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Caleidoscopio
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Milei y la izquierda

El presidente Javier Milei hizo una reinterpretación de la historia que puso a prueba su capacidad deductiva: Hitler, considerado habitualmente un derechista extremo, era en realidad un "zurdito" porque su partido se llamaba "Nacionalsocialista". De "Nationalsozialismus" deriva el apócope "nazi" en que la "z" indica la pronunciación de la "t" de "National" en alemán.

Al término de la primera guerra mundial, en que Alemania quedó postrada por la derrota y obligada por el tratado de Versalles a pagar una deuda exorbitante, se fundó en Munich un partido derechista, que en realidad iba dirigido a neutralizar a la mayoría socialista, con el nombre "Partido Alemán de los Trabajadores". Al año siguiente pasó a llamarse "Partido Nacional-Socialista Alemán de los Trabajadores".

En las condiciones muy revueltas de aquella postguerra, se mezclaron en la ideología del partido, muy pequeño al comienzo, los judíos identificados como responsables de la "puñalada por la espalda" que llevó a la derrota, la necesidad alemana de "espacio vital" y el darwinismo social que habían inventado los imperialistas ingleses para uso propio.

Es posible que algunos jerarcas del ejército, entre ellos el general Erich Ludendorf, hayan visto en Hitler, que era un sargento que usaban como informante de las reuniones políticas socialistas, un orador que podía influir como ellos querían, porque cuando parecía entrar en trance ejercía una influencia hipnótica sobre las masas.

Para Milei, "zurdito" designa no solo a un ser equivocado, sino despreciable y peligroso.

Hacer entrar a Hitler en la categoría de izquierdista es una tarea imposible partiendo de la izquierda; pero se facilita tomando las definiciones de la escuela austríaca. No se trata acá solamente de individualismo contra comunidad, sino de intervencionismo contra libertad de acción.

Izquierdismo para Milei y sus referentes intelectuales es influencia perniciosa del Estado en la economía. Por eso el profesor español Jesús Huerta de Soto -que se enorgullece de haber tenido a Milei entre sus alumnos- dijo que Roma cayó culpa del socialismo -por extemporáneo que parezca- debido a la intervención del Estado romano en la economía, de la que Hitler fue también "culpable" en sus días al modo "socialista".

Además de distorsionar las presuntas virtudes del "libre mercado" (que hace rato no existe), uno de los fundadores de la escuela austríaca, Ludwig von Mises, explicó que el Estado no puede asignar recursos con eficiencia porque no conoce los precios reales de la economía.

A esa explicación se plegó llanamente Martín Lousteau, autodenominado "socialdemócrata moderno", ex ministro de Felipe Solá en el gobierno de Buenos Aires, ex ministro de Cristina Kirchner, hoy presidente del comité nacional radical, mañana quién sabe.

Milei ve entre Hitler y el socialismo una proximidad, casi una coincidencia, que enrostra a los izquierdistas en general y a los argentinos en particular. Aunque sea un espejismo, para él es suficiente.

Ser de izquierda es para Milei muestra de minusvalía mental, más: de enfermedad psíquica. Son argumentos sostenidos con dientes apretados, pero demuestran por vía emocional, no racional: "los izquierdistas son enfermos mentales, una basura en todos lados, unos cobardes en el aspecto en que se mire".

Tras la marcha convocada por la comunidad LGBT+, Milei ratificó su postura: él no es fascista porque el fascismo es de izquierda.

“Primero que nada, quiero dejar en claro que si fuéramos un gobierno fascista, no habría una marcha de este estilo. Hay que recordar también que nazi viene de nacional socialismo… Vamos muchachos, háganse cargo. Eran de los de ustedes, eran de izquierda”, dijo dirigiéndose a los "muchachos" izquierdistas.

A esta opinión, como a tantas otras, la tomó de fuentes ideológicamente afines. Alicia Weidel, candidata ultraderechista a canciller de Alemania sostuvo en una entrevista que Hitler "no era conservador, no era libertario, era un tipo comunista, socialista, y nosotros somos todo lo contrario".

El anarcocapitalismo postula que toda intervención del Estado en economía es socialista. Si es así, el Estado es socialista desde hace milenios, porque cuando hubo por primera vez excedentes agrícolas, surgió para que queden en manos de una minoría.

El Estado entonces es la defensa de la propiedad privada, que no se sostiene sin su garantía. El anarquismo sin más proponía eliminarla junto con el Estado; pero el que antepone "anarco" al nombre, no: quiere mantener un mínimo de Estado, a saber: el juez y la policía como garantía de la propiedad y de la expropiación.

No solo el socialismo es estatista, también lo es el liberalismo de Trump, por ejemplo, al que Milei adhiere a pesar de que es intervencionista, proteccionista y propone ya sea aranceles, ya sea invasiones militares a favor de sus hipermillonarios modélicos, siempre garrote como en las guerras mundiales del siglo pasado.

Milei llegó al gobierno convenciendo a sus votantes de destruir el Estado "desde dentro"; pero siguió dando al capital bocaditos tales como el RigiI.

Los socialistas creían que el Estado debía desaparecer disuelto en la sociedad de que había surgido cuando se haya resuelto la apropiación privada de los bienes sociales. Socialismo no es sinónimo de estatismo ni de intervencionismo estatal, más bien lo contrario.

Del nombre del Partido Obrero Nacional-Socialista Alemán no se puede inferir su esencia, como pretende Milei.

No era partido porque pretendía incluir todo, no solo representar intereses o ideas de una parte; no era obrero porque los perseguía; no era nacional porque identificaba a la nación con una raza superior inexistente, no era socialista porque no se proponía socializar la propiedad. Fue el nombre elegido en un momento histórico irrepetible para envolver ideas racistas, anticomunistas y milenaristas.
De la Redacción de AIM.

Libremercado Nacional Socialista Adolf Hitler javier milei

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