Mientras algunos países se enfrentan los inicios de la pandemia, allí donde todo comenzó, la normalidad se asoma. Los 11 millones de habitantes del epicentro del coronavirus comienzan a retomar sus vidas.
Salir muy poco, para lo ultra necesario. Apenas una persona de la familia que cubra las necesidades impostergables. Así estamos en este costado del mundo, mirando esperanzados cómo los habitantes de la ciudad china de Wuhan, allí donde tuvo origen la pandemia, se aprestan a abandonar la cuarentena que iniciaron el pasado 23 de enero. El levantamiento oficial de la medida se dará el próximo 8 de abril, momento en el que en América se estarán esperando los índices más altos de contagio.
Desde este costado de mundo se mira con ansiedad la evolución de la zona cero de la pandemia, en la provincia de Hubei. Allí, luego de varios días sin contagios registrados, las autoridades comenzaron a flexibilizar las medidas, de tal modo que sus habitantes pudieron ganar la calle de manera controlada para transitar por la ciudad.
Esto sucedió a partir del lunes, momento en el que fueron autorizados a salir de sus complejos habitacionales para hacerse de comestibles, con el permiso de pasear por la ciudad y también tomar transportes públicos: colectivos y subterráneos. Sólo pudieron hacerlo aquellos que, mediante un código QR que acredita su salud, fueron liberados de la cuarentena. La agencia estatal de noticias Xinhua confirma, no obstante, que la urbe permanecerá cerrada hasta esa fecha, así, los movimientos aceptados serán sólo los expresamente autorizados y confirmados a través de documentación precisa emitida uno a uno para cada habitante.
El gen económico
Más allá del confinamiento personal y la salud individual, uno de los focos preocupantes es la actividad económica que ha estado detenida por algo más de dos meses. Aquí también comienza a sentirse un leve cambio de costumbres fuera del aislamiento social. Algunos empleados que son considerados libres de coronavirus fueron notificados a sus celulares a través de un código verde que los habilita a retomar sus tareas laborales con el acuerdo de su contratista.
También fue permitido ayer el reingreso de un millar de trabajadores que habían abandonado la localidad en ocasión del feriado correspondiente al año nuevo chino. Un tren especialmente dispuesto los reingresó a la ciudad. El mismo camino se está haciendo en reversa: aquellos que fueron atrapados por la cuarentena en Wuhan pero trabajan en otras localidades de la provincia están siendo liberados en el tránsito hacia sus empleos si previamente se ha confirmado su no portación del virus. Tienen posibilidades de circular y de arribar a sus trabajos con un certificado médico especialmente emitido.
Los anuncios son alentadores en toda la región puesto que se han abierto algunas escuelas en la provincia de Yunnan, el nivel de alerta de la ciudad de Shanghai ha descendido al rango uno, en tanto Pekín comienza a verse transitada con fruición.
Aunque la circulación se ha abierto, centros de reunión como cines, teatros y museos permanecen cerrados. Sí se encuentran accesibles restaurantes y tiendas.
Evolución esperable
Una de las preguntas más preocupantes que se realizan fuera de China es cuándo llegará y cómo esto a su fin. Wuhan parece ser el modelo a seguir. Se cumplió ayer la cuarta jornada en cinco días sin contagios registrados. Un guarismo que parece inentendible para la deseperanzadora situación de España o Italia.
El control aeroportuario en la ciudad sigue siendo alto. El domingo detectaron 39 nuevos casos entre aquellos que deseaban ingresar al país. En respuesta a este hecho, para evitar un rebrote de la pandemia, han decretado una cuarentena obligatoria para cualquier ciudadano local o extranjero que arribe a Pekín, reclusión que deberán pagar de sus bolsillos. De modo de aliviar los controles, se han dispersado los arribos a Pekín en otros nueve aeropuertos. Aquellos pasajeros libres de síntomas son trasladados luego a esa urbe, sitio en el que deberán realizar la mentada cuarentena.
La población entera se encuentra bajo supervisión sanitaria y cada sujeto cuenta en su móvil con una especie de “semáforo” de contagio de tal modo que si aparece en color rojo, indica que se debe guardar cuarentena, en tanto, si es verde, está libre de virus y puede circular.
La limpieza permanente de los transportes públicos se ha convertido en regla. Los establecimientos educativos aún permanecerán cerrados.
El éxito observado en China ha sido logrado a partir de medidas extremadamente taxativas y sorpresivas para la población, pero han resultado exitosas, de tal forma que la pandemia no se extendió como tal a otras localidades del país.
El temor radica ahora fronteras afuera, a través de los casos importados. A ello se deben las estrictas medidas de ingreso al país. Un futuro que parece indicar que las fronteras se han cerrado en el mundo por un tiempo prolongado.