El 7 de mayo de 1883 nació en Paraná, Entre Ríos, Evaristo Carriego, considerado el poeta del suburbio porteño porque se radicó en Buenos Aires con sus padres a los cuatro años.
La familia Carriego se instaló en una casa de la calle Honduras 84 del barrio de Palermo, muy diferente de lo que es hoy. Desde muy joven frecuentó las tertulias literarias porteñas, en las que los nombres destacados eran Rubén Darío y Almafuerte.
Escribió en La Protesta, Papel y Tinta, Caras y Caretas, donde dio a conocer sus poesías y cuentos
Su primer libro de poemas fue Misas herejes, en 1908. El resto de sus poesías apareció después de su muerte a los 29 años, con el título “La Canción del Barrio”
Carriego descubrió las posibilidades líricas del arrabal y de los arquetipos que constituirán su mitología personal y porteña. Su mundo es de guapos, cafés, el barrio y los vecinos, y pintan una época, una geografía, un sentir.
Murió a causa de una peritonitis apendicular Fue el «poeta del suburbio», el «poeta de los humildes», el «poeta de Palermo».
Bajo la angustia
Dijo anoche su canto de muerte
la canción de la tos en tu pecho.
Y al mojarse en las notas rojizas
mostró flores de sangre el pañuelo.
-¡Pobrecitas las carnes pacientes
consumidas por fiebres de fuego!
Para ellas, las buenas, las tristes,
tiene un blanco sudario el invierno.
-Mira, abrígate bien, hermanita
Mira, abrígate bien, yo no quiero
que cierre tus ojos la bruja
de los flacos y frígidos dedos.
Hermanita, ¡me viene una pena
si te escucho gemir, que presiento
las nocturnas postreras heladas;
las temidas del árbol enfermo!
¡Si supieras! Blandones sombríos
me parecen tus ojos, ¡tan negros!
Y tu lívida voz taciturna
un fatídico heraldo de duelo.
¡Si supieras! A ratos me asaltan
tus visiones sangrientas...No duermo
al pensar, siempre alerta el oído,
que te pasas la noche tosiendo,
al pensar en tu vida deshecha,
cuando miro esfumarse en mi ensueño
tus nerviosos esguinces cansados
y moverse y cruzar tu esqueleto.
¡Hermanita, hace frío; ya es hora
de los suaves calores del lecho.
Pero cambia la colcha, esta blanca
me recuerda el ajuar de los muertos!