En su discurso ante el G20, el Presidente criticó a la actual estructura del sistema financiero global. Especialmente apuntó al Fondo Monetario Internacional.
El presidente Alberto Fernández participa del decimosexto encuentro de los jefes de Estado de los países miembros del G20 entre los cuales se encuentra la Argentina. En su discurso, criticó a la actual estructura del sistema financiero global. Pero, sobre todo, al FMI.
“El actual sistema, que prioriza a la especulación por sobre el desarrollo de los pueblos, debe cambiar. La deuda externa que mi gobierno heredó con el Fondo Monetario Internacional y que hoy estamos afrontando es un claro ejemplo de lo que está mal: única en la historia por su monto y por sus condiciones de repago, aprobada para favorecer a un gobierno en la coyuntura, acaba condenando a generaciones que miran impávida el destino que le ha sido impuesto”, dijo el mandatario
Además sentenció: “No hay inocentes en esa historia. Son tan responsables los que se endeudaron sin atender las ruinosas consecuencias sobrevinientes, como los que dieron esos recursos para financiar la fuga de divisas en una economía desquiciada”.
“Que nadie se confunda. No vengo a renegar del capitalismo. Vengo a alzar mi voz contra los que han sometido al capitalismo de la producción y el trabajo a la lógica de la especulación financiera. La ética social debe darle contenido a la economía. El G20 debe involucrarse en esa tarea sabiendo que tanta injusticia social rodea nuestras vidas”, dijo.
Además señaló que con la pandemia, “vimos como la desigualdad se profundizaba”. “Nuestra templanza está a prueba. Quienes renegamos de un mundo en el que la riqueza se concentra y la pobreza hunde a millones, debemos fortalecer nuestras convicciones. Es hora de convocar a una reflexión colectiva. Es tiempo de que nuestras almas se involucren tanto como nuestros cerebros”, sostuvo el mandatario argentino.
“Millones de hombres y mujeres viven en la pobreza. Esa población sufriente habita, en su inmensa mayoría, en países en desarrollo. En el marco de la pandemia, estas disparidades estremecen. Casi el 80 % de las vacunas producidas se aplicaron en países de altos ingresos. En cambio, más del 60 % de la población de nuestra región aún no tiene completado su esquema de vacunación. La vacuna aún no es un bien global. Ese triste panorama se patentiza cuando vemos que se restringe la movilidad de las personas según haya sido la vacuna a la que pudieron tener acceso”, señaló ante los líderes del G20.
En esa línea, continuó: “La globalización iba a convertir al mundo en una “Gran Aldea”, la casa común de la que habla el Papa Francisco. Nacía la esperanza de una comunidad integrada y una convivencia pacífica. Los resultados fueron otros. La codicia de los poderosos condenó al olvido a millones de “aldeanos”. El financiamiento internacional debe fijar nuevas reglas para poder igualar nuestras sociedades, con impactos positivos y enfrentando el cambio climático.