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Caleidoscopio
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Preocupación en Colón por la instalación de una refinería de e-combustibles en Uruguay

Carlos Serrati, integrante de la multisectorial Somos Ambiente, alerta sobre los riesgos ambientales y sanitarios que podría traer la instalación de una planta de e-combustibles frente a la ciudad entrerriana. Asegura a AIM que aún no hay estudios de impacto ambiental y que la comunidad exige respuestas ante posibles consecuencias en la salud, el paisaje y la economía local.


¿Cuándo y cómo tomaron conocimiento del proyecto de la refinería de e-combustibles?

Carlos Serrati nos comparte: nosotros sabíamos ya desde 2023 que iba a venir una planta de hidrógeno verde a instalarse en esta región. Luego de eso, a mediados del año pasado, quizás en mayo o abril ya sabíamos que venía para la zona de Paysandú, después nos enteramos que iba a ser frente a Colón. Y luego, una vez que sabíamos el lugar, ya nos inquietamos un poco más y empezamos a investigar de qué se trataba y ahí nos dimos cuenta de que no era una planta de hidrógeno verde, como se decía en su momento, sino una de producción de combustibles que utilizan el hidrógeno verde y el dióxido de carbono para producir metanol.

El nombre de e-combustibles significa que son combustibles elaborados a energía eléctrica. Normalmente los combustibles son por destilación de petróleo, el procedimiento es totalmente diferente. Se calienta el petróleo y empiezan a salir las distintas sustancias más livianas en cuanto a su condición de peso específico y en cuanto a su condición de viscosidad. Entonces los más livianos son lo que aparece como solventes, después como naftas, después como aceite y después van quedando derivados más pesados que esos después se terminan utilizando en otro tipo de insumos, incluso el resto de todo eso queda para la industria petroquímica, pero el tema de e-combustibles refiere a la a la condición de ser generados por electricidad.

¿El proyecto ya cuenta con estudios de impacto ambiental?

Serrati explica: “No, el proyecto todavía no llegó a esa instancia, recién tienen la posibilidad de usar el suelo para lo que han propuesto realizar en esa zona, pero todavía no tienen el estudio de impacto ambiental. Es decir, todo ese procedimiento administrativo lo tienen que presentar ante el gobierno nacional de la República Oriental de Uruguay que es la encargada de tener todo ese tipo de controles administrativos para este tipo de industria o para cualquier tipo de industria que quiera radicarse”.

¿Cuáles son los principales riesgos ambientales que identifican?

Son varios, porque no solamente hay riesgos ambientales, hay riesgos de diversas características. El riesgo ambiental es el desconocimiento fundamentalmente de la composición, por ejemplo, de los gases que pueden salir por las chimeneas. Ese es uno.

La industria va a tener cuatro antorchas permanentemente encendidas donde queman parte de los combustibles que no califican para lo que ellos están comprometidos a producir. Ellos tienen que producir gasolina, querosén para aviación, gas y lubricantes. Cada uno de ellos cumple normas de calidad. Aquellas partes del proceso que no se ajusten a las normas de calidad de cada uno de estos compuestos tienen que ser incineradas, se queman porque es más fácil que se transformen en dióxido de carbono junto a otros gases que arrojarlos a un sistema de tratamiento porque no tienen formas de que desaparezca eso. Entonces la transformación es a través de la quema, por eso se prevén que las cuatro antorchas van a estar permanentemente quemando esos combustibles.Entonces ahí sabemos que hay gases, puede haber dióxido de carbono, pero seguramente también haya otros tipos gases más que desconocemos de qué tipo pueden llegar a ser. Lo mismo pasa con las chimeneas de incineración de madera, ellos para el dióxido de carbono necesitan incinerar madera de producción forestal de la cual obtienen el hidrógeno y el resto de los gases, porque la quema de madera no solamente tiene dióxido de carbono, sino que también hay otros compuestos.

Tampoco sabemos qué va a pasar con esos compuestos, si van a ser arrojados, si van a ser filtrados y si se filtran, ¿cómo será el procedimiento?, supuestamente eso puede aparecer en un estudio de impacto ambiental a futuro, pero hoy por hoy nosotros consideramos que ese es un riesgo a la cual está expuesta la comunidad de Colón. Otro riesgo más.

¿Han consultado con expertos en salud sobre los posibles efectos en la población por las emisiones de gases?

Hay alguna experiencia en ese sentido, pero como no conocemos qué tipos de gases son, no podemos prever qué consecuencias pueden acarrear. Entonces ahí tenemos una limitante.

También consideramos en cuanto a los procesos de salud, no solamente los problemas de salud que pueden venir a través la contaminación, sino que la modificación del paisaje que va a generar la planta a 3.600 metros de Colón cambia radicalmente la visión que tiene la ciudad sobre el río; ahora del otro lado del río no va a haber el bosque que hasta no hace mucho tiempo estaba destinado a ser un área natural protegida por las autoridades de la República Oriental de Uruguay, ahora cambian ese criterio y la destinan como área de uso industrial. Lo que iba a ser área natural protegida se transforma en un área industrial. Entonces esa transformación del ambiente y esa transformación del paisaje hacen que haya distintos modos de generar una afectación sobre la población.

Una se da en el orden psicológico, esto nos lo han comentado agentes de salud con los que hemos estado reunidos. Cuando se impone una situación de esta naturaleza, los efectos sobre la salud mental son notorios. El sujeto social que experimenta esta situación se ve afectado, especialmente en esta región. Hemos tenido inmigrantes, y muchas de esas personas que llegaron, al ser sacadas de su hábitat original, han sufrido a lo largo del tiempo. No solo los que llegaron, sino también el resentimiento que se transmite a las generaciones siguientes, ha perdurado hasta nuestros días, con distintas consecuencias. Al menos, esa fue la advertencia que nos hicieron los agentes de salud que abordan estos temas.

La situación también tiene un impacto directo sobre la economía, ya que la alteración del paisaje podría afectar seriamente la actividad económica, sobre todo en la zona ribereña del río en Colón, que tiene un perfil turístico importante. Según toda la información que hemos recabado y los estudios preliminares realizados, es muy probable que esta actividad industrial pueda disminuir tanto la demanda habitacional como la demanda turística en la zona. Y cuando eso ocurra, se generará un efecto dominó que afectará no solo el sector turístico, sino que también tendrá repercusiones sobre otros aspectos económicos, lo cual también impactará en la salud de las personas en varias formas, en especial considerando la proximidad de la planta a la zona habitacional.

¿Existen antecedentes de plantas similares en otros lugares?, ¿qué efectos tuvieron en su entorno?

El miembto de Somos Ambiente expresa que ya existen antecedentes de plantas similares en otras partes del mundo. Nos hemos informado acerca de los efectos que han tenido en sus entornos cercanos. En este caso, sin embargo, la planta que se instalará en nuestra zona es la más grande de las de este tipo de la que tenemos conocimiento. En total, se producirá un volumen de 560.000 toneladas de metanol al año, lo que equivale a unas 1.500 a 1.600 toneladas de metanol producidas al día. Esto sin contar los días de paro, ya que el mantenimiento de la planta implica que haya días de inactividad, lo que es algo normal en este tipo de industrias. La planta tendrá un volumen de producción tan grande, que el impacto sobre el entorno y la salud puede ser considerable, y la ubicación de la planta, junto con el tipo de producto que se va a fabricar, la convierten en una industria de alto riesgo para las personas que viven a su alrededor, ya que la planta se encuentra a tan solo unos 3.000 metros de distancia de las zonas habitadas.

En relación con esto, también hay otros factores que debemos considerar. En nuestra zona no tenemos experiencia previa con este tipo de industrias, lo que nos deja en una situación incierta en cuanto a los efectos que esta planta podría tener, tanto en la población en general como en la producción de alimentos locales. Un ejemplo concreto de esto tiene que ver con la producción avícola, que podría verse afectada de manera negativa ya que estas empresas cuentan con un estándar de calidad que podría verse alterado al encontrarse tan cerca de la refinería y sus desconocidas consecuencias.

En cuanto a la planta que se instalará aquí, es importante tener en cuenta que, si bien hay otras más pequeñas en el mundo, esta planta es considerablemente mayor que otras que ya están operando. Por ejemplo, una de las plantas más grandes de este tipo se está comenzando a construir en España, en Huelva, la cual producirá unas 300.000 toneladas de metanol al año, mientras que la que se instalará aquí producirá 560.000 toneladas anuales, y hay planes de aumentar la capacidad a 700.000 toneladas, lo que implica unas 2.000 toneladas de metanol producidas cada día. Este volumen de producción implica un alto nivel de riesgos, dado que las operaciones serán más intensas y el impacto podría ser mucho mayor.

Además, en las conversaciones que hemos tenido con ingenieros expertos en el área, como ingenieros químicos y en seguridad industrial, nos han explicado que, aunque se implementen todas las medidas de seguridad, el riesgo cero no existe. Siempre hay un margen de riesgo en cualquier tipo de industria, ya que algún imprevisto puede ocurrir, aunque las instalaciones estén diseñadas para minimizar los peligros. Los imprevistos pueden ocurrir debido a fallos en los materiales, válvulas, bombas, cañerías, entre otros componentes. Este tipo de fallos puede generar un accidente que pondría en peligro a toda la comunidad cercana a la planta, lo que lo convierte en un riesgo inminente.

¿Qué respuesta han obtenido hasta ahora sobre su pedido de relocalización por parte del Uruguay?

Serrati menciona que hasta el momento no han recibido una respuesta de parte del gobierno de Argentina, ni desde el ámbito municipal ni desde el provincial, respecto a nuestra solicitud formal de relocalización. Nosotros hemos solicitado de manera oficial que la planta sea trasladada a otra ubicación, que se encuentre lo más alejada posible de la zona poblada. Por otro lado, también estamos en proceso de presentar la solicitud ante el gobierno de Uruguay, considerando que la planta se encuentra dentro de su jurisdicción. Sin embargo, la postura del gobierno provincial de Entre Ríos está bastante clara, y hemos publicado los detalles de nuestra solicitud. En cuanto a los diputados nacionales, habíamos solicitado que por lo menos tres sectores políticos se interesaran en este tema. Sin embargo, solo conseguimos que dos de ellos se comprometan a participar, lo que no fue suficiente. La reunión que tuvimos con ellos no debería haber sido solo una cuestión partidaria, sino que debía haberse abordado como un tema de interés general, debido a que está en juego la salud de la población.

En cuanto a la provincia de Entre Ríos, entendemos que están encaminados en la solución, aunque no hemos recibido respuesta formal del gobierno de Uruguay ni de las autoridades locales de Paysandú. También hemos solicitado una reunión con la intendenta de Paysandú, pero aún no hemos obtenido respuesta.

¿Reciben apoyo de organizaciones ambientales, científicas o políticas?

En cuanto a las organizaciones con las que hemos estado en contacto, las científicas nos han pedido especificaciones técnicas sobre el proceso de producción, ya que, hasta el momento, no tenemos detalles sobre los sistemas de producción que utilizarán. No sabemos, por ejemplo, qué tipo de catalizadores se usarán, ni cómo se va a producir el metanol mediante la electrólisis. Dado que la planta aún no ha dado esa información, no podemos evaluar con precisión las consecuencias que podría tener sobre el entorno y la salud. Los riesgos que esta planta puede generar aún no son del todo claros, y por eso estamos exigiendo más transparencia en el proceso.

Respecto a la posible ubicación más adecuada para esta planta, creemos que debería ser en una zona alejada de cualquier centro poblado y, por supuesto, lo más alejada posible del río Uruguay. Este río es de uso compartido entre Argentina y Uruguay, y no puede ser utilizado para un solo fin, más aún cuando estamos hablando de una planta de este tipo. Aunque el consumo de agua para la planta no es muy relevante comparado con el volumen de agua que tiene el río Uruguay, el problema radica en el tratamiento del agua: la planta va a extraer y devolver agua al río, lo que podría tener efectos negativos en el ecosistema fluvial. Además, el río ya está afectado por otros contaminantes, como efluentes cloacales y escorrentías provenientes de la cuenca, lo que ya pone en riesgo el equilibrio ecológico. Esto puede ser la gota que rebalsaría el vaso, y podría tener consecuencias muy graves para todo el ecosistema acuático.

¿Han tenido contacto con organizaciones ambientales del lado uruguayo?

En cuanto a las organizaciones ambientales, seguimos en contacto con varias en Uruguay y hemos recibido invitaciones para participar en conferencias y reuniones. Mañana, por ejemplo, vamos a participar de un seminario sobre hidrógeno verde organizado por UTE (la empresa estatal de energía de Uruguay). Esta será una buena oportunidad para plantear la problemática de la instalación de la planta en la zona, dado que el hidrógeno verde se utiliza en el proceso y que este tipo de productos implica riesgos de explosión durante el transporte y el almacenamiento. Además, la planta empleará dióxido de carbono, lo que también genera más preocupación sobre los posibles impactos.

¿Cuáles son los próximos pasos que van a tomar como Multisectorial Somos Ambiente?

Con la multisectorial seguimos trabajando en la difusión del problema y en la sensibilización de las poblaciones ribereñas del río Uruguay, tanto en Argentina como en Uruguay. Creemos que es importante que las comunidades locales, de ambos países, comprendan lo que está en juego y trabajen de manera conjunta para resolver este problema de manera pacífica y sin generar conflictos. Además, si se cumplen los acuerdos históricos firmados entre Argentina y Uruguay, la relocalización de la planta debería ser una prioridad, ya que la comunidad de Colón ya ha manifestado su rechazo a la instalación. Si las autoridades competentes aceptan esta situación, no debería ser necesario más protocolo ni trámite burocrático. Sin embargo, confiamos en que las negociaciones sigan su curso, y estamos dispuestos a seguir dialogando para encontrar una solución que proteja la salud de la población sin generar más tensiones. De la Redacción de AIM.

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