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Otro modo posible de habitar el espacio

Otro modo posible de habitar el espacio.
Otro modo posible de habitar el espacio.

El sistema integral y evolutivo de especies de plantas perennes y animales útiles al hombre es un modelo agroecológico que pone en en jaque la idea producción-distribución-consumo que gobierna y promueve una nueva, basada en el autoabastecimiento. Por Valentín Ibarra, para AIM.

 

Bill Mollison, en la década de 1970, acuñó el concepto definido como “sistemas integrales y evolutivos de especies de plantas perennes y animales útiles al hombre” y con el correr de los años se amplió hacia un enfoque de agricultura permanente dentro de una cosmovisión de cultura y desarrollo permanente.

Mollison escribió uno de los manuales mas citados en la materia, titulado “Introducción a la permacultura”, tópico hoy revitalizado en favor de la creación de medioambientes humanos sostenibles con urgencia debido al enorme daño ambiental que el modelo económico dominante produjo (y produce) en el ambiente diariamente, vorazmente.

En el presente artículo buscaremos hacer una aproximación a este modelo agroecológico que nos permita comprender su sentido y potencial para poner en jaque la idea producción-distribución-consumo que nos gobierna y transitar hacia una nueva, basada en el autoabastecimiento.

 

 

Ética y fundamento

 

“… la armonía con la naturaleza solo es posible

 si abandonamos la idea de superioridad sobre el mundo natural.”

 

La palabra, es una contracción de agricultura y cultura permanente que busca inspirar a la toma de conciencia sobre el espacio que habitamos y una ética en el uso de la tierra, una holistica destinada a la creación de asentamientos humanos en armonía con la naturaleza. El foco está puesto en el desarrollo de sistemas ecológicamente correspondientes y económicamente viables que provean los recursos suficientes para satisfacer las necesidades pero que a su vez no contaminen y sean sostenibles a largo plazo. Está basada en la observación de los ambientes naturales, los sistemas tradicionales de granjas y huertas adicionando conocimientos científicos y avances tecnológicos actuales de manera responsable.

El fundamento ético de este modelo de autoabastecimiento y subsistencia cooperativo está dado por un sistema de creencias, prácticas y relaciones a partir de tres pilares: el cuidado de la tierra, el cuidado de las personas y la distribución responsable del tiempo sobrante.

El cuidado de la tierra apunta cuidar de todas las cosas vivientes y no vivientes: suelos, especies animales y vegetales, la atmósfera, los bosques, microhábitats, el agua y otros minerales. Esto implica la realización de actividades inofensivas y a la vez, rehabilitadoras tendientes a la conservación activa, es decir con un uso ético y austero de los recursos mas la educación permanente de uno mismo y del entorno.

El cuidado de la tierra también implica el cuidado de las personas de modo tal que las necesidades básicas, entendidas como: alimentación, vivienda, abrigo, educación, empleo satisfactorio y convivencia en armonía, donde a esto último se le imprime una mayor preponderancia porque si bien el hombre es una parte relativa e incluso menor en relación al volumen total de lo considerado, es quien aplica un impacto decisivo en la naturaleza y le da sentido. El modelo y diseño de la permacultura reconoce un valor en sí a cada cosa por lo que en los aspectos medioambientales, comunitarios y económicos la clave está en la cooperación y no en la dominación o conquista.

El tercer componente del cuidado de la tierra es la contribución del tiempo, dinero y energías “excedentes” orientados a ayudar a otros y contribuir del mismo modo en el ecosistema, en forma amigable y responsable.

Por eso es necesario regresar a la idea original de ecosistema, entendido como una “unidad” compuesta por organismos interdependientes que comparten el mismo espacio en el mismo tiempo.

En el centro del diseño de la permacultura está la ubicación relativa de cada parte en el conjunto, esta idea está cimentada en una conexión entre partes donde cada una cumple varias funciones: el entramado cuidadoso de una hacienda (finca o huerta) por ejemplo, incluirá pasturas anuales y otras de estación, el ahorro de recursos renovables, energías alternativas, refugio para animales y plantas (o invernaderos silvestres), fuentes y reservas de agua, accesibilidad a vertientes y canales de riegos. Posibilidades y limitaciones del suelo, inclinación del terreno. El mejor diseño posible de casas y otras construcciones (incluido la accesibilidad a caminos), el  aprovechamiento de la luz solar por el mayor tiempo posible (ubicación de ventanas y colores para mayor aprovechamiento), la planificación en la plantación de árboles para hacer de cortavientos entre otras muchas formas posibles de uso y desarrollo estratégico.

Así, en sumatoria, los esfuerzos familiares pasarán a ser comunitarios tejiendo una red de sustentabilidad y un cambio cultural revolucionario.

 

Estrategias urbanas

 

“Tener un huerto en casa es un símbolo de resistencia”

 

Este modelo, ciertamente de resistencia contra la devastación del planeta, apunta a retornar sobre la idea y acción de producir alimentos en pequeña escala para consumo familiar evitando el desperdicio entre tantos otros beneficios tal y como sucedió en casi todas las poblaciones antes del avance irrestricto de la ciudad moderna por sobre el campo.

Esta idea apunta, además, a rediseñar edificios y estructuras urbanas para que ahorren y produzcan su propia energía instalando fuentes eólicas, solares y otras amigables con el medio o de uso cooperativo, todo tendiente a bajar costos y el calentamiento global.

Se presenta claramente, el desafío de gestionar la tierra como un espacio colectivo de producción y encuentro con los otros, algo que subvierte el modelo vigente y que aunque sea a muy pequeña escala acarrea consecuencias micropolíticas y políticas a fin de cuentas.

Todas las ciudades tienen parcelas de tierra vacante, lo mismo que en el frente y fondo de las casas e incluso en terrazas, balcones, paredes y ventanas donde se puede cultivar alimentos, lo que también sirve como aislantes naturales del calor o del frío, el ruido o el viento. Mucha de la vegetación corriente de las ciudades es solo decorativa pero si hacemos un giro de sentido y lo pensamos funcionalmente: donde hay ornamentas bien puede haber alimentos. La producción y consumo directo de productos alimenticios caseros reduce considerablemente el alto impacto (negativo) de la logística: combustión, polución, altas temperaturas, derroche de recursos energéticos y también los efectos nocivos de la conservación, y repercute a fin de cuentas en una dieta mas variada y libre de químicos.

Los cinturones verdes a los alrededores de parques industriales podrían servir también como fuentes de abastecimiento y reserva de alimentos si se plantan especies de árboles a tales fines, además de albergar innumerables especies animales y madera para combustible. También es necesario aunar esfuerzos conformando colectivos y organizaciones capaces de influir en la toma de decisiones gubernamentales, respecto de la planificación estratégica de ciudades y que consideren espacios de reserva e instalación de áreas sustentables para las generaciones venideras.

Actualmente en la provincia de Entre Ríos son varias las escuelas agrotécnicas que están desarrollando experiencias de permacultura en forma de talleres o de manera transversal a sus planes de estudio.

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