son aún más alarmantes considerando que en el proceso de transporte y venta muere hasta el 80 por ciento de los animales traficados. Por lo tanto, tan sólo dos de cada 10 ejemplares capturados llegan a manos de los compradores, sostienen por separado el Instituto Jane Godall y el Ministerio de Ambiente de la Nación.

Aun así, el comercio de especies silvestres es el cuarto negocio ilegal más lucrativo del mundo, por detrás del narcotráfico, el tráfico de armas y la trata de personas. Según Interpol, se calcula que mueve hasta 20 mil millones de dólares anuales.

Lo lucrativo del negocio se vislumbra en los usuarios de Facebook que vuelven la venta de fauna su fuente de ingresos.
F. C. ofrece de todo a través de su usuario personal de esa red social y por grupos privados. Con presencia en las sierras de Córdoba, el vendedor publica seguido sus productos: mamíferos, aves y hasta serpientes y caimanes.

“Hola buenas tardes, tengo pájaros: Semilleros de San luis, cardenales copete rojos, cardenales azules o imperiales, cardenillas, mixto jilgueros, corbatitas, rey del bosque, erizos, rabadillas ancestrales, conejos, patitos. Tortugas me llegan la otra semana igual que las reinas moras, de Santiago. Coipos marrones blancos y dorados”, escribió F. por Messenger cuando La Voz se contactó con él.

“También tengo un halconcito a 2.500 pesos?, escribió el “comerciante”, quien recientemente sumó a sus servicios la cadetería y Mercado Pago, después de cumplir un año de ventas.

Dispares y desactualizadas

A nivel nacional, se protege a las especies silvestres bajo la ley 22.421 de Conservación de la Fauna Silvestre, que las declara de interés público. Esta tiene como base la Convención Sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (Cites), que Argentina ratificó hace más de dos décadas.

La legislación establece penas de entre un mes a un año a la caza furtiva y el transporte, almacenaje, y la compraventa de animales y productos o subproductos de fauna silvestre. Pero, como es una legislación enfocada en el manejo de los recursos naturales, la 22.421 no tiene aplicación en todo el país: tan solo Chaco, Córdoba, Formosa y Mendoza adhirieron.

La potestad de las provincias de disponer de sus propios recursos naturales trae consigo una desigual protección de la fauna silvestre en el país. “No hay uniformidad en las legislaciones. Por ejemplo, en Córdoba, el puma está protegido pero en La Pampa no”, sostuvo Alejandro Profili, secretario de la reserva natural Pumakawa.

El conflicto entre regulaciones y la falta de sistematización nacional se acentúa con la venta interprovincial y la tenencia. “Lo que pasa es que en Buenos Aires si se puede tener muchos de estos animales. Entonces una persona que compró un lorito hablador legalmente en un criadero de esa ciudad, allá lo pudo tener durante muchos años, se vino a vivir acá a Córdoba, y lo trajo al lorito porque es parte de la familia, y acá se lo sacan. Falta un acuerdo a nivel Argentina para el mascotismo de fauna silvestre”, sostuvo Constanza García Capocasa, bióloga becaria del Conicet y especialista en tráfico.

A la disparidad de legislación se le suma otros dos problemas: el hecho de que la normativa nacional está desactualizada -fue promulgada en 1981- y la falta de interés por regular con mayores esfuerzos.

Laura Garutti, de la Policía Ambiental sostuvo: “Hay que pensar en legislar nuevas herramientas técnico-legales, porque cuando se sancionó la ley 22.421, el espíritu era regular las actividades de uso de la fauna, pero no estaba enfocada bajo paradigmas de conservación. Mientras cambian los paradigmas naturales, el humano se vincula con la naturaleza de formas diferentes, por lo que es indispensable actualizar las leyes a la luz de este cambio social”.

Los delitos ambientales que sanciona la normativa nacional no contemplan ni la tentativa ni los actos preparatorios: esto significa que, aunque una persona publique una foto de un animal junto a un precio, esto no implica que esté incurriendo en tráfico.

El proceso del rescate de animales

La Policía Ambiental, a través de operativos en conjunto con la Patrulla Ambiental, Gendarmería, Policía Caminera y las patrullas rurales, secuestra los animales que provienen del tráfico o el mascotismo, y luego decide el traslado a qué centro de rescate, donde normalmente quedan en zoológicos y reservas.

Durante años, estas instituciones actuaron como centros de rescate para los animales recuperados, pero sin tener una recompensa ni económica ni impositiva; fue recién en junio de 2021 que la Secretaría de Ambiente de Córdoba les reconoció este rol.

En los centros, los animales deben pasar por un proceso de control de su estado físico, y durante una semana están en cuarentena para evitar que se contagien enfermedades entre ellos. Garutti explicó que, “del total de los animales que rescatamos, el 50 por ciento no sobrevive la primera semana”.

Los animales exóticos a Córdoba o los que llegan lastimados generalmente se quedan en los centros de rescate. Para ser liberado, un animal no solo debe estar en un buen estado de salud, sino también comportamentalmente. La bióloga continuó: “Del 50 por ciento que sobrevive la cuarentena, el 25 por ciento tiene problemas comportamentales o no está en condiciones de volver a la vida silvestre. Por lo que si liberamos un 25 por ciento de los animales que rescatamos en un año, es un número alto”.

En 2021, la Policía Ambiental ya recuperó 760 ejemplares del tráfico y el mascotismo.

Alejandro Profili de Pumakawa coincidió en que el mayor problema que presentan estas especies incautadas es el comportamiento. El secretario de uno de los centros de rescate agregó que, de no poder tratarse, los animales quedan sentenciados a terminar sus días encerrados: no son capaces de valerse por sí mismos, ni de relacionarse con otros individuos de la misma especie, ni de desempeñarse libremente en un espacio natural. “Estos animales no sobreviven si son liberados, sería una crueldad”, completó Garutti por su lado.

El caso de Pumakawa, una reserva natural dedicada a la recuperación de la fauna silvestre, da cuenta del tamaño del problema no solamente en Córdoba. La reserva tiene en este momento 60 animales, de los cuales 40 provinieron del tráfico y el mascotismo.

Finalmente, en caso de que el animal esté en condiciones de ser liberado, se presenta otro problema que tiene que ver con el “dónde”. La bióloga García Capocasa explicó sobre esto: “Hay que recuperar los ambientes para poder liberar a los animales. Tiene que haber otra política de Estado que apoye el cuidado del medioambiente a un nivel ecosistémico. Si no hay un ambiente, el esfuerzo para recuperar la especie es en vano”.

Lo que nos falta aprender

Constanza García Capocasa, bióloga y becaria del Conicet, trabaja todos los días con los animales que llegan del tráfico y el mascotismo al ex-Zoológico de Córdoba, actualmente renombrado Parque de la Biodiversidad. Durante el 2020, 378 animales ingresaron exclusivamente al parque, provenientes del mascotismo y el tráfico. “Hay de todo. Las mayorías son aves, porque las aves cantoras son las más llamativas y que la gente quiere tener, ¿Quién no quiere tener un animal que canta en su casa?”, manifestó García Capocasa.

“Falta mucho para educar a la población, porque creo que muchas veces a la gente le “pica” tener un animal que no se puede tener, y sobre todo sin saber el impacto en el ecosistema que tiene”, sostuvo la bióloga, quien realiza su tesis de doctorado en tortugas provenientes del tráfico.

Las consecuencias del mascotismo y el tráfico trascienden al ejemplar en sí: cada animal tiene un “rol ecosistémico”, forma parte de un sistema en el que son codependientes. “Este es uno de los conceptos más importantes de la ecología: Cuando uno extrae ciertos animales, lo más probable es que está teniendo efectos sobre el ecosistema y el resto de los animales”, informó García Capocasa.

Alejandro Profili de Pumakawa coincidió con García Capocasa en la necesidad de educar a la población sobre el problema del tráfico: “la mayor parte de la problemática pasa por una buena educación de tenencia responsable, hacer campañas de concientización. La educación es la base para todo”.

Para los dos especialistas, que trabajan diariamente con la fauna recuperada, la sociedad debe asumir su responsabilidad en la cadena del tráfico: “porque el tráfico animal no sucede solo por el cazador, sino porque alguien lo compra”, afirmó Constanza García Capocasa.

“Los animales que nacieron para ser libres tienen el derecho de ser libres. Y acá creo que falta educación. Tenemos que aprender a ver los animales en libertad y en un ambiente sano”, manifestó la bióloga.

Fuente: La Voz del Interior

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