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Política
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Armenia y Azerbaiyán: 100 años de tensiones

Por Ignacio Iglesias, de Revista PPV, especial AIM. Los enfrentamientos entre las fuerzas armadas de Armenia y Azerbaiyán comenzaron en la mañana del 27 de septiembre y abrieron un capítulo en el conflicto por la situación de Artsaj.

Si bien el fin de la Guerra Fría y la caída de la Unión Soviética (Urss) explican, en gran parte, los distintos enfrentamientos armados en el Cáucaso, estas situaciones se comprenden mejor a través del análisis de la administración colonial. Es decir, como Moscú gestionó la ocupación y la descolonización de los territorios y de las poblaciones que los habitan. El caso de Artsag se enmarca en la discusión entre la libre determinación de los pueblos, ya que la mayoría de la población armenia no se considera parte de Azerbaiyán, y de integridad territorial por este último; es decir, la reivindicación territorial histórica de un Estado más allá de la población que lo habite.


La región de Artsag, ubicada al sureste de la frontera armenia, posee una extensión de 11.500 km2. Para compararlo con la geografía de nuestro país, esto equivale, estimativamente, a la mitad de la provincia de Tucumán. Según el censo del 2007, es habitada por 140 mil ciudadanos, donde el 95 por ciento de la población es armenia y profesa la religión cristiana ortodoxa. Políticamente, este territorio perteneció a Azerbaiyán desde su independencia en 1917 hasta el fin de la guerra con Armenia en 1994. Luego de este conflicto, la República de Artsag se considera a sí mismo como un Estado independiente, aunque no posea reconocimiento internacional.

La disputa comenzó tras la disolución del Imperio ruso en 1917, cuando Armenia y Azerbaiyán logran su independencia y éste último toma control sobre la región de Artsag. Sin embargo, la posterior sovietización de ambos países agudizó las tensiones cuando en 1923, pese a la resistencia de Armenia, se formó el óblast autónoma del Alto Karabaj dentro de Azerbaiyán. Tras las políticas aperturistas de la Urss y su posterior disolución, la población armenia de Artsag buscó la autodeterminación del territorio, dando lugar a la guerra entre ambos países entre 1991-1994. Este conflicto, que causó más de 25 mil muertes, finalizó con el cese al fuego de Bishkek, y pérdida de control de Artsag por parte de Azerbaiyán. Posteriormente, la creación del Grupo Minsk tenía como objetivo encontrar una solución pacífica. Sin embargo, lejos de una negociación exitosa, los enfrentamientos armados estallaron en varias ocasiones, además de reportarse peleas callejeras, disputas comerciales y mensajes de odio en las redes sociales.

La escalada de violencia registrada a partir del 27 de septiembre se convirtió en la más grave desde 1994 por varias razones. En primer lugar, Armenia ha movilizado sus fuerzas armadas, sumado a la incorporación de voluntarios, para garantizar la seguridad de Artsag. En segundo lugar, el apoyo militar de Turquía y la incorporación de milicias irregulares, provenientes de Siria, fortalecen las fuerzas azeríes. En tercer lugar, el uso de armas pesadas y nuevas tecnologías, como el lanzamiento de drones turcos, desarrollan una mayor violencia. En cuarto lugar, los bombardeos a las poblaciones civiles, principalmente en Artsag, generan una nueva crisis humanitaria en el Cáucaso como las bajas civiles, desplazamientos forzados y refugiados. En quinto lugar, Azerbaiyán cuenta con mayores reservas petroleras, lo que permite un gasto militar mayor que Armenia. En último lugar, Rusia posee una base militar en este último, sin embargo, se mantiene como árbitro debido a las buenas relaciones diplomáticas y económicas con ambos países.

La solución pacífica de este conflicto se ve impedida por los intereses contrapuestos de las partes. Por un lado, la población de Artsag, de mayoría armenia no se siente identificada políticamente por el dominio azerí y, basándose en el principio de autodeterminación, busca conformarse como un Estado independiente reconocido internacionalmente. A su vez, Armenia desiste incorporar a Artsag a su territorio y apoya la libre elección de la población armenia al otro lado de la frontera. Por otro lado, Azerbaiyán reclama para sí, el principio de integridad territorial ya que considera que la región en disputa conforma parte del Estado desde su primera independencia en 1917 y durante el yugo soviético.

Más allá de las acusaciones cruzadas de quien comenzó las hostilidades, lo cierto es que la población de Artsag no encuentra respuestas a su situación política y, pese a la desaprobación de la comunidad internacional, la escalada de violencia continúa. Por otro lado, las partes no apuntan a recurrir a ámbitos judiciales internacionales, ya que ninguna está dispuesta a perder su reclamo. Por el momento, la salida pacífica depende del arbitraje de Rusia y que las organizaciones internacionales eviten el involucramiento de otros países al conflicto como lo ha hecho Turquía.

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