Un estudio, en el que ha participado una investigadora del Basque Centre for Climate Change (BC3), ha demostrado que los bosques maduros absorben “menos CO2 de lo que se pensaba” y que, de cara a la lucha contra el cambio climático, resulta “probable que no puedan captar el dióxido de carbono adicional emitido por la actividad humana y el problema del calentamiento se agrave aún más”.
El análisis, publicado en la revista Nature, es el primero que demuestra que es probable que los bosques maduros no puedan absorber el CO2 adicional emitido a la atmósfera como consecuencia de la actividad humana y, por tanto, el ser humano deberá emplearse más a fondo en reducir dichas emisiones de cara a combatir el cambio climático.
Según han informado fuentes del BC3, en el estudio elaborado por un equipo internacional de investigadores, ha participado Teresa Gimeno, ecofisióloga del Basque Centre for Climate Change, y, entre sus conclusiones, ha constatado que “la capacidad de absorción de carbono por los bosques maduros no se incrementa con el aumento del dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera debido a las actividades humanas”.
Para Teresa Gimeno, “el resultado supone que no se puede confiar en que los bosques sean capaces de mitigar las emisiones de CO2 (y el calentamiento global que conlleva) del ser humano, tanto como se pensaba originalmente” y, por tanto, “habrá que emplearse más a fondo en reducir las emisiones de CO2, si no se quiere sobrepasar el aumento de dos grados recogido en el Acuerdo de París”, ha explicado la investigadora del BC3.
El estudio es el primero que cuantifica de forma detallada qué pasa al aumentar la concentración de CO2 en un bosque maduro (no una plantación), con la cantidad de carbono almacenado e intercambiado entre la atmósfera y el ecosistema en todos sus compartimentos (madera, hojas, hojarasca, materia orgánica del suelo, microorganismos, insectos).
Fotosíntesis
Los experimentos, en los que árboles individuales y bosques jóvenes de rápido crecimiento han estado expuestos a concentraciones elevadas de CO2, han demostrado que las plantas usan el carbono extra adquirido a través de la fotosíntesis para crecer más rápido.
Ahora bien, tal y como ha matizado la investigadora del BC3, es “importante” no inferir, a partir de estos resultados, que los bosques maduros “no sirven” para mitigar el cambio climático. “Los bosques, y más aún los maduros, son los principales almacenes de carbono de la tierra y por tanto su preservación es clave para evitar que el problema del cambio climático se agrave aún más”.
Los científicos realizaron un análisis de seguimiento de carbono que mostró que el carbono extra absorbido por los árboles se recicló rápidamente a través del suelo y regresó a la atmósfera, con aproximadamente la mitad del carbono devuelto por los propios árboles y la mitad por hongos y bacterias en el suelo.
En el caso concreto de la investigadora del BC3, su trabajo consistió en medir las tasas de fotosíntesis en hojas de árboles expuestos tanto a una concentración de CO2 ambiente como elevada (un tercio superior a la actual, que es la que experimentaremos en la tierra para el año 2050, aproximadamente).
Tal y como ha señalado Gimeno, “estas medidas fueron claves en este estudio, ya que demostraron que efectivamente la tasa de fotosíntesis aumenta a nivel de hoja, pero esto no supuso un aumento de la biomasa (carbono) acumulada por el ecosistema”, ha expuesto la investigadora.
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