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La ONU está “profundamente preocupada” por recorte de la ayuda al desarrollo

La invasión rusa de Ucrania, que bordea los 100 días de duración, provocó un raudo aumento del gasto de armamento de las naciones occidentales y un incremento de la ayuda humanitaria y militar al país asediado, lo que amenaza ya con socavar el flujo de la ayuda oficial al desarrollo a las naciones más pobres del mundo.

En una advertencia anticipada de los próximos recortes, la vicesecretaria general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Amina Mohammed, manifestó su alarma ante el Consejo Económico y Social (Ecosoc), en una reunión el 17 de mayo.

«Como presidenta del Grupo de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, estoy profundamente preocupada por las recientes decisiones y propuestas de recortar notablemente la ayuda oficial al desarrollo (AOD) para hacer frente a los impactos de la guerra en Ucrania sobre los refugiados», manifestó.

El secretario general de la ONU, António Guterres, también se mostró más que preocupado por las inminentes reducciones, e instó a los países donantes a reconsiderar los recortes que afectarán a los más vulnerables del mundo.

“Las personas que se benefician del trabajo del sistema de la ONU necesitan una financiación adicional y más predecible”, dijo.

Guterres alertó de que “las contribuciones a los principales organismos, fondos y programas de la ONU, que trabajan con las personas sobre el terreno, se enfrentan a fuertes reducciones propuestas”.

“Los recortes al desarrollo y a las Naciones Unidas significan reducir el apoyo en un momento en el que la demanda de apoyo para satisfacer las crecientes necesidades de desarrollo ha alcanzado un máximo histórico», planteó.

Insistió en que la AOD es más necesaria que nunca, e hizo un llamamiento a todos los países para que demuestren su solidaridad, inviertan en resiliencia y eviten que la crisis actual se agrave aún más.

Según un reporte de la ONU, titulado “Informe 2022 del Financiamiento para el Desarrollo Sostenible: Cerrar la Brecha Financiera”, publicado en abril, «las consecuencias de la crisis de Ucrania, junto con el aumento del gasto en refugiados en Europa, pueden suponer recortes en la ayuda que se presta a los países más pobres».

En una reunión celebrada el 14 de mayo, el Grupo de los Siete (G7), conformado por los mayores países industriales (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido), acordó aportar cerca de 20 000 millones de dólares para apoyar a Ucrania y reforzar su economía devastada por la guerra.

Por su parte, Estados Unidos ha prometido más de 40 000 millones de dólares en ayuda económica, humanitaria y militar a Ucrania desde la invasión rusa de 24 de febrero.

El temor generalizado es que la ayuda colectiva de 60 000 millones de dólares a Ucrania pueda dar lugar a las correspondientes reducciones de la AOD a los países más vulnerables del Sur en desarrollo.

Bhumika Muchhala, defensora principal de la gobernanza económica mundial en la Red del Tercer Mundo, dijo a IPS que los recortes en la AOD, en un momento en que el Sur Global vive una crisis de crisis, son extremadamente preocupantes.

Recordó que la pandemia todavía está en curso junto con sus impactos, y la salud y la recuperación económica necesitan fondos inmediatoos. Además, la seguridad alimentaria se ve amenazada por las interrupciones del suministro a nivel mundial, agravadas por la guerra en Ucrania, que crean crisis urgentes de malnutrición, hambre e incluso hambruna.

También señaló que la crisis climática está creando catástrofes cada día, desde olas de calor mortales hasta inundaciones y sequías, mientras que tanto la financiación climática existente como los compromisos de la AOD siguen sin ser cumplidos por los países ricos.

La base de estas crisis, a su juicio, es el aumento de la desigualdad de género, ya que las mujeres absorben los impactos y los costes de las desigualdades mundiales.

“Para empeorar las cosas, un gran número de países en desarrollo se encuentran en dificultades de endeudamiento o están experimentando una crisis de la deuda”, aseguró.

Esa situación, explicó, ya está sumergiendo a los países del Sur en “otra era de austeridad”, que ya ha traído como consecuencia el frenazo en los avances de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), lo que se traduce “en un retroceso de la reducción de la pobreza, un logro obtenido con mucho esfuerzo y que ha tomado muchas décadas de desarrollo económico y social”.

Teniendo en cuenta que toda crisis en el Sur se extiende por la economía mundial con efectos adversos para todos, al propio Norte industrial le conviene que la situación en el mundo en desarrollo no empeore aún más.

«Los países ricos tienen el deber colectivo de cumplir los compromisos existentes de AOD, así como los compromisos de financiación del clima y los esfuerzos para crear un verdadero espacio fiscal para los países en desarrollo a través de la reestructuración equitativa de la deuda, la cooperación fiscal internacional para erradicar los flujos financieros ilícitos y las emisiones de derechos especiales de giro (del FMI) basadas en sus necesidades», declaró.

El Comité de Ayuda al Desarrollo (CAD) de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde), formado por algunas de las naciones más ricas del mundo, proporciona ayuda al desarrollo desde la década de los 60.

Según la Ocde, la AOD se define como «la ayuda gubernamental que promueve y se dirige específicamente al desarrollo económico y al bienestar de los países en desarrollo».

El CAD adoptó la AOD como el «patrón oro» de la ayuda exterior en 1969 y sigue siendo la principal fuente de financiación de la ayuda al desarrollo.

El informe de la ONU de abril señala que el crecimiento récord de la Ayuda Oficial al Desarrollo, aumentó a su nivel más alto de la historia en 2020, elevándose a 161 200 millones de dólares.

“Sin embargo, 13 países recortaron la AOD, y la suma sigue siendo insuficiente para las vastas necesidades de los países en desarrollo”, se indica.

Según la Ocde, la AOD se elevó a un máximo histórico de 178 900 millones de dólares en 2021, lo que se traduce en un incremento de 4,4 por ciento en términos reales respecto a 2020, ya que los países industriales aumentaron la ayudar a los países en desarrollo que están lidiando con la crisis de covid-19, según sus últimas cifras disponibles.

Esta cifra incluye 6300 millones de dólares destinados a suministrar vacunas contra la covid a los países en desarrollo, lo que equivale a 3,5 por ciento del total de la AOD. Si se excluye la AOD para las vacunas de covid donadas, la AOD aumentó un 0,6 por ciento en términos reales con respecto a 2020.

El total de la AOD de 2021 equivale a 0,33 por ciento de la renta nacional bruta (RNB) combinada de los donantes del CAD y sigue estando por debajo del objetivo de las Naciones Unidas del 0,7 por ciento de esa renta.

Entre los beneficiarios de la AOD se encuentran los 46 países menos adelantados (PMA) de la ONU, descritos como los más pobres entre los pobres del mundo.

África, un caso especial

Por otra parte, en un nuevo informe publicado el 24 de mayo, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) advirtió de las repercusiones directas e indirectas de la guerra de Ucrania en el continente africano, que podrían frenar aún más la trayectoria de desarrollo del continente, ya muy comprometida por la crisis de la covid.

Este informe, titulado «El impacto de la guerra en Ucrania sobre el desarrollo sostenible en África», refuerza las conclusiones del Grupo de Respuesta a la Crisis Mundial (Gcrg, en inglés) de que la guerra en Ucrania está alejando los ODS y los compromisos de la Agenda 2063 de la Unión Africana, y ofrece recomendaciones clave sobre las medidas que deben adoptarse inmediatamente para evitar nuevas crisis en ese continente.

África se enfrenta a una doble crisis con los efectos combinados de la guerra en Ucrania y de la pandemia de covid. Sin embargo, gracias a las asociaciones estratégicas, la crisis también ofrece la oportunidad de cambiar la trayectoria de desarrollo de África, rompiendo el ciclo de dependencia», dijo Achim Steiner, administrador del Pnud.

“Ahora es un momento crítico para actuar. Es el momento de intensificar los esfuerzos y replantear la financiación del desarrollo, reforzar la resiliencia de las economías africanas y fomentar la transformación económica como motor clave del cambio en África”, dijo.

Según el informe, algunas de las repercusiones directas de la crisis en África son la interrupción del comercio, el aumento de los precios de los alimentos y el combustible, la inestabilidad macroeconómica y los problemas de seguridad. Los países africanos se ven especialmente afectados debido a su gran dependencia de las importaciones de Rusia y Ucrania.

La actual subida de los precios de los alimentos y el combustible afecta directamente a todo el continente, incluidas las mayores economías, ya que los alimentos y el combustible representan más de un tercio del índice de precios al consumidor en la mayoría de los países africanos, (Nigeria 57 por ciento, Egipto 60 por ciento, Ghana 54 por ciento y Camerún 42 por ciento).

En 2020, los países africanos importaron de Rusia productos agrícolas por valor de 4000 millones de dólares, de los cuales 90 por ciento fue trigo.

Daniel Bradlow, profesor de Derecho del Desarrollo Internacional y Relaciones Económicas Africanas en la sudafricana Universidad de Pretoria, dijo a IPS: “Creo que la declaración del Pnud da un buen resumen de la situación”.

«La guerra en Ucrania está teniendo un impacto devastador en África. Si continúa, es probable que provoque hambre, aumento de la pobreza y graves crisis de deuda en todo el continente», añadió.

El académico sudafricano afirmó que “si los países occidentales quisieran realmente el apoyo de África a la guerra de Ucrania, deberían haber tomado medidas para proteger a África y a otras partes del Sur Global de los impactos de una guerra europea”.

“En lugar de eso, están redirigiendo a Ucrania la ayuda que podría haber ido a África y están recortando sus presupuestos de ayuda”, acotó.

Señaló que el apoyo que se está ofreciendo a través de las Instituciones Financieras Internacionales y de otros organismos probablemente sea en forma de créditos y no de subvenciones.

“Esto significa que, al final, los Estados occidentales están haciendo pagar a los Estados africanos por un conflicto en Europa que les conviene a sus agendas políticas», dijo Bradlow.

Jeroen Kwakkenbos, experto de la organización humanitaria Oxfam en ayuda de la Unión Europea (UE), criticó en abril que los donantes han hecho malabares para contabilizar las donaciones de vacunas en los presupuestos de ayuda.

“Más de 350 millones de dosis de vacunas proceden de reservas acumuladas, algunas de las cuales se donaron demasiado cerca de su fecha de caducidad. Muchas más fueron donadas sin el equipamiento esencial, como las jeringuillas, lo que las hace casi inútiles”, dijo.

Para Kwakkenbos, “Incluir estas ‘donaciones’ en los presupuestos de ayuda infla la ayuda. No es más que una palmadita en la espalda de los donantes por un trabajo que puede haber costado vidas».

“La guerra en Ucrania representa un peligro para los futuros presupuestos de ayuda. Ya se está retirando ayuda a países como Siria para financiar la acogida de refugiados ucranianos en Europa”, aseguró el representante de la agencia humanitaria internacional.

Kwakkenbos destacó lo que a su juicio representa una dramática paradoja.

“Nos encontramos con la extraña situación de que los países europeos podrían convertirse en los mayores receptores de su propia ayuda”, dijo.

Esa no es la solución, insistió. “En lugar de seleccionar las crisis humanitarias, los gobiernos donantes deben aumentar los presupuestos de ayuda para hacer frente a los retos actuales”, sentenció el experto de Oxfam.

Fuente: Agencia IPS

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