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Política
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Rusia vs. Ucrania, un difícil acuerdo

Por Ignacio Dangelo Santo, especial para AIM. En la madrugada del miércoles Vladimir Putin anunció por cadena nacional una “operación militar con el fin de desmilitarizar y desnazificar Ucrania”. En 24 horas, las fuerzas rusas avanzaron por norte, sur y este del país hasta encontrarse a las puertas de Kiev.

Mientras Europa desbordaba de homenajes en sus principales monumentos tiñéndolos de luces azules y oro en solidaridad con Ucrania - el obelisco de Buenos Aires no quiso quedarse atrás tampoco - junto a declaraciones de condena a la invasión rusa, el presidente ucraniano Volodomir Zelenski se dirigía a sus ciudadanos anunciando una cruda realidad: “Nos dejaron solos, nadie va a pelear por nosotros”.

La realidad siempre es mucho más compleja que una historia de instagram. Y lejos de distinguir quién es el malo y el bueno, es necesario entender los propósitos de cada actor y llegar a las raíces del conflicto que hoy mantiene en vilo al mundo.

Parte de la religión

El día lunes el presidente ruso Vladimir Putin reconoció las provincias del Donétsk y Lúgansk, ubicadas en el límite este entre Ucrania y Rusia, como repúblicas independientes. En su discurso, mencionó que Ucrania es un invento de los bolcheviques de la Revolución de 1917 y que esas tierras son originalmente rusas. ¿Putin se volvió loco? No, nada más lejos que ello.

Hacia el siglo IX en la región de la capital ucraniana se conformó la federación de estados llamada Rus de Kiev. Ésta es reivindicada, tanto por rusos, bielorrusos y ucranianos, como el origen de su civilización. Como indica el analista internacional Rodriguez Ossés , el pueblo ruso es profundamente espiritual, a punto de autopercibirse como bastión del cristianismo - incluso como la Tercera Roma - por lo que el conflicto ucraniano encuentra un rizoma en el sentimiento ruso y la ligación entre estos pueblos.

Sin embargo, la conformación de la sociedad ucraniana no sólo encuentra lazos con Rusia, sino también con Europa. El río Dniéper, que atraviesa el país de norte a sur, pasando por la capital Kiev, divide entre el este de mayoría rusoparlante y el oeste de mayoría ucraniana ortodoxa, cuyas tierras no pertenecieron al Imperio Ruso.

A fines de 2013 se dieron lugar en la plaza Maidán en Kiev fervientes protestas luego de que el entonces presidente Viktor Yanukovich diera marcha atrás en la adhesión a la Unión Europea y la Otan. Estas protestas conocidas como Euromaidán marcó el punto de inflexión que nos deriva en el conflicto actual. Este hecho trajo múltiples consecuencias concatenadas entre sí: a) la polarización de la sociedad ucraniana, teniendo a la península de Crimea y a la región del Donbass (Donétsk y Lúgansk) como escisiones territoriales de mayoría rusoparlante; b) la consolidación de una visión nacionalista y proeuropea; c) el colapso de los partidos tradicionales ucranianos, cuya elite se dividía entre prooccidental y prorusa, echando luz a un sistema político con altos niveles de corrupción; d) y por último la irrupción de milicias de ultra derecha rusófobas y ultranacionalistas en la política ucraniana.

En este contexto, se dieron lugar tres hechos que no han tenido trascendencia de este lado del mundo, pero que constituyen un aspecto central en la narrativa de Putin que fue preludio de esta invasión: a) la injerencia de la Secretaria de Estado Adjunta para Asuntos Europeos y Euroasiáticos norteamericana Victoria Nuland, lobista de las principales productoras de armamento de los Estados Unidos en las negociaciones luego del Euromaidán. Junto al embajador norteamericano Geoffrey Pyatt en Kiev apoyaron al primer ministro interino de aquel entonces Arseni Yatseniuk, ligado al sistema bancario ucraniano y sustentado por facciones de ultra derecha. Éste se refirió a los rebeldes prorrusos como “subhumanos” incluso; b) el incidente del tiroteo en Maidán, en el que se cruzaron acusaciones entre Ucrania y Rusia en febrero de 2014; c) la Masacre de Odessa, donde manifestantes de la organización paramilitar Sector Derecho y proucranianos incendiaron el edificio de Casa de los Sindicatos donde se refugiaban manifestantes prorruso y ciudadanos rusos luego de enfrentarse en una serie de protestas en mayo de 2014.

Hasta el momento el rizoma cultural del conflicto es claro, pero a los ojos de este lado del mundo quizás cueste comprender el factor Otan.

Promesas sobre Kiev

Con el final de la II Guerra Mundial, se conformó la Organización del Tratado del Atlántico Norte (Otan), una alianza militar liderada por Estados Unidos y Reino Unido mediante la cual se procuraba contener el avance soviético sobre Europa Central y Oriental y a su vez dotaba a una Alemania dividida de un rol proactivo pero contenido en el escenario europeo.

Luego del fin de la Guerra Fría y la desintegración de la Unión Soviética, los países pertenecientes a la URSS junto a otros que habían sido satélites de Moscú fueron adhiriéndose la cual se da por invitación de sus miembros a la Otan en su búsqueda de salir de la órbita rusa. Este proceso de adhesión se da a partir de una invitación por parte de los estados miembros.

De este modo Occidente ha colocado desde 1997 hasta entonces numerosas bases militares en países como República Checa, Polonia y Estonia. En la cumbre de Bucarest de 2008, la Otan celebró las aspiraciones de Georgia y Ucrania de adherirse a la alianza militar.

Este es un aspecto central en el conflicto, ya que con la caída de la URSS el entonces líder soviético Mijail Gorbachov acordó con el Secretario de Estado norteamericano James Baker la limitación del avance de la Otan hasta las ex repúblicas soviéticas. De esta manera Ucrania, Georgia, las repúblicas bálticas resultaban excluidas. Años más tarde esta promesa no fue cumplida y las fronteras de la Otan buscan llegar a sólo 400km de Moscú en el límite este de Ucrania con Rusia. Por lo que la diferencia entre el lanzamiento de un misil desde República Checa y desde Ucrania en dirección a Moscú sólo varía en unos 10 minutos.

En agosto de 2008 Rusia dio su primer golpe ante este avance y fue la guerra con Georgia. Es importante este hito, ya que el conflicto ucraniano actual resulta un déja vu de aquel: la Otan apoyó a Georgia pero no intervino, dejándolo al pequeño país del Cáucaso peleando solo contra el oso ruso. Esto se debe a que, conforme al artículo 5 del tratado que da origen a la Otan especifica que un ataque perpetrado contra un miembro de la alianza constituye un ataque contra toda la Organización, por lo que permite el derecho a la legítima defensa y a intervenir en el conflicto.

De allí las palabras del presidente Zelenski “nos han dejado solos, nadie va a luchar por nosotros”. Occidente ha avanzado por fuera de los límites establecidos - ligeramente, por cierto - con Moscú, ingresando a su zona de influencia; pero a su vez deja sin protección a Ucrania frente a un conflicto en parte provocado por esta expansión. Por favor…no hagas promesas sobre Kiev.

La pregunta aquí que puede surgir aquí es ¿Qué tan relevante es Ucrania para semejante disputa entre Rusia, Estados Unidos y Europa?

Ucrania por su parte constituye un rol de vital importancia en la seguridad para la estabilidad de Europa por distintas razones. Desde la mirada de Moscú, y sobre todo desde la narrativa de Putin, Ucrania constituye una parte orgánica de Rusia y su cultura. Asimismo, en la península de Crimea - hoy anexada a Rusia - se encontraba en la ciudad de Sebastopol la flota rusa más grande en el Mar Negro.

Por su parte, para Europa Ucrania representa la ruta de abastecimiento de gas ruso hacia el resto del continente. De esta manera cualquier tensión allí pone en peligro el abastecimiento energético de toda Europa.

En 2010 Merkel y el entonces presidente ruso Medvedev acordaron el gasoducto North Stream, el cual eludiría esta ruta y atravesaría el mar Báltico desembocando en Alemania. A diferencia de Francia, la cual cuenta con centrales nucleares, Alemania ingresó en un proceso de clausura de las propias, por lo que su matriz energética se basa en combustibles fósiles. El 55 por ciento de gas, el 50 por ciento del carbón y 35 por ciento del petróleo consumidos por Alemania provienen de Rusia.

Es por ello que el conflicto ruso ucraniano, en conjunción con la suspensión por parte del canciller alemán del gasoducto North Stream a modo de sanciones económicas a Moscú, representa un alza de los precios del gas y petróleo lo que torna a Europa vulnerable ante un desabastecimiento energético. Sin embargo, no solo Europa, Rusia, Estados Unidos tienen intereses en el conflicto.

China, buscando un símbolo de paz

Desde Beijing han enviado señales para instar a las partes involucradas al diálogo. En palabras del portavoz de la cancillería china Wang Wenbin, China basándose en el respeto por la soberanía y la integridad territorial, insta a las partes a abandonar “por completo la mentalidad de Guerra Fría” y buscar una “solución dinámica a través del diálogo y la negociación para establecer un mecanismo de seguridad, equilibrado, eficaz y sostenible en Europa”.

China, aliada estratégica de Rusia, no sólo busca sentar a Putin y Zelenski en una mesa de diálogo, sino también busca limitar una mayor injerencia norteamericana. Beijing considera responsable de este conflicto a Estados Unidos y la Otan por avanzar más allá de los límites acordados en los noventa, con el fin de acorralar a Rusia. Un desgaste de Moscú provocaría un avance de Washington sobre Asia Central y el sudeste asiático, regiones de gran interés chino, principalmente el último al que se le considera “su patio trasero”.

¿Y ahora qué?

El este de Ucrania se encuentra en guerra desde 2014. Luego de la anexión de Crimea, las provincias rusófilas de Donétsk y Lúgansk - región del Donbass - decidieron independizarse de Kiev. Desde hace ocho años sus habitantes denuncian abusos de milicias de extrema derecha y militares ucranianos.

Para su resolución se firmó el Protocolo de Minsk I por parte de Ucrania, Rusia y las provincias separatistas; y poco tiempo más tarde Minsk II junto a Francia y Alemania para resolver la situación del Donbass. Rusia denuncia que Ucrania no ha cumplido proporcionar seguridad a dicha región, y poner en peligro a los habitantes de mayoría rusa.

Al día de hoy, Ucrania y Rusia acordaron mantener negociaciones en Bielorrusia con mediación de su presidente Lukashenko. El propósito de Putin es llegar a un régimen de neutralidad de Ucrania - similar al de Finlandia, hasta el momento - replegando el avance de la Otan. Sin embargo, el abroquelamiento de las potencias europeas dificulta la negociación, especialmente en el contexto del segundo paquete de sanciones económicas que buscan aislar a Rusia. Asimismo, es necesario encontrar un camino que asegure la estabilidad e integridad de Ucrania, otorgándole margen de maniobra por fuera de las potencias, dado que la estrategia de convertirla en la punta de lanza del avance de la Otan y aislar a Moscú no ha surtido efecto. Es por ello que tanto Estados Unidos como la Unión Europea también son responsables de esta situación crítica que vive Ucrania hoy, junto a Rusia que fue su agresor. Una negociación difícil, en la que cada cual tiene un trip en el bocho y difícil que lleguen (o no) a ponerse de acuerdo.

Bonus track: ¿Qué tiene que ver Ucrania con lo que nos pueda llegar a pasar acá?

El barril de petróleo llegó a su pico de 100 dólares. Esto encarece los costos de logística, a la vez que lleva al alza al resto de las commodities.

Con el alza de los precios del gas, y en vísperas del cierre del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, este conflicto puede influir en las negociaciones a la hora de discutir los subsidios a la energía debido a la variación de los precios internacionales.

El alza de los precios del maíz y del cereal, en parte condicionados por el carácter de Ucrania como uno de los principales exportadores, puede traer consigo el aumento de los precios de las cadenas de valor, influyendo en la inflación global. Doblemente preocupante si se considera el proceso inflacionario vigente en Argentina.

Dada la similitud de matriz económica, Argentina puede beneficiarse en el mediano plazo por el ingreso de divisas producto de la exportación de materias primas. Es por ello que el desafío actual es la puja por las retenciones entre el agro y el gobierno nacional. Al fin de cuentas, como se mencionó al comienzo, este conflicto es y no tan lejano.

*Ignacio Dangelo Santo es Politólogo de la Universidad Católica Argentina (UCA, La Plata) y maestrando en Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de San Martín (Unsam).

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