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Salud y Bienestar
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Gastón Soublette
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Gastón Soublette: “La pandemia viral es resultado de la pandemia psicológica y espiritual”

Desde Limache, el filósofo y esteta chileno hizo un análisis de la crisis sanitaria a nivel humano, vinculando el virus nacido en Wuhan con una enfermedad que hace tiempo aquejaba a la humanidad: el ser piezas de una maquinaria al servicio de la sociedad industrial, en vez de expresarnos como personas pensantes y sensibles.
De una extensa conversación registrada y publicada por Fundación Lumbre, destacamos las ideas principales del pensador de 93 años.
1. No es solo una pandemia. No hay que olvidar que el mundo estaba revolucionado en una protesta universal. La sociedad se estaba fracturando, y las razones son obvias: vivimos en una sociedad peligrosa, injusta, artificial, agobiante, de desigualdades absolutamente escandalosas. No podían pensar. Los que dirigen el mundo no pensaron que los pueblos, las grandes masas urbanas, sobre todo, se iban a levantar en protesta por una progresiva toma de conciencia que les indicaba el grado de sufrimiento, de estrechez, el grado de vacío en que estaban viviendo.
Eso lo llamo la mega crisis, porque si uno lo analiza bien, la palabra mega significa algo de enormes proporciones. Si uno lo analiza bien, es una crisis que lo abarca todo. Todo está en crisis, y cuando todo está en crisis, lo peor puede suceder. La pandemia es parte de la mega crisis. No están las protestas, por un lado, las feministas por otro y la pandemia por otro. No, está todo en un mismo fenómeno. Es importante darse cuenta de eso.
Entonces la ciencia moderna, sobre todo la psicología, ha avanzado lo suficiente como para poder explicar este sentido de totalidad, de todo este fenómeno a través de la sincronicidad, sobre todo la escuela de psicología analítica de Carl Jung. Nos enseña que lo que está dentro del hombre, lo que está viviendo dentro de él, se proyecta en la realidad de una manera analógica. Por lo tanto, si hay una pandemia psicológica, que es la que el mundo está viviendo, es obvio que, por el fenómeno de la sincronicidad, que se proyectara esto en el mundo objetivo, analógicamente, como una pandemia viral. Que enferma a la gente a través de sus vías respiratorias y les da la muerte. El advenimiento de la pandemia es un resultado de la pandemia psicológica y también espiritual.
2. La humanidad no podía seguir como estaba, porque lo peor nos iba a ocurrir. Bueno hay muchas cosas que no se pueden evitar en el plano del medioambiente, cosas que ya los científicos del han predicho y que vamos a tener que soportar, pero a nivel psicológico y espiritual, hay algo que podemos corregir todavía.
Lo que Jung llama la pandemia psicológica. El hombre se cayó hacia fuera, esa es la verdad. El hombre actual, el hombre del siglo XXI. Desde hace mucho tiempo ya que no tiene interioridad. Ha creado la civilización industrial. Ha creado formas de vida que exigen, presionan, amenazan, atacan contra una muralla a la gran mayoría de la humanidad, y los obliga a vivir una vida puramente exterior. La humanidad vive apremiada por el tiempo. El tan ansiado bienestar que esta sociedad nos prometió no llegó. Podemos decir que, en ese sentido, ya fracasó. Ha creado un mundo de sufrimiento, de angustia, en el que los sentimientos ya no cuentan. Toda esa parte de nuestra psique, sentimiento, intuición, gozo de vivir, contemplación de la belleza, todo eso se fue.
Lo único que pide esta sociedad que construyó la civilización industrial es rendimiento. No te necesitan como persona, sino como pieza de una máquina. La gran masa del mundo vive tan angustiada, que la conciencia se cae hacia fuera. El modelo de civilización en que vivimos no nos necesita como persona. Ahora, las formas de vida van reduciendo la existencia de una persona desde su origen. Nada más importa el rendimiento. En el fondo va muriendo interiormente. Diría que, al poder económico, al poder político, al poder tecnológico y científico, no les interesa que seamos personas.
Mientras más pieza de una máquina seamos y mientras más la palabra rendimiento sea el centro de nuestra vida, más prosperan sus negocios. Hay una gran elite en el mundo que tiene la ciencia, la información, influencias sobre el poder político, y que tiene la economía en sus manos y que ha organizado el mundo conforme a la lógica de los negocios, de SUS negocios.
3. La humanidad, que fue reducida a la inconsciencia para poder adaptarse a este modelo de civilización, muy saludablemente empezó a tomar conciencia. Creo que personas que se dedicaron como Jung, como Morris Berman, o como Byung Chul-Han, a hacer una crítica desapasionada, pero profunda en que rescatan todos los aspectos del ser humano, hasta los aspectos de su inconsciente; no han trabajado en vano, porque de repente esta enorme masa de 7.500 millones que vivían en la inconsciencia ahora son conscientes, y se dieron cuenta que vivir como viven, es morir, es vivir muerto.
¿Por qué se dieron cuenta de repente? Se dijo mucho en Chile, “Chile despertó”. Yo diría que no solo Chile. También despertó España, Francia, Reino Unido, la gran masa de Estados Unidos, China, África. Dijeron: “Basta, estamos muertos, nos están reduciendo a nada”. Y ellos [los poderosos]siguen incrementando su poder, y amenazándonos, con sus desavenencias.
Ponen en riesgo la paz del mundo. ¿Y cómo podemos seguir tolerándolos, dándoles nuestro voto? Claro que es como caminar en el filo de la navaja porque es muy peligroso. Puede llevar a la ley del péndulo, hacia el otro lado con igual violencia, como se notó en ciertos aspectos del movimiento feminista, que llegaron a ciertos grados de violencia que hacían dudar de hacia dónde podía conducir. Por eso cité a estos pensadores, que han hecho una crítica desapasionada como hombres sabios, de los extremos a los que ha llegado la civilización industrial.
Pienso que no se puede condenar en bloque a la civilización industrial, desconocer el bien que ha aportado a la humanidad, pero desde hace ya muchas décadas, ha llegado a un grado de desmesura tan grande que ha puesto en jaque la supervivencia. No solo de la especie humana, si no de todas las formas de vida del planeta. Eso no se puede tolerar. Y ha ido creando un problema social en el que los pobres son cada vez más pobres y los ricos cada vez son más ricos. La humanidad de repente ha dicho “No”. Tal vez no se pueda explicar, el hombre medio, tan bien como lo hace Jung, Berman o Chul-Han, sobre lo que le pasa. Pero creo que cierta información científica ha llegado también a su modesta dimensión de vida. Volvemos al principio de lo que dije, en lo inmediato la pandemia es una de las tantas formas de la crisis, que es lo que Jung llama ‘pandemia psicológica'. Una sociedad profundamente enferma, que tal como está, no tiene destino.
4. Los aspectos positivos de la mega crisis, son la búsqueda de un nuevo paradigma cultural. No hay distinción de razas, no hay distinción de clases.
En todas partes aparece gente lúcida que se da cuenta del problema. Diría que los más dotados aparte de formular cuáles serían las características del nuevo modelo, han dado el paso hacia un nuevo paradigma cultural que asumieron en su propia vida.
Es gente que no siente tanta necesidad de salir a la calle a gritar, sino que prefiere la intimidad, de su familia, de sus amistades. Elaborar un plan para vivir de una manera humana, porque ya se perdió esa manera humana de vivir. En un bloque de 80 pisos que no tiene estética, puramente funcional, es muy difícil ser lúcido. Pero hay gente que se ha apartado de eso. Esto va desde cátedras universitarias e institutos culturales, a comunidades, retirándose a vivir en regiones boscosas sin preocuparse ya de cuál será el futuro económico de la familia. Resucitan las antiguas aptitudes prácticas que la humanidad tuvo y que delegó en los especialistas para convertirse ellos en consumidores, usuarios pasivos. Entonces yendo ahora a los efectos positivos de la pandemia, nosotros entendemos que es un horror, que es un azote, como las diez plagas de Egipto, como decía la Biblia.
Es un espanto, pero nos obliga a encerrarnos en casa y estar cerca de aquellos seres que normalmente debiendo nosotros estar cerca, no se sabe por qué, estábamos lejos. Entonces muchas personas han aprendido a estar consigo mismas y estar con los suyos de una manera distinta a cómo están en el funcionamiento del paradigma vigente. El encierro, la reclusión en el propio hogar, nos obliga a relacionarnos, en primer lugar, con nosotros mismo, puesto que nuestra enfermedad, según Jung, es que nos caímos hacia fuera.
Ahora tenemos la oportunidad de revertir ese movimiento exteriorizante para recuperar nuestra interioridad, y lo otro es relacionándonos de una manera nueva, con la misma gente con que vivimos, con nuestro cónyuge, con nuestros hijos, con las personas que están al servicio de la casa, una nueva manera porque vamos a estar codo a codo durante muchos meses.
Fuente: LT La Tercera.-

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