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Salud y Bienestar
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La relación entre el bullying y la salud mental en adolescentes

Que el acoso escolar tiene un impacto en la salud mental es algo que se sabe desde hace años. Ahora podrás saber cómo.

La relación entre el bullying y la salud mental en adolescentes es uno de los temas más estudiados en la actualidad. Si bien el acoso escolar ha existido desde siempre, por fin se está dando prioridad a crear un ambiente de respeto en las instituciones educativas.

Sin embargo, erradicar un tipo de violencia ejercido por personas cuyo proceso de construcción del yo aún está en proceso es complicado. Y es que el bullying no es una violencia que atañe solo a víctima y acosador, sino que abarca espectadores, colegios, familias y, por supuesto, la propia sociedad.

Es por todo esto que resulta imprescindible tener claro cuáles son las consecuencias de este acoso sobre la salud mental de los adolescentes. De eso vamos a hablar en este espacio, así que no te pierdas nada: tomar consciencia de las implicaciones del bullying es la clave para terminar con él de una vez por todas.

Relación entre bullying y salud mental de la víctima

La primera parada es analizar la salud mental en adolescentes víctimas de bullying. Ellos son los que cargan con el peso del acoso y de la indiferencia de todos los demás. En este sentido, se puede recalcar lo siguiente:

Tanto el bullying como el cyberbullying tienen una relación positiva con el deterioro de la autoestima, como indican múltiples estudios.

Esto, a su vez, implica desconfianza en uno mismo, inseguridad y dificultades en las relaciones sociales.

También existe una relación directa entre ser víctima de acoso escolar y presentar síntomas de ansiedad y depresión como somatizaciones, tristeza intensa o aislamiento.

La correlación es significativa también para otros trastornos, como los de la conducta alimentaria (TCA).

Los estudios también muestran que la depresión puede hacer de puente entre el acoso escolar y la conducta suicida. Las mujeres adolescentes se ven más afectadas en este sentido.

Muestran intensos sentimientos de soledad e indefensión.

Efectos psicológicos de ser el acosador

Aunque muchas veces se obvia de la ecuación al acosador por centrarse en proteger a la víctima, no se debe olvidar que también son personas que actúan de acuerdo a ciertos aprendizajes, valores y estímulos. Con el bully comienza la espiral del acoso, pero también es necesario el trabajo sobre su figura. Vamos a ver las características de su salud mental:

Se deteriora la empatía gracias a la efectividad del acoso: el adolescente consigue lo que quiere a través de la agresión. Además, tiende a victimizarse y no siente culpa.

Falta de habilidades sociales y asertividad.

Síntomas de ansiedad acompañados de inseguridad e insatisfacción con la vida.

Alta impulsividad que empuja al adolescente a tener conductas antisociales.

Existe una correlación alta entre ser acosador en el instituto y mostrar conductas altamente antisociales en la vida adulta.

En muchas ocasiones, el acosador también ha sido víctima de comportamientos de abuso.

Muestran una pobre gestión emocional, tanto de los propios sentimientos como de los externos.

Entender las raíces del comportamiento de los que acosan es clave para tratar las consecuencias en la salud mental en adolescentes. Es aquí donde debe comenzar el trabajo para la prevención de esta forma de violencia.


Consecuencias para los espectadores

La figura del espectador, con su permisividad ante los actos de violencia, también es parte del fenómeno del bullying. Por tanto, su salud mental también se ve afectada, como se puede comprobar:

Un estudio encontró que los testigos de la violencia escolar sufren ansiedad, estrés y miedo durante los eventos, ya fuera apoyando a la víctima o al bully.

Manifiestan sentimientos de culpabilidad ante su propia permisividad, pero el miedo les impide actuar.

Mediante la observación, aprenden patrones de conducta basados en un estilo de dominación y sumisión.

Forman parte de la normalización de la violencia en el entorno escolar.

Este conjunto de factores crea adultos que participan en formas de violencia de manera indirecta, ya sea perpetuándola a través de sus valores adquiridos o permaneciendo indiferentes ante la que experimentan en su vida diaria.

¿Qué hacer ante la detección de un caso de bullying?

Según un estudio llevado a cabo por Save the Children en 2016, un 33 por ciento de la muestra encuestada reconoce haber agredido físicamente a un compañero recientemente. Y no solo eso: 1 de cada 10 ha amenazado, la mitad de la muestra ha insultado a otro y el 25 por ciento ha hecho esto mismo, pero por las redes. Frente a estos datos, uno de cada tres alumnos asegura haber recibido algún tipo de agresión.

Como ves, es imposible no encontrarse con un ejemplo de agresiones en el entorno escolar. Muchas de ellas escalan hasta el bullying, deteriorando la salud mental en adolescentes y creando un mundo de adultos acostumbrados a la violencia.

Por eso, cuando detectes algún caso, decide no participar en ello. Implicar a la familia y al instituto será el primer paso, pues son las personas responsables de detener el proceso y tomar medidas como los programas preventivos. Después se tendrá que buscar ayuda psicológica profesional para la víctima y quienes la rodean, incluido el acosador.

Detener el bullying es una tarea sistémica que atañe a cada persona individual que forma parte de una sociedad. La violencia nunca puede ser cultura, pues de lo contrario todos seremos víctimas.

Fuente: La Mente es Maravillosa.-

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