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Caleidoscopio
Caleidoscopio

La dictadura militar

El 24 de marzo de 1976, hace 45 años, se inició la dictadura más tenebrosa de la historia argentina hasta ahora, cuando ocurrió lo que se veía venir ante la parálisis del gobierno constitucional, las huelgas generales que soportó poco antes y la negativa a aceptar remedios que propuso la oposición.

La dictadura argentina iniciada en 1976 fue uno de varios derrocamientos de gobiernos en las décadas de 1960 y 1970 en América del Sur, dentro de la doctrina de seguridad nacional.

Esta doctrina geopolítica fue elaborada durante la guerra fría con varias finalidades, entre ellas consolidar con poco gasto las posiciones en territorios considerados áreas propias de las potencias en pugna; conducir al enemigo al desprestigio; hacer propaganda del interés imperial y mantener al mundo en estado de inquietud perpetua.

La Junta
En nuestro país, las fuerzas armadas se repartieron el poder de manera tripartita; no en Ejecutivo, legislativo y judicial, sino entre el Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea.

La presidenta María Estela Martínez de Perón, que había reemplazado a Perón a su muerte menos de dos años antes, fue detenida cuando volaba en helicóptero desde la Casa Rosada a Olivos y trasladada a Neuquén.

Los militares armaron un triunvirato de comandantes de las fuerzas armadas para ejercer el poder, integrado por el teniente general Jorge Rafael Videla, el almirante Eduardo Emilio Massera y el brigadier general Orlando Raúl Agosti.

Ese trío, llamado "junta de comandantes" designó presidente de facto a Videla. Dispuso que la Armada, el Ejército y la Fuerza Aérea compondrían el futuro gobierno con igual participación. Era el autodenominado "Proceso de Reorganización Nacional".


La descendencia de la Rural
El nieto del fundador de la Sociedad Rural, José Alfredo Martínez de Hoz, fue designado ministro de Economía. El 2 de abril, anunció su plan para contener la inflación, detener la especulación y estimular las inversiones extranjeras.
El régimen se proponía desmontar el aparato productivo argentino, que era visto como fuente principal de conflictividad social, ejercer una represión que evitara cualquier rebelión y eliminara a la oposición revoltosa, y finalmente lograr una "salida política".

Cuando contra sus aspiraciones iniciales de poder sin fin la dictadura empezó a perder las riendas de la situación, intentó la aventura militar de la guerra de las Malvinas. La población se unió bajo una finalidad nacional indiscutible, que llevó al dictador Galtieri a decir que le había quitado todas las banderas a los políticos; pero ya era tarde: ante la derrota militar el proceso debió abandonar el poder sin dejar descendencia, a diferencia de Chile, donde hubo un escenario dictatorial similar, pero sin guerra.

La gestión del ministro Martínez de Hoz, en el contexto de la dictadura en que se desenvolvió, fue totalmente coherente con los objetivos que los militares se propusieron, que eran económicos en buena medida.

Martínez de Hoz era presidente del directorio de Acindar y del Consejo Empresario Argentino integrado entre otros por Techint, Acindar, Macri, Fortabat, Pescarmona, Bulgheroni, Clarín, La Nación, Arcor, Astra, Celulosa, Bunge y Born, Aluar, Soldati, Gotelli, Fate, y Pérez Companc.

Durante la dictadura la deuda empresaria y las deudas externas pública y privada se multiplicaron. La deuda privada se estatizó limitando más la capacidad de regulación estatal.

El plan
La Junta Militar impuso el terrorismo de Estado que desarrolló un proyecto planificado, dirigido a destruir toda resistencia.

El régimen militar puso en marcha una represión implacable sobre las fuerzas políticas, sociales y sindicales, con el objetivo de someter a la población mediante el terror de Estado para imponer el "orden" sin disidencias.

El terror no comenzó entonces, sino que continuó corregido y aumentado el que había echado a correr el gobierno depuesto con la "Triple A", la Alianza Anticomunista Argentina (AAA), un grupo parapolicial gestado por el ministro José López Rega - que había sido auxiliar de Perón en su exilio en Madrid -con sectores del peronismo, del sindicalismo, de la policía y de las fuerzas armadas vinculados con la logia P2, que actuaba en Italia dentro de la logia masónica del Grande Oriente.

Estudiantes, sindicalistas, intelectuales, profesionales fueron secuestrados, asesinados y "desaparecieron". Mucha gente se exilió.

El gobierno suspendió la actividad política, los derechos de los trabajadores, intervino los sindicatos, prohibió las huelgas, disolvió el congreso, disolvió los partidos políticos, destituyó la corte suprema, intervino la CGT y la confederación general económica, suspendió el estatuto del docente, clausuró los locales nocturnos, ordenó el corte de pelo para los hombres, quemó libros y revistas “peligrosos”, censuró los medios de comunicación y se apoderó de numerosos organismos.

Crimen y castigo
Un comunicado del 24 de marzo, el primer día de la dictadura, dispuso la censura. “Se comunica a la población que la Junta de Comandantes ha resuelto que sea reprimido con la pena de reclusión por tiempo indeterminado el que por cualquier medio difundiere, divulgare o propagare comunicados o imágenes provenientes o atribuidas a asociaciones ilícitas o personas o grupos notoriamente dedicados a actividades subversivas o al terrorismo. Será reprimido con reclusión de hasta diez años, el que por cualquier medio difundiere, divulgare o propagare noticias, comunicados o imágenes, con el propósito de perturbar, perjudicar o desprestigiar las actividades de las Fuerzas Armadas, de Seguridad o Policiales".

Los "subversivos"
La dictadura usó profusamente el término "subversión" para referirse ante todo a los guerrilleros, prácticamente derrotados cuando se produjo el golpe, pero también a cualquier movimiento de protesta o crítica social: obreros, universitarios, comerciantes, profesionales, intelectuales, sacerdotes, empresarios.

Sin embargo, subversivos son también los golpes de Estado, sobre todo los que se proponen poner la parte en lugar del todo, como fue característico del Proceso.

La desaparición de personas fue uno de los métodos de la guerra sucia instalada por la dictadura. Era un programa de acción planificado junto con los métodos para llevarlo a la práctica: arrojando a los "desaparecidos" al río de la Plata desde aviones o helicópteros militares o en fosas comunes; fusilamientos y ocultamiento de cadáveres sin identificación.

La represión
La dictadura de 1976 completó y profundizó el esquema de persecución y exterminio que comenzó la Triple A durante el gobierno peronista derrocado.

Se levantaron centros clandestinos de detención y tortura en el propio centro de las ciudades del país, con nombres luego famosos, como la ESMA, el Vesubio, El Garage Olimpo, El Pozo de Banfield o La Perla. Existieron 340 distribuidos por todo el territorio. Locales civiles, dependencias policiales o de las propias fuerzas armadas fueron acondicionados para funcionar como centros clandestinos. Estas cárceles clandestinas tenían una estructura similar: una zona dedicada a los interrogatorios y tortura, y otra, donde permanecían los secuestrados.

La técnica de hacer desaparecer a las personas implicaba no dejar rastros: ni preso, ni cadáver, ni víctima, de modo que tampoco había acusado

Además del secuestro de adultos, hubo un plan sistemático de apropiación de niños. Los niños robados o que las madres parían en los centros de detención fueron inscriptos como hijos propios por muchos miembros de la represión, vendidos o abandonados en institutos.

La dictadura consideró que los hijos de los desaparecidos debían perder su identidad. Por eso los hacían desaparecer y los entregaban a familias de militares. Ellos pensaban con criterio zoológico que la mentalidad subversiva era casi hereditaria o que se trasmitía a través del vínculo familiar.

De la misma forma que a los hijos de desaparecidos se intentó quitarles su familia, a la sociedad en general se intentó quitarle esos antecedentes que, como los padres de esos chicos, eran considerados subversivos.

La operación conocida como la “Noche de los lápices”, que se desarrolló entre agosto y octubre de 1976, implicó el secuestro y desaparición de estudiantes secundarios de la ciudad de La Plata, que habían luchado en defensa de un boleto estudiantil.

Madres de Plaza de Mayo
El grupo Madres de Plaza de Mayo nació en 1977, integrado precisamente por madres de desaparecidos, cuya lista engrosaron también algunas de sus fundadoras. Se convirtieron en el más activo sector de oposición al gobierno.

Desindustrialización
La pequeña y mediana empresa fue sacrificada en el altar de la eficiencia, iniciándose un proceso de acelerada desindustrializacion, ante la imposibilidad de competir con productos provenientes del exterior. La aplicación de las recetas neoliberales no resolvió, sino que profundizó los problemas económicos.

Especulación
A comienzos de 1977, el ministro de Economía, José Martínez de Hoz, inició un sistema de devaluaciones preanunciadas que, sumado a la "ley de entidades financieras" de junio de ese año (que liberó el mercado de dinero y dio garantía estatal a los depósitos a plazo fijo), dio comienzo a la especulación o "bicicleta financiera", que continuó luego con los gobiernos llamados "democráticos".

La plata dulce
La dictadura instrumentó un plan basado en el neoliberalismo, que era apoyado por bancos extranjeros y organismos internacionales. El funcionario encargado de cumplir el plan económico de los militares fue Martínez de Hoz. Puso fin a la protección del mercado interno y al subsidio a empresas. Se congelaron los sueldos. Dejó actuar al mercado libremente con resultados desastrosos. Hubo un gran endeudamiento externo, las industrias quebraron y, al finalizar la dictadura, se desató la inflación.

El conflicto del Beagle
Las cuestiones limítrofes entre la Argentina y Chile estuvieron condicionadas por las circunstancias políticas imperantes en cada país. Bajo regímenes dictatoriales en ambas naciones, las diferencias fronterizas estuvieron a punto de derivar en una guerra abierta. En 1978, luego de que la Argentina rechazó el fallo arbitral británico, el conflicto por el Beagle alcanzó su punto más álgido. El 8 de enero de 1979, la Argentina y Chile firmaron el Acta de Montevideo, que sometía el entredicho a la mediación del Papa. Finalmente, la propuesta papal, conocida a través del cardenal Antonio Samoré, se dio a conocer el 12 de diciembre de 1980 y fue aceptada por la Argentina en 1984 después de una consulta popular no vinculante, en la que el "sí" al acuerdo se impuso por un amplio margen de votos.

El Mundial '78
El triunfo de la selección argentina en el mundial de fútbol supuso que la Junta Militar cubriera con creces los objetivos que se propuso al emprender la organización del campeonato. Durante los 25 días que duró el torneo, los problemas del país pasaron a un segundo plano y el título mundial conseguido por su selección los mantuvo ocultos un tiempo más.

Argentina había sido elegida para organizar el torneo en 1966, pero hubo objeciones internacionales debido a la naturaleza del Proceso en 1978. El gobierno consiguió el apoyo del presidente de la Fifa, el brasileño Joao Havelange, quizá gracias a un acuerdo con Videla. Mientras los hinchas agitaban banderas y gritaban los goles, había secuestrados a 700 metros del estadio de River Plate, en la Escuela de Mecánica de la Armada (Esma).

La organización del torneo dio lugar a la corrupción estatal, porque el costo fue de unos 700 millones de dólares, cinco veces más que el organizado por España cuatro años después.

La guerra de las Malvinas
En medio de la crisis política, económica y social del régimen militar, sorpresivamente el 2 de abril de 1982, tropas argentinas recuperaron las islas Malvinas. Tras frustrados intentos diplomáticos, la fuerza de tareas británica llegó al Atlántico sur y comenzaron las hostilidades. Con hitos como el hundimiento del crucero "General Belgrano" -que produjo 322 muertos- y del destructor británico "Sheffield", la guerra concluyó el 14 de junio, con la rendición argentina. La derrota marcó el derrumbe político del régimen. El regreso de los soldados arrojó luz sobre las sospechas de lo que habían padecido, sin los pertrechos ni el entrenamiento suficientes para enfrentar a los británicos. Para defender las islas del ataque de ingleses bien entrenados y equipados, la junta militar reclutó jóvenes sin instrucción militar, la mayoría provenientes de provincias pobres del interior del país. La derrota de Malvinas y el conocimiento de la muerte de más de 600 jóvenes soldados, deterioraron el frente militar, pero sobre todo la reputación del ejército, al cual se consideró el mayor responsable del desastre.
De la Redacción de AIM.

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