Los Sussex consiguieron su libertad en la cumbre real, en una reunión llena de matices, que finalizó con un comunicado de 153 palabras, en el más personal y familiar documento de la historia de los 68 años de reinado de la Reina Isabel.
El príncipe Harry viajó especialmente desde Frogmore Cottage en Windsor. Llegó tres horas antes de la inédita reunión en Sandringham para poder encontrarse a solas con la reina Isabel, para una conversación de nieto a abuela. No vio a su abuelo Felipe, que se había retirado a su cottage.
En la suite familiar del primer piso, donde tantas veces ella los escuchó y aconsejó a él y a William, tras la muerte de su madre en esas largas vacaciones en el más informal palacio de los Windsor, el nieto favorito de la soberana le contó su versión de la historia. Una conversación larga, emotiva, donde Harry explicó el estado emocional de Meghan, su depresión posparto, su incapacidad de ajustarse a la vida en Reino Unido, su sensación de soledad y aislamiento, las discriminaciones racistas.
No disimuló las contradicciones que le generaba abandonar la Familia Real pero no era la primera vez que él quería irse. Sintió lo mismo cuando, en el 2015, se fue del Ejército porque los tabloides publicaron que estaba combatiendo en Helmand y fue exfiltrado inmediatamente. Su depresión era tal que quiso abandonarlo todo: ser el Señor Wales y que nadie lo reconociera ni tuviera que dar cuentas de su celebridad y sus limites.
Y William, su hermano, fue el otro tema. La reina quiso saber que pasó. Harry y William tienen una larga historia de diferencias. Desde que uno estaba siendo preparado para ser rey y el otro nunca llegaría a serlo y debía inventarse un rol, que vio que su padre y hermano le extinguían, cuando desde el 25 de diciembre comenzaron a hablar de “una monarquía reducida”, que lo borraba del mapa y de las fotos del escritorio de su abuela, la reina , en su discurso de Navidad al reino. Esa imagen de despojo fue el detonador de la crisis.
Pidió disculpas a la soberana por el comunicado en su sitio Royal Sussex para anunciar que daban “un paso al costado“ de la familia real, sin informar a nadie y, especialmente, a ella. Pero lo detalló las razones: las filtraciones, los mails a su padre, el príncipe Carlos, su plan escrito filtrado a la prensa, el vínculo de Carlos y William con el tabloide The Sun, que fue que lo público, el rol de los cortesanos.
Como Harry habla como un soldado, directamente, detalló como Meghan y él sienten que los boicotearon, los limitaron y al final, le bloquearon el acceso a la reina, en una audiencia que ella misma había concedido, para explicarles su proyecto cuando regresaron de Canadá. Esa conversación privada, cálida, se vio en el resultado de la cumbre.
Para la reina este clima tóxico y palaciego es familiar. No fue diferente al que sufrió la princesa Diana durante su pre y pos divorcio con el príncipe Carlos. Una atmósfera que provocaba las críticas y el temor de la princesa. Esas “fuerzas negras” que operan, como la soberana le explicó a Paul Burrell, el entonces mayordomo de Diana, cuando lo salvó de ser condenado en la Justicia, en otra intervención extraordinaria, porque lo acusaban de haber robado documentos de Diana. Ella le había pedido que los escondiera por su seguridad.
Harry siempre fue el más cercano a sus abuelos, la soberana y el duque de Edimburgo, militar como él. No se dio cuenta hasta donde su comunicado había impactado por el hecho de no haberle informado antes a la soberana.
Meghan participó en esa conversación con Su Majestad, aunque luego no fuera parte de la cumbre. Los cortesanos temían que la conversación fuera escuchada y no sabían por quién. No sentían la menor confianza por Meghan, que era la jefa del “plan abdicación” en la pareja. Durante estos 20 meses, la soberana fue vecina de los Sussex en el Parque de Windsor y los visitaba con frecuencia, en un intento de aliviar las tensiones familiares entre sus nietos.
Ella organizó un almuerzo a solas de la Familia para que llegaran a la cumbre en un clima de calma. Temía los desbordes del príncipe Carlos con sus hijos, con quien indistintamente las relaciones son tensas y tienen opuestos puntos de vista, más allá de la reciente cercanía con el duque de Cambridge. El príncipe William no participó en el almuerzo. Apenas llegó 15 minutos antes de la cumbre. Pero allí estuvieron, en ese comedor verde y tradicional, el príncipe Carlos, la soberana y Harry, hablando como una familia en crisis.
En la biblioteca de Sandringham, la cumbre comenzó a las tres de la tarde . Durante dos horas y media, la familia analizó las posibilidades que existían para una salida de Harry y Meghan de las funciones protocolares y pudieran ser económicamente independientes, sin teñir a la monarquía. Meghan no participó en esas discusiones desde Canadá, como estaba previsto. Los Sussex no lo creyeron necesario, según su vocero.
En 90 minutos se pusieron de acuerdo. Uno de los puntos más álgidos fue cuando el padre le anunció que él no tenía fondos infinitos para soportarlo y que su casa en Canadá debía ser aprobada por el palacio de Buckingham en términos de seguridad. Pero es evidente que en la compra de la casa participará la familia real, ya sean con los fondos de Carlos y los privados de la reina, hasta que finalice el “periodo de transición” y los Sussex se independicen de los Windsor.
Ese “periodo de transición” puede ser complicado. Lo decidieron para que Harry y Meghan puedan seguir recibiendo fondos de la Casa Real. Pero, al mismo tiempo, los cortesanos pueden tener un control sobre sus planes de negocios o de publicidad. Deberían ser aprobados por los cortesanos.
Ese punto puede ser conflictivo para Meghan. Sus tiempos no son los de los cortesanos y menos, los del Palacio de Buckingham, que llevan 20 meses cortándole las alas desde el día de su casamiento. Si los Sussex sienten que los obstaculizan, ellos están dispuestos a renunciar al título de Su Alteza Real, que es lo que los mantiene atados a la Casa de Windsor.
Un sondeo de YouGov demostró que la opinión pública está mayoritariamente a favor que los Sussex abandonen la primera línea real. El 50 por ciento está de acuerdo contra el 36 por ciento que se opone y el 15 por ciento que no sabe. Pero el 72 por ciento considera que estuvieron equivocados en no informarle a la reina anticipadamente y el 16 por ciento esta de acuerdo.
Los Sussex han explicado, a través de sus voceros, que ellos no tuvieron otra oportunidad cuando los cortesanos les bloquearon la audiencia con la reina. Temían que Harry convenciera a su abuela de jugar a su favor, que fue lo que realmente sucedió ayer, cuando los liberó, muy a su pesar, del compromiso de seguir siendo Royal de primera línea, sin dejar de ser parte de su familia.
La resolución de la reina para resolver la crisis y unir la familia tomó menos tiempo que ablandar las destruidas relaciones entre William y Harry, que no parecen repararse. El príncipe William y Kate han salido dañados de esta crisis y expuestos ante la opinión pública por no haber recibido a Meghan amistosamente.
La reina mencionó nueve veces “familia” en su comunicado de 153 palabras. Habló de Meghan y Harry y una sola vez de los Sussex. Más allá de las especulaciones sobre el riesgo sobre sus títulos, la soberana volvió a enfatizar que “hay complejas cuestiones para mi familia a resolver, hay más trabajos para hacer pero yo he pedido que una decisión final sea conseguida en los días que vienen”. Será la familia y no el estado británico quien resolverá esta crisis y aportará los recursos financieros para defender la monarquía y la sucesión del príncipe Carlos y William.
Fuente: Clarin. Londres. Corresponsal
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