El 27 de junio de 1880, hace 138 años, nació Helen Adams Keller, conferencista y escritora estadounidense, sorda y ciega.
Hellen Keler, ciega y sordomuda, se especializó en educación especial para discapacitados. A causa de una grave enfermedad que la acometió a los diecinueve meses de edad, Keller perdió la vista y el oído, lo que le impidió desarrollar el habla durante sus primeros años de vida. Cuando cumplió los seis años, sus padres contrataron a una institutriz irlandesa, Ann Sullivan, quien le enseñó el lenguaje de los sordomudos y que marcaría un giro radical en su vida.
Posteriormente, y junto con su institutriz, prosiguió sus estudios especiales en la institución Horace Man School para sordos, de Boston, y en la Wright-Humason Oral School, en Nueva York. Allí no sólo aprendió a hablar, leer y escribir, sino que se capacitó para cursar estudios superiores. Siempre acompañada por Ann Sullivan, desde 1900 hasta 1904 completó su formación en el Radcliffe College, donde se graduó con la mención "cum laude".
Tras su graduación, Keller realizó diversos viajes a Europa y África. Su obra publicada es, básicamente, autobiográfica, ya que Keller encontró en la escritura el modo de objetivar y hacer comunicable su difícil experiencia. Sus libros pronto se convirtieron en un ejemplo de tenacidad y resistencia frente a las adversidades de la vida, especialmente las limitaciones físicas.
Entre sus publicaciones destacan La historia de mi vida (1902), Optimismo (1903) y especialmente El mundo en el que vivo (1908), libro que le valió su fama internacional y en el que narra el contraste entre la riqueza de la vida íntima que su alma albergaba y la menguada vida sensorial de la que Helen Keller era víctima.
Otros títulos de su producción son Canción del muro de piedra (1910), Fuera de la oscuridad (1913), Mi religión (1927), El medio de una corriente (1929), Paz en el atardecer (1932), El diario de Hellen Keller (1938) y Déjanos tener fe (1940). En 1934 Keller tuvo ocasión de devolver los favores prestados y la persistente dedicación a su institutriz Ann Sullivan cuando ésta perdió la vista imprevisiblemente. Keller publicó también algunos artículos en la prensa y en revistas especializadas.