El pontífice aterrizó este domingo a las 11.08 locales (14.08 en la Argentina) en el Aeropuerto Internacional de Edmonton; a los 85 años y con una lesión de rodilla que lo obliga a usar silla de ruedas, llegó desde Italia en un "viaje de penitencia" que durará seis días

El Papa Francisco llegó ayer a Canadá en un "viaje de penitencia" para disculparse por el rol histórico de la Iglesia Católica en los abusos de niños indígenas, y es un esfuerzo físico que decidió hacer pese a las serias dificultades de movilidad que hace meses le causa una dolencia en su rodilla derecha.

El pontífice aterrizó este domingo a las 11.08 locales (14.08 en la Argentina) en el Aeropuerto Internacional de Edmonton, en el Oeste del país, a donde llegó acompañado por medios a bordo del avión papal tras 10 horas de viaje desde Roma antes de ser recibido en la pista por el premier Justin Trudeau.

La Santa Sede aclaró que sus actos públicos se limitarán a una hora por "su avanzada edad" y las "limitaciones" físicas.

"Este es un viaje de penitencia. Digamos que ése es su espíritu", explicó al referirse al pedido de perdón que hará a los pueblos indígenas por los abusos cometidos en internados manejados por la Iglesia entre fin del siglo XIX y la década de 1990.

La visita de seis días será probablemente consagrada a las poblaciones amerindias autóctonas que hoy representan el 5 por ciento de los habitantes de Canadá y que se identifican en tres grupos: Primeras Naciones, Metis e Inuit.

Previo a su partida de Roma, el Papa envió un mensaje en Twitter a sus “queridos hermanos y hermanas de Canadá”. “Vengo entre ustedes para reunirme con los pueblos autóctonos. Espero que, con la gracia de Dios, mi peregrinación penitencial pueda contribuir al camino de reconciliación ya iniciado. Por favor, acompáñenme con la oración”, escribió.

Los pueblos autóctonos fueron sometidos durante décadas a una política de asimilización forzada, principalmente a través de un sistema de pensionados para niños, subvencionados por el Estado pero administrados en su gran mayoría por la Iglesia.

Alrededor de 150.000 niños autóctonos se matricularon desde finales del siglo XIX hasta la década de 1990 en 139 escuelas residenciales, donde pasaron meses o años aislados de sus familias, su idioma y su cultura.

Muchos de ellos fueron abusados ??física y sexualmente por directores y maestros y hasta 6.000 fallecidos por enfermedad, desnutrición o negligencia.