El "Día mundial de la Usabilidad" se celebra desde 2005 y es una iniciativa de la Asociación de Profesionales de la Usabilidad para asegurar que los servicios y productos importantes para la vida humana fueran más fáciles de acceder y más fáciles de usar. Se celebra, el segundo jueves de noviembre, este año será el 8 de noviembre, registró AIM.[{adj:25866 alignright}]
Este evento trata de hacer nuestro mundo funcione mejor. Se trata de "hacer la vida fácil" y fácil de usar. La tecnología actual es demasiado difícil de usar, un teléfono móvil, por ejemplo, debe ser tan de tan fácil acceso como un pomo de la puerta. Se trata de humanizar un mundo que utiliza la tecnología como una infraestructura para la educación, salud, transporte, gobierno, comunicación, entretenimiento, trabajo y otras áreas, tenemos que desarrollar estas tecnologías de una manera que sirva primero a las personas.
El propósito de la fecha es el de concienciar a la gente y hacerles ver la importancia de asegurar que los productos y útiles de la vida diaria sean más fáciles y prácticos a la hora de disponer de ellos.
Así pues, el segundo jueves de noviembre de cada año, se organizan cientos de eventos a lo largo de 43 países en todo el mundo para dar a conocer la iniciativa y formar nuevos profesionales en la materia en cuestión, esto es, proceder a mostrar e inculcar las herramientas necesarias para tratar temas capitales relacionados con la funcionalidad y desarrollo de las nuevas tecnologías, así como investigaciones sobre la usabilidad.
Si bien el objetivo general de cada año no es otro que el de acercar la iniciativa al gran público con la intención de hacer nuestra vida más fácil y cómoda, cada año se hace especial foco en una temática en concreto, siendo la de este año el concepto de “sostenibilidad” que tan de moda se encuentra en los medios de comunicación.
¿Qué es la usabilidad?
La usabilidad alude no solamente sobre lo útil que es una web, un bien o un servicio, sino también sobre lo sencillo, rápido y cómodo que sea su empleo.
Ayuda mucho que el uso sea muy intuitivo. Un caso muy importante es el de los bienes o servicios de los que se puede obtener diferentes utilidades si se emplean de manera diferente. Cada una de esas formas debe ser aparente y clara, todo debe encajar con naturalidad.
Además, es altamente conveniente que no se necesiten muchos conocimientos previos. En ocasiones, es difícil de lograr. En todo caso, los que sean ineludibles deberían contarse entre los más accesibles para la mayoría. Por ejemplo, en un mundo altamente alfabetizado que se requiera leer para usar nuestro producto no es un problema, pero sí lo podría ser que implicase entender textos complejos.
Una de las pruebas cruciales es la del primer uso. En ese sentido, es importante que esa experiencia inicial resulte fiable. El usuario la tomará como referencia para las posteriores de lo probable que pueda ser obtener utilidad de nuestro producto de forma cómoda, rápida y sencilla. Y, por supuesto, la etapa de aprendizaje hasta obtener el máximo rendimiento debe ser lo más breve posible.
Otro aspecto muy relevante es la atención que demande por parte del usuario. El producto no debe requerir estar muy pendiente de él para poder extraer las ventajas de su empleo. El uso debe ser fluido y sin peligros. Hay que evitar que el cliente tenga que dar muchos pasos para obtener la utilidad del producto.
Las esperas también reducen la usabilidad. Hay que ser muy conscientes de que el tiempo del cliente es escaso. Los procesos largos para consumir nuestro producto restan posibilidades de empleo, por ejemplo, en situaciones en las que hay prisa.
¿Qué supone la usabilidad para consumidores y usuarios?
Fundamentalmente, la usabilidad construye una experiencia grata y útil. Abre nuevas opciones al consumidor o usuario. Pone a su alcance la posibilidad de satisfacer sus necesidades de forma cómoda, rápida y sencilla. Por tanto, la usabilidad empodera al cliente.
Además, la usabilidad facilita la idea de que esa experiencia es trasladable. Lo es, en primer lugar, a futuras ocasiones. El usuario o consumidor visualiza en su mente de forma sencilla volver a disfrutar de las ventajas que ofrece el producto.
En segundo lugar, esa experiencia es trasladable a otras personas. El cliente se puede convertir en un prescriptor del producto porque lo entiende. Además, por otro lado, se siente incluido en el grupo de quienes ya lo conocían y empleaban.
En tercer lugar, la usabilidad simplifica el traslado del producto a otros contextos. La mayoría de bienes o servicios se pueden emplear en situaciones que nada tienen que ver con aquélla para la que estaban inicialmente previstos. Sin embargo, para que eso sea posible, es necesario que el usuario o consumidor los comprenda correctamente y que tengan una cierta versatilidad.
También le aporta seguridad. Sabe que no va a enfrentarse a una experiencia imprevisible que pueda poner en peligro la utilidad del bien o servicio.