EE.UU. es un país enorme en términos de superficie y muy rico en términos de diversidad geológica y de recursos naturales. Donald Trump, nuevo presidente del país, está dispuesto a aprovechar estos recursos cueste lo que cueste y para ello ha firmado una orden ejecutiva para declarar la "emergencia energética nacional" que le da autoridad para abrir las puertas al campo a todo el que quiera abrir un agujero y buscar petróleo, hablando mal y pronto.
Aunque el impacto sobre el mercado de crudo internacional será limitado en el corto plazo (puesto que EE.UU. ya produce cerca de su potencial y otros factores como las sanciones sobre Rusia o los recortes de la Opep limitan las caídas del crudo), resulta interesante analizar cuáles son los tesoros ocultos bajo suelo estadounidense que se pueden rescatar gracias a esta orden ejecutiva. Aunque no se espera un impacto inmediato, lo cierto es que el precio del crudo cae con intensidad esta jornada de martes ante una previsión de mayor producción futura en EE.UU.
En su primer día de vuelta a la 'oficina', Trump declaró dos "emergencias" de índole nacional: una en la frontera sur para abordar su agenda antiinmigración y la citada energética. Esta última contempla medidas que aumenten la producción nacional de petróleo y gas sin demora. Se levantarán las restricciones impuestas a los productores de petróleo y gas por la Administración Biden, como la prohibición de la producción de petróleo y gas en tierras federales y frente a la costa. Además, se revocará la prohibición de la Administración cesante de conceder licencias para nuevos proyectos de exportación de gas natural licuado (GNL). También se repondrán por completo las reservas estratégicas de petróleo y se exportará energía "a todo el mundo".
Anuncios de este tipo, que los analistas ya esperaban, no tendrán un gran impacto en el sector a corto plazo, opinan estos mismos expertos. "No se espera que esto tenga un efecto sobre la producción de petróleo y gas de EE.UU., al menos no a corto plazo. Ambos ya han alcanzado niveles récord a pesar de las restricciones impuestas hasta la fecha", señala Carsten Fritsch, estratega de materias primas de Commerzbank."La economía dicta hoy el suministro de petróleo y gas en EE.UU., no la regulación. La desregulación no provocará un auge de las perforaciones", consideran Norbert Rücker y David Kohl, estrategas de Julius Baer. Pero lo que sí hacen estas órdenes es abrir puertas de cara al futuro.
Estas noticias y órdenes hacen, por ahora, más ruido que otra cosa. Pero lo cierto es que abren la puerta a que las empresas extraigan petróleo de zonas que ahora estaban vetadas. Si el crudo sigue demandándose con intensidad en el futuro, Alaska y el suelo federal de EEUU serán objetivo de nuevas perforaciones para extraer un recurso muy rentable (en la actualidad, las reservas recuperables en EE.UU. alcanzan los 48.000 millones de barriles, pero el potencial de Alaska sola es de 50.000 millones si se permitieran explotar sus reservas). Sin embargo, en el corto plazo el impacto será limitado, puesto que esto requiere una elevada inversión y con el precio actual del crudo algunas de estas inversiones no son atractivas. Pese a todo, analistas como los de Capital Economics esperan que la producción de crudo estadounidense siga aumentando, "aunque los avances en las técnicas de perforación horizontal permiten conseguirlo sin invertir necesariamente en más perforaciones".
El tesoro bajo Alaska
En una orden ejecutiva dedicada exclusivamente a Alaska, el mandatario subrayó que ese estado "posee un suministro abundante y en gran medida sin explotar de recursos naturales". "Liberar esta abundancia de riqueza natural aumentará la prosperidad de nuestros ciudadanos y al mismo tiempo ayudará a mejorar la seguridad económica y nacional de nuestra nación para las generaciones venideras", destacó el presidente de EE.UU.
Alaska, conocida como la última frontera de EE.UU., guarda bajo su superficie un tesoro energético que podría cambiar el panorama petrolero del país Desde que fue comprada al Imperio Ruso en 1867, Alaska ha sido tanto fuente de riqueza como escenario de intensos debates. Ahora, con las recientes medidas de la Administración Trump que eliminan restricciones clave para la extracción de petróleo, el estado más despoblado de EE.UU. se prepara para una nueva era de exploración y desarrollo energético.
El subsuelo de este territorio esconde cerca de 50.000 millones de barriles de petróleo técnicamente recuperables y alrededor de 132 billones de pies cúbicos de gas natural, según datos del Arctic Institute. Solo las regiones marítimas del mar de Beaufort y el mar de Chukchi concentran aproximadamente 23.000 millones de barriles. Este potencial convierte a Alaska en una pieza clave para la autosuficiencia energética de Estados Unidos. "El Ártico ha sido considerado la última frontera energética del mundo, y Alaska es su puerta de entrada", señala el informe.
La mayor parte de los recursos restantes se encuentran en tierras federales y zonas costeras a las que se ha dificultado o bloqueado el acceso, ya sea por políticas federales, litigios ambientales o un régimen regulatorio complejo y en constante cambio Durante la Administración de Barack Obama, se implementaron estrictas restricciones ambientales, incluyendo una prohibición de perforación en 115 millones de acres de aguas federales en los mares de Beaufort y Chukchi. También se vetó la exploración en el "Área 1002" del Anwr, que alberga un estimado de 7.700 millones de barriles de petróleo técnicamente recuperables. Estas políticas pretendían proteger la biodiversidad de la región, pero también limitaron el desarrollo económico. "La riqueza de Alaska quedó atrapada bajo sus propios pies", criticaron sectores pro-petróleo durante años.
El desarrollo petrolero de Alaska comenzó con fuerza en 1968 tras el descubrimiento del campo de Prudhoe Bay, en el norte del estado. Esta región dio paso a la creación del Trans Alaska Pipeline System (Taps), un oleoducto que ha transportado más de 17.000 millones de barriles de petróleo desde su apertura en 1977. Sin embargo, la producción en Prudhoe Bay y otros campos ha disminuido, llevando a TAPS a operar solo al 25 por ciento de su capacidad.
Es una realidad que la producción de Alaska ha estado en una tendencia decreciente a largo plazo desde que alcanzó su punto máximo en 1988, cuando el estado representaba el 25 por ciento de la producción interna de EE.UU. La producción de petróleo en Alaska ha caído aproximadamente un 75 por ciento desde que alcanzó un pico de más de dos millones de barriles por día (bpd) en 1988, según datos recogidos por Resource Development Council, una asociación empresarial de Alaska. Las nuevas oportunidades en áreas como el Refugio Nacional de Vida Silvestre del Ártico (Anwr, por sus siglas en inglés) podrían revitalizar esta infraestructura crítica.
Con la llegada de Donald Trump se abre una ventana de oportunidad para Alaska. La Administración republicana revocó varias de estas restricciones, permitiendo la exploración sísmica en el Anwr y otorgando nuevas licencias de perforación en el mar de Beaufort. "Las políticas pro-petróleo de Trump han impulsado un renacimiento en Alaska, ofreciendo la posibilidad de explotar reservas que estuvieron fuera de alcance durante décadas", destaca el Arctic Institute.
No solo Alaska. Con el cambio normativo, las empresas de crudo y fracking van a poder perforar en suelo federal, lo que permitirá que una mayor parte de las zonas de Nuevo México y Texas sean objetivo de perforación y fracturación hidráulica (fracking) en el futuro. Es cierto que estos desiertos ya están muy explotados (al contrario que Alaska) porque buena parte del suelo está en manos privadas que han permitido (aprovechado más bien) la perforación y explotación del petróleo. Aun así, con la nueva orden de Trump será más sencillo que las zonas que están protegidas y donde se obstaculiza la perforación, ahora comience una nueva era dorada para el crudo.
Fuente: El Economista (España)