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Caleidoscopio
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Primero de Mayo: El Tratado Roca-Runciman

La especulación sin límites aparentes tuvo un freno inesperado cuando los especuladores, ciegos ante la perspectiva de ganancias fáciles, no vieron claros síntomas de crisis en Wall Street, la bolsa de Nueva York, que se derrumbó el jueves 24 de octubre de 1929.

Desde el fin de la gran guerra europea en 1918, los estadounidenses que podían invertían todo y hasta hipotecaban sus viviendas para comprar en la bolsa acciones que creían que por una providencia terrena, por alguna una magia favorable, siempre aumentarían de valor.

Era una gran burbuja que duró una década, pero se pinchó en 1929 y provocó la desaparición de grandes fortunas, la ruina de millones de pequeños inversores que perdieron sus ahorros, su vivienda y en muchos casos, vía suicidio, su vida.

Hubo entonces largas filas de nuevos indigentes, que habían perdido lo poco que tenían en una fiebre especulativa a la que en rigor habían entrado con el criterio fascinado. Esperaban en la cola un plato de comida, el negro despertar de un sueño dorado.

El imperio americano lamentó el golpe, la quiebra de los bancos y la ruina de algunas empresas importantes; pero se apresuró a tomar medidas que transfirieran a la periferia todo el peso posible de la crisis.

Protección o libertad, según conveniencia
Acudieron con desenvoltura a políticas proteccionistas: aranceles e impuestos para limitar la entrada y competencia de mercancías extranjeras.

Nuestra América y la Argentina, el patio trasero del imperio, sufrió las medidas centrales al punto que la terrible miseria popular de entonces se hizo ejemplar. "Yo soy del 30, cuando me enseñaron las madrugadas lo que es sufrir", resume la letra del tango de Héctor Méndez.

Para sortear la situación dentro de lo posible, la oligarquía vacuna argentina atinó a profundizar la dependencia firmando un pacto que garantizaba el comercio de las carnes sin importarle el resto.

En la gran crisis de 1929 cayeron los precios internacionales de las materias primas, entre ellas la carne argentina, y subieron los precios de las manufacturas importadas y del carbón, que era fundamental en nuestro país.

Von Pepe al exilio
José Félix Uriburu, un miembro de la clase "alta" salteña al que sus adversarios llamaron "von Pepe" por su inclinación al nazismo y por su nombre José, fue el presidente golpista que manejó como pudo la tormenta hasta que lo echaron los liberales y se fue a morir en París.

Como siempre los liberales, ultras o no, aplicaron ajuste presupuestario, pagos a rajatabla de la deuda externa, aumento exponencial del costo de vida, una miseria popular asfixiante: el plan para los que no tienen más remedio que aguantar lo que venga.

Un general entrerriano del siglo XX
En elecciones adelantadas, fue electo en el "fraude patriótico" Agustín Pedro Justo, general golpista nacido en Concepción del Uruguay. Justo estaba en mejores términos que Uriburu con el Ejército, con la oligarquía conservadora y con el capital británico.

Pero sufrió las consecuencias de un acuerdo que no se esperaba: La conferencia de Ottava, donde Su Majestad Británica, apurada por la crisis, decidió traer materias primas solo de sus colonias repartidas por todo el mundo, y que eran el 25% de la superficie del ecumene.

La conferencia de Ottawa implicaba para la Argentina la pérdida de su principal mercado de carnes. Entonces, Justo fue a Londres en 1932 con una comitiva de "notables" para negociar algo que le permitiera recuperar el negocio, por lo menos en parte.

En el día internacional del trabajo
Finalmente el 1 de mayo de 1933, día internacional de los trabajadores, vio la luz el pacto Roca-Runciman, firmado por el vicepresidente argentino Julio Roca, hijo del presidente arrasador de los mapuche, y el jefe del Board of Trade inglés, Walter Runciman.

A cambio de que Gran Bretaña comprara 390.000 toneladas de carne, como en 1932, la Argentina aceptaba ser el sexto dominio de su Majestad Británica: Argentina permitió que el 85% de sus exportaciones de carne estuvieran a cargo de frigoríficos británicos dejando el escuálido 15% de participación para frigoríficos nacionales. Los pagos de las compras realizadas por el Reino Unido en Argentina podían ingresar tras deducir antes los pagos de la deuda externa; no habría aumentos de aranceles aduaneros y por último Argentina se comprometía a sostener sin aranceles el carbón entre otros bienes y también a comprar en Inglaterra todos los bienes que necesitara.

El sexto dominio de Su Majestad británica
El tratado Roca-Runciman sobre comercio de carnes y aranceles fue una abdicación completa de la oligarquía argentina ante el imperio británico en plena década infame” con la finalidad de que Inglaterra siguiera comprando carne de sus estancias. Su finalidad era que la política comercial inglesa en respuesta a la crisis mundial no afectara la balanza comercial argentina. El senado ratificó el pacto por ley 11.693.

Inglaterra se comprometió a continuar comprando carnes argentinas en tanto y en cuanto su precio fuera menor al de los demás proveedores mundiales.

Argentina creó el Banco Central con competencia para emitir billetes y regular las tasas de interés bajo la conducción de un directorio con fuerte composición de funcionarios del Imperio Británico.

Además de estas concesiones, Inglaterra obtuvo el monopolio de los transportes de Buenos Aires. Sin embargo, pocos preveían la guerra en ciernes en que el Imperio Británico entraría en decadencia frente a su imperio sucesor, el norteamericano, del que hoy es apenas un furgón de cola, tanto más vociferante cuanto menos potente.
De la Redacción de AIM.

Comercio de carnes tratado Roca-Runciman primero de mayo

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