Cada fin de semana, a pesar de las restricciones que impone la pandemia de Covid-19, la Plaza Sáenz Peña de Paraná se puebla de niños, triciclos, bicicletas, cochecitos y pelotas: “Es ideal para despejarme y traer a mis chiquitos para que jueguen”, contó a AIM una joven madre de dos niños que correteaban a su alrededor. La plaza, pulmón de la ciudad, es un clásico entre las familias atraídas por su combinación de tambores, música, teatro, ferias y niños pintores que la convirtieron en una tradición.

En los días de sol, la plaza Sáenz Peña, se convierte en una tradición de las familias de la zona que se congregan allí con los más pequeños, portando cochecitos, triciclos, andadores o juguetes para disfrutar de ese espacio verde emplazado en el medio de la ciudad que invita a despejarse, a tomar mates y sol.

En diálogo con esta Agencia, Marisa, la joven mamá, contó a AIM que “esta plaza es uno de mis lugares favoritos para venir a despejarme y traer a mis chiquitos para que jueguen” y agregó que “lo que más les gusta hacer es subirse a las hamacas y jugar con la arena, aunque también corren por el pasto y tratan de subirse a todos los triciclos que encuentran”.

“Mis hijos están creciendo en esta plaza, tienen dos y cuatro años, y ya es clásico en ellos escucharles balbucear y pedir que los traiga para acá, porque se divierten con muy poquito y de paso los habitúo a jugar y compartir con otros chicos”, explicó.

“La plaza nos cobijó en todas las etapas de crecimiento de mis chiquitos, porque cuando eran bebés los traía para amamantarlos y estar al aire libre, después los traía para que tengan espacio para el gateo y ahora que ya caminan y corren me encanta verlos disfrutar con los otros nenes”, puntualizó.

Un plan “sencillo” en tiempos complejos
En tanto, aseguró a AIM que “a veces los traen sus abuelos y cada vez nos cuesta más hacerlos regresar a casa de los juegos por eso creo que es un privilegio poder seguir compartiendo estos espacios públicos para el esparcimiento de los chicos”.

Según esta mamá el paseo constituye un plan “sencillo y muy económico, porque preparamos mate y cosas ricas para comer, aprontamos los juguetes, algún sillón y los abrigos y pasamos unas tardes muy lindas, muy sanas”.

“A mí me traían acá cuando era muy pequeña y la plaza nunca perdió su magia, su encanto. Siempre creo que es un lugar muy especial y por eso les enseñé a mis hijos a cuidarla; es un espacio donde pueden ser niños”, expresó.
De la Redacción de AIM.