Según la hipótesis "uruguayista", el 11 de diciembre de 1887 nació Carlos Gardel en Tacuarembó; también el 11 de diciembre, pero de 1890, nació el zorzal criollo en Toulouse, Francia, según otra hipótesis, que por ahora es la más acreditada.
El 11 de diciembre 1899 nació en Buenos Aires de padres italianos el violinista, compositor y director de orquesta Julio de Caro. A pesar de que sus padres habían tenido una actuación artística profesional en Italia antes de emigrar, decidieron que estudiara medicina; pero Julio no estuvo de acuerdo y a los 18 años debutó como violinista siguiendo una sugerencia de Eduardo Arolas.
Un relato ya inmovilizado por la consagración dice que cuando iba a festejar el cumpleaños de su amigo De Caro, a Ben Molar se le ocurrió que ese día, el 11 de diciembre, reunía simbólicamente a dos figuras fundamentales y concibió la idea de declararlo "día nacional del tango"
A pesar de que la iniciativa tuvo apoyo de muchas organizaciones vinculadas a la música, debido a la influencia personal de Ben Molar (Moisés Smolarchik Brenner) pasaron 12 años años antes de que la burocracia diera el resultado que se pedía.
Desde 1965, cuando Ben Molar tuvo la idea, hubo que esperar hasta 1977 al decreto que declaró "día nacional del tango" al 11 de diciembre.
Para Julio Nudler, escritor y economista, autor del libro "El tango judío, del ghetto a la milonga", De Caro “conservó la esencia del tango arrabalero, bravío y lúdico de los iniciadores, pero fundiéndolo con una expresividad sentimental y melancólica desconocida hasta entonces"
Esa "expresividad sentimental y melancólica", que Borges lamentaba, tuvo su máximo en Gardel y el "tango canción" que se inició convencionalmente en 1917 con la interpretación de "Mi noche triste", de Pascual Contursi y Samuel Castriota. La letra de Contursi narra una historia quejumbrosa que haría mucho camino: la del hombre abandonado por la mujer.
El origen
El cabildo de Montevideo menciona al tango como baile de negros ya en 1807, antes de la revolución de Mayo y antes de mencionar al candombe. El tango y el candombe vinieron con los esclavizados del Africa, donde ambos tenían un pasado que se pierde confundido con la leyenda.
Las "llamadas" de los domingos en Montevideo, cuando los amos permitían a los esclavos reunirse en "canchitas", espacios de arena junto a las murallas de la ciudad, convocaban a las "naciones" africanas: cabindas, banguelas, magises, casanches, lubolos, que se reunían para cantar y bailar, "llamadas" por los tambores cada uno con un ritmo diferente, inconfundible para los negros pero indiscernible para los blancos.
El tango
Sobre el origen de la palabra "tango" hay muchas versiones: una muy atendible la deriva del orixa "shangó", el sol yoruba difundido desde Nueva Orleans a Buenos Aires, que designa también a un baile y a un tambor. Los orixas son presencias espirituales asociadas cada una con una función.
El sociólogo argentino Blas Matamoros da otra versión: considera la palabra "tango" onomatopeya del tam-tam utilizado en los bailes de los morenos.
Matamoros afirma que los esclavizados decían "tocá tangó" o "tocá tambó" (tocá el tambor) para iniciar el baile. "Tango" sería por extensión el nombre de las casas de los suburbios donde desde inicios del siglo XIX se reunían los esclavos para expresar su alegría a pesar de sus terribles condiciones de vida, su nostalgia de Africa y para bailar y cantar.
En Montevideo, como en Buenos Aires, el tango permaneció mucho tiempo en los barrios "bajos", donde se incubó como danza y como sentimiento y pasión junto con otras expresiones populares como el candombe y la murga.
Se cultivó en la zona del puerto, en mercados, cantinas, boliches de la Ciudad Vieja y bailes. Fue revolucionario por el acercamiento y estrechamiento de los cuerpos de los bailarines y por la evidente connotación sexual de algunas evoluciones. Luego, cuando a lo que era música y danza se sumó la letra, fue en el lenguaje de la calle y del delito, el lunfardo.
En Buenos Aires el tango era ignorado por los criollos; pero captó el interés de los inmigrantes, hacinados en conventillos cercanos al río Maldonado, y se hizo expresión propia de los inmigrantes, ya no solo de los negros.
Poco a poco, a partir de los ochenta del siglo XIX; en los "piringundines", bares pobres que se prolongaban en prostíbulos, y en los teatros, además de comedias y zarzuelas los actores empezaron a cantar y bailar tango.
Transportado por vendedores ambulantes, que giraban la manivela de los organitos -esos "pianinos" que trajeron los inmigrantes italianos- el tango comenzó a caminar fuera del arrabal y penetró en barrios donde había más poder de compra.
En Montevideo la influencia del candombe y del cuplé español se hizo más presente, aunque recibió y amalgamó al tango andaluz -que es un "palo" del flamenco- al chotis centroeuropeo (del alemán "schottish", escocés) y las milongas.
El tango fue declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco en 2009, como marca propia del Río de La Plata.
En el barrio de la Boca del Riachuelo, donde se asentaron los inmigrantes "xeneizes" por el nombre de los genoveses en el dialecto ligur, prosperó la guardia vieja, el tango vibrante, alegre y compadrón, diferente del quejoso que vino décadas después.
Antonio Bucich, miembro de la Academia del Lunfardo creada por Amaro Villanueva, José Gobelo y Nicolás Olivari, describió la Boca por aquellos años, la fascinación que producía el lamparista que encendía los faroles; el andar del compadrito que salía del conventillo de la calle Suárez con paso lerdo, vestido cuidadosamente con pantalón bombilla, saco oscuro, pañuelo blanco al cuello y una flor en la oreja.
Arde en el corazón
Cuando le pidieron una letra nueva para "El Choclo", el tango de Villoldo que es a Buenos Aires lo que "La Cumparsita" a Montevideo, Enrique Santos Discépolo no se limitó a confiar en su inspiración: estudió y concentró la historia del tango de manera magistral en pocas líneas. Su texto termina uniendo al tango su destino personal:
"Por vos shusheta, cana, reo y mishiadura
Se hicieron voces al nacer con tu destino...
¡misa de faldas, querosén, tajo y cuchillo,
Que ardió en los conventillos y ardió en mi corazón!".
De la Redacción de AIM
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