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Pascual Rivelis: “ Cerrar las exportaciones es perder divisas genuinas para el país”

Rivelis nació en San Salvador, el 11 de abril de 1935, en una familia de colonos rusos-judíos que habían llegado a Colonia Berro a principios del siglo XX, por obra del Barón Mauricio de Hirsch y su Jewish Colonization Association. Pascual (86) años comenzó a trabajar a los 15 años en el campo. Incursionó en distintas actividades, entre ellas el cultivo de arroz.

Desde hace algunos años se dedica a la ganadería. En diciembre del 2017 fue homenajeado como “Ciudadano Notable”, por parte del Concejo Deliberante de San Salvador. Integró el Directorio del desaparecido frigorífico CAP Yuquerí. Fue director de la Federación Agraria Entre Ríos varios años. También se desempeñó como asesor en la Cámara de Diputados de Entre Ríos y Concejal en su pueblo.

Don Pascual nos recibió en su domicilio de San Salvador con toda su sabiduría y experiencia de tantos años. Recordó que cuando cursaba el secundario “venía los fines de semana a San Salvador y una vez culminado los estudios y cumplido el servicio militar me radique en el campo en 1955”.

Consultado sobre cómo era el trabajo, en esos años, detalló que “la mayoría de las explotaciones eran mixtas, es decir agrícola ganadera. En aquel entonces se hacía mucho lino con una superficie muy importante en la provincia, también algo de trigo.” Acotó que el lino “dejaba las tierras semi preparadas para las praderas para hacer ganadería.” Remarcó que “había sobradas razones para dedicarse al ganado vacuno, debido a que en la provincia trabajaban varios frigoríficos y a corta distancia”. Contó que, desde la zona de San Salvador, se llevaban “los animales con destino a faena por arreo a Liebig en Colón, Cap Yuquerí en Concordia, San José; mientras que el Frigorífico de Gualeguaychú operaba en el Sur Entrerriano. Éramos, rememora, una provincia con una producción y una industria ganadera muy fuerte”.

La llegada del arroz a San Salvador contó que se “debe a la acción de un pionero que tuve el gusto de conocer y de ser su amigo como Don Félix Bourren Meyer, un chacarero que como otros productores en la crisis del 30 la pasó muy mal. Como sus mayores, tenía una chacra sobre la costa del Arroyo Grande, próximo a General Campos, a unos 15 kilómetros de San Salvador. Un amigo se radicó en Bonpland (Corrientes) y en momento le envía una carta diciéndole que había, en Paso de los Libres, un estanciero ingles que tenía arroz para cosechar y necesitaba una cosechadora. De esas que trillaban fuera de la chacra, porque la cosecha se hacía a hoz en forma manual. Se fue con la máquina y se encontró en la estancia con un asesor que era japonés. Cosechó, terminó su trabajo y pensó si el arroz podía funcionar en nuestra zona. Había probado, en San Salvador, otras alternativas, porque la crisis del 30 provocó que los granos no se pudieran vender. Inclusive probó con un granado de doble propósito, pero con eso no logró superar la situación. Es así que le pide al estanciero si no le vendía un poco de arroz, negándose el inglés, porque aparentemente no estaba autorizado el cultivo. Es así que Félix Bourren Meyer decidió no limpiar las zarandas de la máquina y regresar a San Salvador. Llega a su casa, las limpia y obtiene menos de 100 kilos de semilla que siembra en una pequeña parcela en su campo con resultados favorables. Eso lo entusiasma y averigua que cerca de Rosario del Tala, un estanciero había sembrado y tenía semilla para venta. Compra semillas para hacer una siembra de 15 hectáreas obteniendo nuevamente buenos resultados, que le permite solucionar sus problemas económicos y se transforma, en su zona, en un gran difusor del arroz. Se suman algunos vecinos a los que asesoró. Se inicia, de esta manera, la siembra en las costas de los arroyos por bombeo en el año 1933.

Comienza a multiplicarse el arroz, luego llegan los cultivos de perforación hasta crecer tanto que dan lugar a los primeros molinos. Inclusive llegaban, desde Corrientes, cuadrillas de cortadores a Hoz, las gavillas se sacaban en trineos y con máquinas donde trabajaba mucha gente. Embocadores que echaban las gavillas a las máquinas, bolseros que se dedicaban a coser las bolsas, coleros que sacaban la paja para que no se amontone. Las cuadrillas estaban conformadas por unas quince personas que hacían entre una y dos hectáreas por día”.

Dijo que al tratarse de un “cultivo con riego el arroz no puede fracasar por sequía como otros”. Destacó que estas, por San Salvador y zona, son “tierras especialmente aptas para el arroz quedando el agua en superficie, algo muy importante, porque el arroz tiene que quedar inundado cierto tiempo después de la siembra. Muchos productores empezaron a hacer una explotación mixta. Ganadería y arroz, diversificar siguiendo los consejos del Inta cuando se estableció en San Salvador”. Dijo que hacia el norte del departamento “los campos son llanos que con un pozo profundo (80 a 100 metros) se pueden regar lotes de hasta 80 hectáreas”.

Sobre la cantidad de molinos dijo que “en San Salvador llegó a haber 20 molinos, dependiendo la ciudad de la industria y de la suerte del arroz. Tenemos una cooperativa (Arrocera de San Salvador) que es una de las más importantes del país, además de molinos privados con alta tecnología y que elaboran productos en base a arroz”.

La Federación Agraria
Contó que a nivel provincia fue “ director por un lapso de diez años”. Recordó que ingresó cuando “asumió Humberto Volando en reemplazo de Di Roco”. Sostuvo que es “fundamental que cada sector defienda sus intereses económicos y en general de su actividad”. Así como “los obreros tienen sus gremios, el campo tiene sus representantes, sus agremiados y es por tal motivo que desde muy joven participé en movimientos gremiales”.

Señaló que la Federación Agraria ayudó mucho a los arroceros en “tiempos en que se hacía difícil exportar, colocar el arroz y a través de Faca, brazo cooperativo de FAA, logramos que Antonio Di Roco viniese a San Salvador tomase cartas en el asunto, planteando, a través de FACA, el problema al gobierno nacional, solucionándose un inconveniente que ponía en jaque a la producción”.

Recordó que por Federación Agraria, integró el directorio de CAP Yuquerí, donde “me tocó hacer un periodo de director ejecutivo reemplazando al Dr Bernardo Salduna”, relata y destaca que “Fue lamentable que esta empresa se liquidara en los años 70, porque contaba con 1000 obreros y 200 empleados administrativo en frigorífico que funcionaba bien”.

Una planta que “hacía conservas y que al decir de los criollos que trabajaban en el lugar contaba con corrales techados en el espacio que ocupa una manzana en la ciudad”. Recordó que “lo único que se perdía era el balido, después todo se aprovechaba. El cuero, las pezuñas, la sangre, todo se usaba, no solo la carne. Los huesos, con sal, se utilizaban para hacer alimentos para el ganado vacuno”.

Hoy, lamentablemente, lo que supo ser una industria modelo se “transformó en una tapera como tantas otras, sobresaliendo en la Costa del Paraná el frigorífico de Santa Elena”.

Acotó que el frigorífico pertenecía a la “Corporación Argentina de productores de carnes que tenía varias plantas que tristemente fueron intervenidos en la década del 70”. Hoy, agrega, la “industria frigorífica entrerriana tiene una sola planta que es el Alberdi en Paraná”.
Sobre el cepo a las exportaciones opinó que la “decisión tomada por el gobierno nacional es lamentable”. Indicó que los “dos pilares fundamentales de la economía argentina pasan por la ganadería y la agricultura, quedando claro que Entre Ríos es una provincia de economía agropecuaria”. Cerrar, afirma, las exportaciones es “perder divisas y mercados que costó conseguir con una buena producción. Y cuando se deja de proveer a ese mercado, el mismo busca otro país que lo abastezca”. Sobre el mercado chino dijo que “consumen vaca de manufactura, no los novillos que se exportan a Europa, Estados Unidos y otros mercados. Ellos compraban acá una vaca que no se consume y que normalmente moría de vieja en el campo”.

Señaló que la medida-primero cepo a las exportaciones y luego cierre-parcial que se “implementó con la intención de que se baje la carne en el consumo interno no dio resultados”.

Una fuerte corriente inmigratoria
Dijo que Entre Ríos, por Justo José de Urquiza, dejó un “legado de colonización al resto de las provincias”. Volviendo al “Pago Chico”, San Salvador, fue una zona de mucha colonización con diferentes corrientes inmigratorias”. Contó que el Barón Mauricio de Hirsch “trajo 375 familias en siete colonias ubicadas en los cuatro puntos cardinales de San Salvador entre los años 1907 y 1912”. Después “hubo colonias italianas en Santa Margarita, colonias de origen suizo, ruso-alemanes en el caso de San Ernesto”.

“Todos querían trabajar en un clima de paz y tranquilidad, hacer la nueva América en una zona que si bien tenía monte, se trataban de tierras que habían sido trabajadas solamente con ganadería en campos naturales, sin mejoras y hoy después de más de cien años de la llegada de los inmigrantes, las colonias están llenas de taperas con escuelas que cierran sus puertas. La falta de una política agropecuaria que debe contemplar políticas crediticias, impositivas, la alta carga tributaria ha provocado un éxodo rural importado, agravado por la falta de caminos en condiciones y electrificación rural ha provocado que la gente deje de vivir en el campo”, expresó.

Rivelis FAA

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