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Caleidoscopio
Caleidoscopio

De Magog a Ucrania

El ex presidente de los Estados Unidos, George Walker Bush, recibía instrucciones directas de dios. Él mismo se refirió a la misión divina que cumplía en la Tierra: “Me conduce una misión de dios. Dios me dice: "George, ve y lucha contra esos terroristas en Afganistán". Y lo hice. Y luego dios me dice "George, ve y termina con la tiranía en Iraq". Bush mantuvo en Texas una reunión en 2002 con Tony Blair, premier británico laborista. Allí decidió invadir Iraq y rezó con Tony por el éxito.

El entonces presidente de Francia, Jacques Chirac, narró haber recibido una llamada de Bush en que éste lo instó a participar en la guerra del golfo, porque "Gog y Magog están actuando en Medio Oriente, y las profecías de la Biblia están a punto de cumplirse". Chirac recuerda que en ese momento la sorpresa no lo dejó responder en el acto, pero cuando se hizo asesorar sobre el asunto, tuvo miedo.

En el libro de Ezequiel de la Biblia, Yahvé barre un ejército de enemigos de su pueblo para iniciar una nueva era. El tema vuelve en el Apocalipsis: La Bestia será derrotada por los ejércitos de dios y será encerrada durante un milenio.

Magog era un reino fabuloso situado al norte del Israel bíblico o en los confines, gobernado por un príncipe llamado Gog. De allí, según Ezequiel, vendría una invasión devastadora al mando de Satanás. En la gran batalla que se producirá entonces, el Armagedón, el pueblo de Israel se salvará milagrosamente para dejar en claro el poder de Yahvé.

Según Bush, un ejército mundial islamita amenazaba al mundo occidental que apoya a Israel. La prueba eran los atentados contra las Torres Gemelas de Manhattan.

Los evangelistas fundamentalistas que votaron a Bush (hijo) en masa creían por el contrario que los ejércitos del diablo caerían sobre Israel y lo destruirían para que vuelva el reino de Cristo. Hay de todo en las viñas del Señor.

El manto sacerdotal
Estos desvaríos pseudorreligiosos son la cobertura ideológica de los planes de los neoconservadores estadounidenses, esgrimidos por dirigentes de la mayor potencia militar del mundo. Los neoconservadores o "neocons" han producido una facción llamada "teoconservadores" o conservadores teológicos, que tratan que la religión se una al Estado y recupere el papel que perdió en los últimos siglos.

Los dirigentes del "estado profundo" estadounidense están totalmente impregnados por estas ideas y suponen que todo el mundo las comparte y acepta el derecho divino estadounidense a dominar el mundo.

El fin de la segunda guerra mundial fue también el ocaso del Imperio Británico. Churchill recomendó retirarse a las islas y proclamó la "splendid isolation". Habían quedado debilitados por la guerra; y la pérdida de la India, la joya de la corona, significó la pérdida de recursos naturales y de soldados para los ejércitos.

¡Ay de los vencidos!
La condición de país vencido en 1945 puso a Alemania en la perspectiva de volver a la misma condición rural que Polonia; sólo la necesidad de crear una barrera a la Unión Soviética permitió afirmarse al industrialismo germano. Sin embargo, la condición de vencida hace casi ocho décadas se ve hoy clara cuando renuncia a reclamar por la voladura del gasoducto Nord Stream, que había financiado, y compra gas natural cinco veces más caro, proveniente del fracking estadounidense. Sin energía barata, el futuro de Alemania es sombrío.

Cuando el Japón ya estaba vencido recibió dos bombas atómicas, las únicas usadas hasta hoy en guerras. No se trataba tanto de apurar la rendición para economizar vidas, como de advertir a la Unión Soviética, que para los planificadores ya era el enemigo, aunque aliado transitorio durante la guerra.

En la década de los 50 del siglo pasado, los planificadores estadounidenses desarrollaron el proyecto de guerra psicológica, que implicaba propaganda a favor del atlantismo, de la "anglosfera" como se dice ahora; controlar los movimientos de liberación en la periferia y desestabilizar a los regímenes que impidieran el control norteamericano de los recursos naturales.

Los fundamentos del fundamentalismo
La planificación tuvo en George Kennan un punto fuerte e integró a sus recursos intelectuales las especulaciones de Wilbur Schramm y de Leo Strauss sobre el mundo de los “buenos” y los “malos”. Ese es el origen del "eje del bien" y el "eje del mal", denominaciones que en tiempos de Bush volvieron a la política internacional con naturalidad, sin suscitar sospechas de la gran prensa, que en otra circunstancia hubiera hablado de maniqueísmo.

Los neoconservadores, hoy parte esencial del funcionariado de Joe Biden, piensan que la fe religiosa, el dios omnipotente, reduce el escepticismo de las masas. Es un instrumento de dominio que sirve, como en general la mentira y el engaño políticos, para encolumnar a las masas detrás de sus gobernantes "naturales".

El escepticismo -que designa etimológicamente la capacidad de examinar- y el nihilismo pueden conducir a un peligro mayor: la anarquía.

El Estado necesita para prosperar de un enemigo, real o ficticio. El enemigo aglutina a las masas, les quita la capacidad de reflexionar, las apasiona, las indigna, las inflama y al final las entrega furiosas y obedientes a las manos de los creadores de fantasmas.

Recientemente estalló en los Estados Unidos el problema del fentanilo, una droga sintética que mata en dosis mínimas y que está diezmando a la juventud. La solución que trazó el poder fue proyectar las causas al extranjero, donde está el mal, culpar a México y a la China, e incluso amenazar con intervenir militarmente en México para frenar la producción de fentanilo.

La intervención encontraría en México tanto fentanilo como armas de destrucción masiva encontraron después de destruir a Iraq.

Patear el hormiguero
La doctrina del "caos creativo" de Leo Strauss tomó en las manos de su discípulo Paul Wolfowitz, asesor de Bush, la forma de "caos social", que había que crear en los Estados que obstaculicen o limiten la hegemonía de los Estados Unidos.

El caos debe impedir todo lo que se oponga a la potencia hegemónica: se deben desarticular las infraestructuras imprescindibles, provocar éxodos masivos o arrojar a las masas a guerras civiles. Los ejemplos de Afganistán, Siria, Ucrania y Libia, hoy convertida en un mercado de esclavos, son elocuentes.

Wolfowitz admite variantes según diversidades sociales. La intención de saquear los recursos naturales de una nación implica no ocuparla mucho tiempo porque no es económico y no favorece la imagen política. El poder hegemónico debe destruir al Estado que cree problemas; sin Estado no hay ejército ni riesgo de oposición seria.

Una de las bases de esta concepción está en el "derecho natural" de los fuertes a dominar a los débiles e imponerles condiciones. El poder hegemónico no respeta alianzas más que en la medida en que respondan a sus intereses, porque no tiene aliados sino vasallos.

Esta idea de dominio de los fuertes sobre los débiles es una elaboración de Strauss de algunos aforismos de Nietzsche y está difuminada en el lenguaje técnico filosófico. Aparece en su libro "El derecho natural y la historia".

Los neoconservadores, que son la mayoría del funcionariado de Biden, se proponen mantener el dominio militar de los Estados Unidos enfrentando a las potencias emergentes: a Rusia que no se tenía en cuenta tras la caída de la Unión Soviética, y a China que emergió sin aviso como potencia.

El desastre ucraniano
La guerra en que Ucrania está resultando destruida, que posiblemente termine con su población exiliada y el país balcanizado, no es una ocurrencia arbitraria ni reciente. Viene siendo preparada desde hace tres décadas por la política neocon estadounidense y tuvo un momento crítico en 2014 con la "revolución de colores" preparada contra el gobierno pro ruso de Ucrania por la funcionaria neocon Victoria Nuland, entonces encargada de los Asuntos Europeos del Departamento de Estado.

Los neoconservadores hace 30 años vienen considerando incluir a Ucrania en su brazo armado, la Otan.

La advertencia del economista estadounidense Jeffrey Sachs, de que Biden está metiendo a Ucrania y a Europa en otra catástrofe geopolítica, no se sustenta en la rusofilia sino en que ataca simultáneamente a Rusia y a China, desoyendo el consejo de Maquiavelo de ir abatiendo los enemigos uno a uno, aliándose con unos primero y volviéndose contra ellos después.

Robert Kagan, marido de Victoria Nuland, ensayista y asesor de Bush, reconoció que el Kremlin se venía preparando con mucha seriedad para “la batalla por Ucrania”, que los neocons buscaron por décadas en lugar de la neutralidad que hubiera salvado a Ucrania.

Los neoconservadores prefirieron la hegemonía estadounidense y Rusia aceptó pelear para defenderse y por sus propias pretensiones imperiales, posiblemente volver a las fronteras de la URSS.

La soberbia ceguera
Según los griegos antiguos, la hybris o desmesura del orgullo, es equilibrada en el momento justo por la némesis, el castigo divino de la soberbia.

Y los neoconservadores andan sobrados de arrogancia, tanto que su posición se basa en que los Estados Unidos disponen de una superioridad en todos los órdenes que les garantiza el éxito.

La ceguera es desde ya un castigo de la soberbia, a la que acompaña con alabanzas, pero está siempre dispuesta a aplaudir cuando caiga.

Si no se les ocultara la evidencia verían que hace ochenta años que los Estados Unidos sufren derrotas en casi todos los conflictos regionales, desde Corea a Afganistán y su participación en la riqueza mundial ha caído en más de la mitad de lo que era en 1945.

En el caso de Ucrania no se trata de un rival comparable con los pastores de cabras afganos. Los pilotos ucranianos se quejaron de que no tenían ocasión de combatir con los rusos, porque los cazas Sujoi 35 los ubican a 200 kilómetros y los derriban desde esa distancia con misiles hipersónicos.

Y en Estados Unidos, que tiene una economía envejecida, sometida a la timba financiera, los gastos militares son asirios y hay estanflación debido a las sanciones prodigadas sin medir las consecuencias.
Para Sachs, es necesario terminar con las fantasías neoconservadoras de los últimos 30 años, hacer que Ucrania y Rusia se sienten otra vez a negociar y que la OTAN se comprometa a poner fin a su expansión hacia el Este.
De la Redacción de AIM.

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