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El banco del pueblo

Bangla Desh significa “el país del idioma bengalí”, hablado por 230 millones de personas, con escritura conocida desde hace más de 2000 años. En bengalí Rabindranath Tagore escribió sus poemas; por Bangla Desh corre el Ganges y en sus bosques de manglares vive el tigre de Bengala.

Mohammed Yunus, un banquero diferente de los demás, que supo conciliar un banco con la visión del ser humano unánime en todas las tradiciones, no la visión liberal.
Mohammed Yunus, un banquero diferente de los demás, que supo conciliar un banco con la visión del ser humano unánime en todas las tradiciones, no la visión liberal.

El país es uno de los que surgió de la antigua Bengala cuando al ser expulsados de la India los ingleses, dejaron como pérfido “regalo” la división con Pakistán, con el pretexto de separar mahometanos de hindúes, a pesar de que venían viviendo en armonía desde hacía un milenio.

Yunus

En Bangla Desh, en Chittagong, en la costa del mar, nació en 1940 Mohammed Yunus, un banquero diferente de los demás, que supo conciliar un banco con la visión del ser humano unánime en todas las tradiciones, no la visión liberal. En lugar de cobrar, confiar; en lugar de competencia, colaboración.

A Yunus, que recibió el premio Nobel de la paz, se debe el proyecto del Banco del Pueblo que nació en 1976 en Jobra, una aldea de Bangla Desh, de la observación de una joven madre que debía entregar todo el fruto de su trabajo a un usurero.

El banco está dirigido exclusivamente a gente pobre como casi toda allí; pero confiable, capaz de honrar su palabra como en otros países no se hace ni siquiera con los papeles firmados ante escribano.

Los pobres son los dueños del banco, no el poder financiero, no el Estado, no los políticos. Ellos devuelven escrupulosamente el dinero que reciben casi sin excepción y con ese dinero es posible acordar nuevos créditos a otros pobres a un interés menor que el de la banca oficial o privada.

La banca del pueblo nació como una experiencia de alguien que sabía falsa la definición liberal del ser humano como esencialmente egoísta, que busca ante todo su propio provecho, y si finalmente resulta la armonía social de la suma de egoísmos individuales, es debido a la “mano invisible del mercado”, una ficción que hizo carrera.

En las actuales condiciones del capitalismo mundial, al mercado definido por los liberales se le ha ido la mano de tal forma que no pudo sino hacerse efectivamente invisible.

El banco

A partir de orígenes literalmente pobres, el banco de los pobres tiene alrededor de 2500 sucursales en el mundo, y emplea a unas 25.000 personas, la gran mayoría mujeres.

El “Grameen Bank” no pide garantías para reembolsar los microcréditos que ofrece, porque los destinatarios no pueden ofrecerlas en dinero, pero sí tienen palabra y convicción suficientes para no fallar, sin necesidad de firmar ningún documento.

El banco exige para otorgar un préstamo que el prestatario pertenezca a un grupo de cinco personas que velarán por el cumplimiento de sus obligaciones, pero no son avalistas ni asumen ninguna responsabilidad pecuniaria.

El banco del pueblo tiene réplicas en numerosos países, donde la cultura tradicional es de cooperación y valoración de la palabra (“la palabra es el que la pronuncia y vale como él”). Uno de esos países, donde subsisten esos principios que destruyó la mentalidad moderna es el Ecuador, donde los pueblos originarios no son en esta materia muy diferentes a los aldeanos de Bangla Desh.

Los comienzos

Muhammad Yunus estudió economía en Nueva Dehli, sabiendo que en Bangla Desh la pobreza era un mal generalizado y que allí los bancos no daban créditos porque no había garantías.

En los comienzos de Grameen, Yunus listó las personas más endeudadas de la aldea y vio que entre todos no debían más de 27 dólares, suma que para ellos era una fortuna. Le entregó a cada uno lo que debía para satisfacer su deuda y solo les pidió que se aplicaran sin otras preocupaciones a su trabajo y que devolvieran el dinero cuando pudieran. Así nació el banco Grameen, que ofrece créditos a los pobres y los convierte en accionistas.

Actualmente hay casi tres millones de personas en Bangla Desh que reciben préstamos del Grameen, casi todas mujeres pobres. Ellas devuelven el dinero que recibieron en el 97% de los casos. Las mujeres tienden a satisfacer primero las necesidades de su familia y sus hijos; y los hombres, en cambio, sus propias necesidades.

Yunus encontró al principio algunos obstáculos, como el sentirse ofendidos los maridos por el dinero que manejaban sus mujeres y los preceptos musulmanes en contra de recibir dinero en préstamo.

En 2006 Yunus y el Banco Grameen recibieron el premio Nobel de la Paz, según la Academia sueca “por su lucha por una economía justa para las clases pobres".

En 1976, Yunus reflexionó sobre las tejedoras en su pueblo viviendo en extrema pobreza a pesar de su gran habilidad para el tejido. Cuando los ingleses advirtieron que las tejedoras bengalíes podían competir con las manufacturas textiles de Manchester les cortaron una falange del índice de la mano derecha, la manera como se manifestó allá la “mano invisible”, que invisibilizó un dedo e inutilizó una mano.

Yunus identificó la causa de la pobreza en que los tejedores bengalíes no recibían créditos y se veían obligados a pedir dinero a tasas usurarias para comprar materias primas, pero después de devolver el dinero a los usureros no obtenían ningún beneficio.

Después de entregar dinero de su bolsillo a un grupo de tejedoras, Yunus se propuso ampliar el método y establecer un sistema de servicios financieros para ayudar a los pobres a dejar una condición que no era natural sino forzada.

Grameen Bank nació en 1983 con la divisa de que el crédito es un derecho humano fundamental. Hoy hay instituciones similares en 100 países, incluida la Argentina, con la misión de dar el empuje inicial que permitirá a cada uno tener capacidad económica.

Para Yunus, los pobres de Bangla Desh estaban condenados a la pobreza porque estaban fuera de la economía, como el sistema financiero pretende hoy que esté la mayoría de la población mundial, al punto que sus cabezas visibles han confesado públicamente que la población óptima del planeta debe ser de 500 millones de habitantes, y no de 7.500 millones, como es ahora. Sobrarían entonces para una sociedad al gusto del poder financiero 7000 millones, y han puesto manos a la obra de diferentes maneras para lograr semejante reducción.

La garantía solidaria que creó Yunus consiste en prestar el dinero a las dos mujeres más pobres de un grupo de cinco que se juntan para solicitarlo. Las demás no reciben su préstamo hasta que las dos primeras lo han devuelto. Si uno deja de pagar, todos pierden la posibilidad de recibir nuevas ayudas. El préstamo medio es de 75 dólares y el máximo de 300.

La revolución de las mujeres

Pero no solo de dinero vive el hombre. O la mujer en este caso. La receptoras del microcrédito deben enviar sus hijos a la escuela, cultivar vegetales y beber agua potable. Además reciben un teléfono celular porque en las condiciones en que viven el acceso a internet y a la información puede ser revolucionario.

Las mujeres mostraron mucho más interés en la idea de Yunus quizá por su función social diferencial en Bengala y por eso se convirtieron en la enorme mayoría de las receptoras de préstamos. Sin proponérselo Yunus, su banco se hizo casi naturalmente un abanderado de la causa femenina. Casi todas eran analfabetas, casi ninguna había tenido antes contacto con el dinero y menos con un teléfono celular.

Yunus es musulmán no practicante, pero sus principales cuestionadores son justamente los "mullas" chiítas o doctores de la ley islámica, debido a las posibilidades que su idea abrió de improviso a las mujeres, en contra de una manera sesgada e interesada de entender el Islam.

La finalidad del banco del pueblo según su creador es que toda la población de Bangla Desh tenga acceso al crédito para iniciar el camino de la prosperidad económica.

“Si los más pobres no tienen acceso a su primer dólar, no van a ser capaces de generar otro”, dijo al recibir un premio en el Canadá.

No se opone a que la banca tradicional se aplique al microcrédito pero sabe que buscarán el lucro y se desentenderán de los servicios sociales.

Confesiones argentinas

Yunus es autor del libro "Un mundo sin pobreza" donde explica la finalidad de Grameen: acabar con la marginalidad.

Allí relata el caso de Sofía Begun, una mujer bengalí de 21 años que hacía banquitos de bambú pero nunca obtenía ganancias para mantener a sus tres hijos, porque todo el dinero era para el usurero.

Yunus advirtió la necesidad de formar un capital inicial sin el condicionamiento de la usura.

En una visita a la Argentina en 2001, cuando la gran crisis del fin de la Alianza, contó que recibía correspondencia de todo el mundo, pero mucha de estudiantes argentinos que trataban por ejemplo de crear un sistema de créditos en sus colegios o facultades.

Estima que el éxito de Grameen consiste en que la gente no lo abandona, al revés, está entusiasmada y ve cómo ha cambiado su vida desde que en ellos la corriente de dinero que reciben va paralela con la corriente de vida.

Grameen entonces no es solo un banco administrado por los pobres, es un plan de inclusión social que hace que ya no sean marginales.

"Es un banco para los pobres, pero me gusta cuando lo llaman “El banco de los ex pobres”, dijo en Buenos Aires.

Para Grameen alguien deja de ser pobre cuando cumple 10 parámetros diferentes: ingerir cierta cantidad de calorías por día, y cumplir ciertas condiciones de ahorro, escolaridad, salud, agua potable y techo.

Usura y política

A la pregunta ¿porqué no se convirtió en político? contesta como posiblemente no sería correcto en la Argentina para alguien famoso y prestigioso: "porque la política es sucia y violenta y no quiero dejar de hacer lo que hago".

Ante la observación de que no todos los políticos son sucios y violentos, admite que es verdad en cuanto a las personas, "pero la lógica política sí lo es. Si el sistema político me destruyera yo no podría volver al banco y seguro me atacarían. Dirían que yo uso el dinero del banco para la política. Mentirían, pero no les importa la verdad ni la mentira". Tanto es así que los candidatos a algún cargo suelen parlar de conductas usurarias, pero cuando se acercan al poder cambian la rima por “políticas necesarias”.

Yunus contó que cuando inició su experiencia, luego de prestar dinero de su bolsillo a 42 personas en Bangla Desh, fue a los bancos a pedir que préstamos para ellos. Para conseguirlos él mismo firmó como garante. Pero entonces vio que la tasa de retorno de los préstamos era de casi el 100%, de modo que cuando la tendencia se afirmó y se conoció, fue la propia historia del Grameen la que sirvió de garantía.

Delata el pensamiento de algunos economistas, en este caso colegas suyos: le preguntaban para qué mezclarse con los pobres, ya que ese no era el trabajo de un economista.

En los países pobres la mitad de la población no consigue créditos bancarios y debe acudir a los usureros. En una entrevista con funcionarios del gobierno de la ciudad de Buenos Aires les pidió una semana para demostrarles que allí había pobres que pagaban tasas altísimas a los usureros.

Los argentinos sin prueba podemos creerle, y sospechar incluso que hay políticos que se meten a usureros para mejorar sus ingresos y usureros que se meten a políticos para mejorar su seguridad. Y van codo con codo pisando sobre la gente que los paga y los aguanta.

Su experiencia con los usureros de Bangla Desh es ilustrativa: cuando supieron de Grameen le mandaban mensajes: "si entran a la aldea, no salen vivos". Entonces, en lugar de enfrentarlos, hacían saber a la gente que les habían negado la entrada y los pobres venían a verlos. Los mismos pobres enfrentaban entonces a los usureros y al final ganaron. "Con la ventaja adicional de que, luego de ganar, los pobres quedaron inmunes a todo tipo de clientelismo por parte de los políticos".

De la Redacción de AIM.

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