La contaminación por plásticos puede reducirse en 80 por ciento para 2040 si los países y las empresas realizan cambios en sus políticas y el mercado utilizando las tecnologías existentes, plantea un informe presentado este martes 16 por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma).
Inger Andersen, directora ejecutiva del Pnuma, destacó que “la manera en que producimos, utilizamos y eliminamos los plásticos está contaminando los ecosistemas, lo que provoca riesgos para la salud humana y desestabiliza el clima”.
“Si seguimos esta hoja de ruta, incluso en las negociaciones sobre el acuerdo de contaminación plástica podemos lograr importantes logros económicos, sociales y ambientales”, agregó Andersen al presentar el informe “Cerrar el grifo: cómo el mundo puede terminar con la contaminación plástica y crear una economía circular”.
El informe fue preparado de cara a la segunda ronda de negociaciones sobre un acuerdo mundial jurídicamente vinculante que ponga fin a la contaminación por plásticos, la cual se llevará a cabo en París del 29 de mayo al 2 de junio. La primera ronda se cumplió en Montevideo a finales del año pasado.
En su propuesta para favorecer una economía circular y reducir en 80 por ciento la contaminación plástica, el Pnuma propone primero eliminar los plásticos problemáticos e innecesarios, y luego hacer cambios para reutilizar, reciclar y reorientar, y diversificar productos.
Hasta 30 por ciento de la contaminación plástica puede reducirse promoviendo la reutilización de productos, como son las botellas recargables, los dispensadores a granel, los planes de depósito y la devolución de envases, entre otras medidas.
Para materializar esas posibilidades, los gobiernos deben ayudar a crear modelos de negocio más atractivos y convincentes en favor de los productos reutilizables
El reciclaje puede reducir la contaminación plástica en otro 20 por ciento, si se la asume como una práctica estable y rentable.
Eliminar los subsidios a los combustibles fósiles, y cumplir las pautas de diseño para mejorar la reciclabilidad, entre otras medidas, aumentaría la proporción de plásticos económicamente reciclables de 21 por ciento a 50 por ciento.
Para la reorientación y diversificación de productos, se propone la reducción de envoltorios de plástico, sobres o artículos de comida rápida con productos hechos de materiales alternativos, como papel o materiales compostables, lo que puede adicionar una reducción de 17 por ciento en la contaminación plástica.
Aunque se logren aplicar todas esas medidas, en 2040 todavía habrá que tratar de forma segura 100 millones de toneladas de plásticos en productos de un solo uso y de vida corta, además del importante cúmulo de contaminación plástica existente.
Deberán crearse y aplicarse normas de diseño y seguridad para eliminar los desechos plásticos no reciclables, y atribuir a los fabricantes de la responsabilidad de los productos que desprenden microplásticos.
En conjunto, el cambio a una economía circular supondría un ahorro de 1,27 billones (millones de millones) de dólares, considerando los costos e ingresos por el reciclaje.
Asimismo, se ahorrarían 3,25 billones de dólares en externalidades evitadas en ámbitos como la salud pública, el clima, la contaminación atmosférica, la degradación de los ecosistemas marinos y los costos relacionados con litigios.
Este cambio hacia una economía circular generaría igualmente la creación de 700 000 puestos de trabajo adicionales de aquí a 2040, sobre todo en los países de ingreso bajo, al tiempo que mejoraría significativamente los medios de subsistencia de millones de trabajadores del sector informal.
Los costos de inversión para lograr el cambio sistémico recomendado son elevados, pero aun así son inferiores al gasto total de no hacerlo: 65 000 millones de dólares anuales en comparación con los actuales 113 000 millones de dólares al año.
Gran parte de esta cantidad puede movilizarse trasladando las inversiones previstas para nuevas instalaciones de producción (ya innecesarias al reducirse las necesidades de material) o mediante la imposición de un impuesto sobre la producción de plástico virgen para destinarlo a la infraestructura circular necesaria.
Los costos más elevados que se derivan tanto de la economía lineal (usar y desechar), como de la economía circular, son los costos operativos, pero si se cuenta con una normativa que garantice que los plásticos sean diseñados para ser circulares, los sistemas de responsabilidad ampliada del productor podrán cubrirlos.
La circularidad del sistema queda así garantizada, al exigir a los productores que financien la recolección, el reciclaje y la eliminación responsable de los productos plásticos al final de su vida útil.
Las políticas consensuadas a nivel internacional pueden ayudar a superar las limitaciones de los programas nacionales y de la acción empresarial, sostener una economía circular próspera del plástico a nivel mundial, generar oportunidades empresariales y crear puestos de trabajo, insiste el análisis del Pnuma.
Esas políticas pueden incluir criterios acordados para los productos de plástico que podrían prohibirse, una base común de conocimientos, y reglas sobre las normas mínimas de funcionamiento de los sistemas de responsabilidad ampliada.
Se recomienda un marco fiscal mundial en esas políticas, para permitir que los materiales reciclados compitan en igualdad de condiciones con los materiales vírgenes, crear una economía de escala para las soluciones, y establecer sistemas de seguimiento y mecanismos de financiación.
Finalmente, el informe indica que “el tiempo apremia: un retraso de cinco años puede provocar un aumento de 80 millones de toneladas métricas de contaminación por plástico para 2040”.
Fuente: Agencia IPS