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Día del linfoma

El 15 de septiembre se celebra el Día Mundial del Linfoma, un conjunto de enfermedades neoplásicas del sistema linfático, también llamados tumores sólidos de la sangre. Existen más de 60 subtipos de esta enfermedad requiriendo cada uno de ellos un tratamiento específico. Es fundamental realizar un diagnóstico preciso y lo antes posible para comenzar con la opción de tratamiento más adecuada a fin de obtener los mejores resultados. Conocer sus síntomas es muy importante para, en caso de que aparezcan, acudir al médico sin dilación, registró AIM. Se busca con esta fecha, dar a conocer sobre esta enfermedad y alcanzar un diagnóstico precoz.

Cada año se diagnostican más de 300.000 nuevos casos de linfoma en todo el mundo.

El diagnóstico de un linfoma puede ser difícil, puesto que sus síntomas son fácilmente confundibles con otras enfermedades como la gripe o la mononucleosis. Conocer los síntomas es muy importante (fiebre, inflamación de ganglios, cansancio) ya que puede favorecer un rápido diagnóstico y una respuesta más eficaz de los tratamientos.

El objetivo del Día Mundial del Linfoma, es incrementar el conocimiento del linfoma entre la población, permitiendo reconocer los síntomas generales y favoreciendo un diagnóstico precoz.

¿Qué son los linfomas?

Los linfomas son un conjunto de enfermedades cancerosas que se desarrollan en el sistema linfático. A los linfomas también se les llama los tumores sólidos hematológicos para diferenciarlos de las leucemias. Se producen debido a la proliferación neoplásica de células de los tejidos linfoides.

El tejido linfoide se encuentra fundamentalmente en los ganglios linfáticos, por lo que los linfomas se caracterizan generalmente por la presencia de ganglios linfáticos de tamaño aumentado. Sin embargo, también hay células linfoides en otros muchos órganos, por lo que los linfomas pueden afectar al tubo digestivo, al bazo, al hígado, al pulmón, a la médula ósea, etc.

Tradicionalmente los linfomas se clasifican en dos grandes grupos: el Linfoma de Hodgkin (LH), y los Linfomas no Hodgkin (LNH).

El Dr. José Tomás Navarro, hematólogo del Hospital Germans Trias i Pujol de Barcelona y especialista en linfomas, nos explica: “Los linfomas agresivos se desarrollan muy rápido pero son más sensibles a los tratamientos. Los linfomas indolentes son más lentos pero menos curables. Por ejemplo, el Linfoma folicular sólo se consigue curar en el 15 por cient de los casos. La investigación es fundamental para que tengamos más herramientas para curar definitivamente. Otro ejemplo es el Linfoma de células del manto, los tratamientos actuales no funcionan bien y los pacientes no responden con éxito a la quimioterapia. La respuesta está en los tratamientos personalizados”.

Con muy poco puedes hacer mucho. Ayúdanos a invertir más recursos en investigación científica para poder avanzar en la lucha contra los linfomas. Muchos pequeños donativos pueden suponer un cambio sustancial.

Existen dos tipos principales de linfomas:

Linfoma de Hodgkin (también conocido como enfermedad de Hodgkin) se llama así en honor al Dr. Thomas Hodgkin, quien lo describió por primera vez.

Linfoma no Hodgkin

Estos dos tipos de linfomas se comportan, propagan y responden al tratamiento de manera diferente. De ambos, el linfoma No Hodgkin es el más común y de mayor incidencia.

La Organización Mundial de la Salud clasifica los distintos subtipos de linfomas Hodgkin y No Hodgkin, de acuerdo a sus características, estadificación (extensión de la enfermedad) y frecuencia de aparición, siendo esta clasificación de suma importancia ya que de ello depende el tratamiento y la obtención de resultados favorables para la cura.

La frecuencia de los linfomas foliculares y de células B grandes son los dos tipos más generalizados y representan cerca del 50 por ciento de los casos.

Dependiendo de la velocidad de crecimiento y división de las células tumorales, se pueden presentar como de bajo grado o indolente, con lo cual los pacientes pueden llegar a vivir muchos años con la enfermedad, o agresivo o de alto grado, en el cual, si no recibe tratamiento a tiempo, la enfermedad puede ser mortal en un plazo de seis meses a dos años

De acuerdo al grado de afectación, se presenta en diferentes estadíos:

Estadíos Grados de afectación

I De una región o de un ganglio linfático o un solo órgano

II De dos o más regiones ganglionares que se encuentran cercanas entre ellas, por ejemplo, ganglios del cuello y pecho, o abdominales

III De varias regiones de ganglios linfáticos en el cuello, pecho y abdomen.

IV Extendido a otros órganos no linfáticos como pulmones, hígado y huesos.

Síntomas y signos

La sintomatología es muy inespecífica y muy común a otro tipo de enfermedades, además dependerá del subtipo histológico concreto, la rapidez de crecimiento del tumor, la localización inicial, la edad del paciente y sus circunstancias particulares.

En más de dos tercios de los pacientes, la forma más frecuente de aparición es el aumento del tamaño de los ganglios (adenopatías), también puede notarse esplenomegalia (aumento del tamaño del bazo). Es importante mencionar que no todo ganglio aumentado de tamaño y palpable es un linfoma, con mayor frecuencia son de origen infeccioso.

Se puede presentar además con:

Cansancio intenso.

Fiebre persistente, ocasionalmente acompañada de escalofríos, sin signos de infección.

Adelgazamiento sin causa aparente, pérdida del apetito.

Sudoración nocturna.

Prurito, picor en la piel sin erupción cutánea.

Dolor después de ingerir alcohol.

Tos o falta de respiración.

Diagnóstico y tratamiento

Al diagnóstico de un linfoma se arriba por la clínica, estudios por imágenes y confirmación por biopsia, diferenciándose la enfermedad de Hodgkin de los otros tipos de linfoma, por la presencia de células grandes con dos núcleos vesiculares y nucleólos eosinófilos prominentes llamadas células de Reed Sternberg, las cuales se disponen en forma irregular en los infiltrados.

El laboratorio bioquímico cumple en esta enfermedad una herramienta soporte al diagnóstico, ante el cual se debe solicitar hemograma completo, eritrosedimentación, perfil hepático, calcemia, uricemia y LDH, estando estos tres últimos parámetros aumentados en relación directa al desarrollo de la enfermedad. A su vez los estudios de las poblaciones celulares mediante citometria de flujo son importantes para la clasificación del tipo de Linfoma.

El tratamiento varía dependiendo de la magnitud de la diseminación de la enfermedad y suele incluir radioterapia o quimioterapia.

Dentro de las opciones terapéuticas actuales se encuentran:

Quimioterapia (QT)

Radioterapia

Combinación Quimioterapia + Radioterapia Inmunoterapia

Radioinmunoterapia

Cirugía

Como cualquier tipo de cáncer, hoy por hoy no se conoce cuál es la causa de los linfomas no Hodgkin, por lo que es difícil prevenir su aparición. En los casos en los que existe una asociación entre un agente infeccioso y un tipo de linfoma no Hodgkin es posible actuar de forma preventiva, o mejor dicho, detectarlo de forma precoz. No existen condicionantes externos relacionados con hábitos de vida que influyan en la aparición de los linfomas no Hodgkin.

Los especialistas recomiendan hacer una prevención secundaria, acudiendo al médico lo antes posible cuando se detecte inflamación en los ganglios linfáticos, ya que muchos linfomas son curables y, en otros muchos casos, los tratamientos disponibles son eficaces y consiguen largas supervivencias con excelente calidad de vida.

salud linfoma

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