En el año 234 antes de Cristo, un sabio llamado Eratóstenes clavó una vara, al mediodía, en la ciudad de Alejandría, y le midió la sombra.
Un año después, exactamente a la misma hora del mismo día, clavó la misma vara en la ciudad de Asuán, y comprobó que no hacía ninguna sombra.
Eratóstenes dedujo que la diferencia entre una sombra y ninguna sombra confirmaba que el mundo era una esfera y no un plato. Entonces hizo medir la distancia entre las dos ciudades, a paso de hombre, y a partir de esa información intentó calcular cuánto medía la cintura del mundo.
Se equivocó en noventa kilómetros.
Capítulo para el 22 de junio del libro Los Hijos de los Días de Eduardo Galeano.-