Una piedra arrojada en un estanque o la cuerda pulsada de una guitarra generan perturbaciones en el agua o en el aire que se manifiestan por ondas que parten del punto perturbado y ocupan todo el espacio disponible.
La energía se difunde en un ámbito creciente, de modo que a medida que se aleja del punto inicial se va amortiguando. Cuando la onda llega al límite del estanque o de la habitación, rebota y vuelve al lugar de partida produciendo interferencias que complican el análisis del fenómeno.
Alicia Millares es una feminista liberal española, discípula de Celia Amorós y de Amelia Valcárcel, que da su interpretación metafórica de las olas dentro del movimiento que integra a partir del hecho físico de la generación de las ondas materiales.
El primer feminismo que registra Alicia es el ilustrado, el segundo el sufragista; más tarde el tercero, que llama contemporáneo, y anuncia el cuarto; todo se extiende en ondas crecientes que reclaman cada vez más la atención, la pasión y la opinión de cada uno.
Toda acción tiene una reacción, toda ola nace con su pensamiento reactivo. Así el feminismo ilustrado del siglo XVIII vino acompañado por el naturalismo; el feminismo sufragista democrático del XIX fue respondido con el dimorfismo sexual y el feminismo contemporáneo vinculado al Estado de bienestar con el culto posmoderno a la subjetividad: el adorarse cada uno a sí mismo y a los que considera iguales a sí mismo.
De acuerdo con la concepción de Alicia, centrada en Europa, la cuarta ola del feminismo nace paralela a la decadencia del Estado de bienestar debida al ascenso del neoliberalismo y el neoconservadurismo.
Ola de tormenta
En este esquema aparece no obstante algo inesperado: el masculinismo, no ya como reacción intrínseca a un tipo particular de feminismo, vinculado con un estado evolutivo de la sociedad, sino como acompañante obligado de todo el movimiento. En este sentido, el masculinismo sería una versión social profana de la complementaridad necesaria e inescindible del yin y del yang; en este caso particular, de lo masculino y lo femenino.
Hay insistentes aclaraciones de que el masculinismo no es machismo, del mismo modo que el feminismo no es hembrismo; pero las feministas quizá no reciban con total beneplácito algo que se introduzca en el amplio espacio que han sabido ganar llevadas por las olas sucesivas, y que a algunas puede parecer tormentoso, innecesario y hasta competitivo.
Una definición de masculinismo, para fijar ideas, es la creencia de que la igualdad entre los sexos requiere del reconocimiento y la eliminación del prejuicio y de la discriminación contra los varones tanto como contra las mujeres.
Uno de sus representantes más característicos es Warren Farrell, sucesor actual entre otros de Ernest Belfort Bax y Ferrell Christensen, de principios del siglo pasado. Farrell, a partir de inicios como feminista ferviente, se fue enfriando hasta derivar críticamente hacia una posición para él más equilibrada, que considere la situación de los varones.
Para Farell, los sexos no son iguales pero deberían ser equivalentes porque el desequilibrio de poder ha llegado a favorecer exageradamente a las mujeres: "El movimiento feminista ha hecho un trabajo excelente para liberar a la mujer de los papeles femeninos, pero nadie ha hecho lo mismo para los hombres".
Algunos pensamientos de Farrell:
Al sentimiento de las mujeres de ser "objeto sexual" se asocia la experiencia del hombre de ser "objeto de éxito"
¿Nos han engañado las feministas? Sí. ¿Es culpa de ellas? No; porque los varones no han alzado su voz y las mujeres no pueden escuchar lo que los hombres no dicen.
Durante la época del senador José McCarthy -de 1947 a 1957- Estados Unidos era maravilloso, y el comunismo, terrible. Yo no era capaz de entender que en un grupo estuviesen todos los ángeles y en el otro grupo todos los demonios. Me quedé algo sorprendido de que cuando denuncié eso todos supusieran de inmediato que yo era un demonio. Cuando el movimiento de mujeres surgió en los años sesenta (en Estados Unidos), me sorprendió una vez más que todo el mundo las convertía en demonios, y no eran capaces de entender las cosas buenas que estaban diciendo las mujeres.
El problema de los hombres es que hemos aprendido a llamar 'poder' a lo que cualquier otro grupo llamaría impotencia, como recibir medallas por morir o ganar dinero que alguien gasta mientras morimos antes que cualquier otro grupo.
Estamos en un periodo muy peligroso. En Estados Unidos y en la mayoría de los países industrializados, los hombres son considerados por las feministas como los judíos eran considerados por los nazis. Estoy hablando de un millón de hombres que fueron a la muerte porque eran varones: eso es el ejército. Es importante saber que estamos hablando de formas de matar a un grupo de personas porque pertenecen a ese grupo, que la muerte de un judío no es más valiosa o menos valiosa que la muerte de un macho.
La palabra griega para el héroe era hērōs, de donde provienen las palabras siervo, esclavo y protector. Todo etimológicamente viene de héroe, que resume en una palabra toda la historia de la masculinidad.
Ninguno de los sexos tenía el poder, sino papeles. En lugar de criar a los niños, el papel de los hombres era ganar dinero. Quien tiene un papel, tiene una obligación, no 'poder'. El poder es la capacidad de controlar la vida propia.
Encontrar a un hombre que no tema la reacción de la mujer es como encontrar una aguja en un pajar. Los únicos hombres que no temen las reacciones de las mujeres no han nacido o están muertos.
Los masculinistas pueden aprender de las feministas a no ser masculinistas. Porque en el fondo feminismo y masculinismo son formas de sexismo.
El masculinismo es el movimiento social que junto al feminismo, lucha por la igualdad de género. El feminismo intenta lograrla buscando lo que discrimina a las mujeres y el masculinismo hace lo mismo, pero con los hombres.. De la miel de abejas ya hemos hablado en otras ocasiones, es un potente antibiótico natural, les conté como usarla para tratar quemaduras, es uno de los alimentos más increíbles de la naturaleza, prácticamente imperecedero y con cientos de propiedades medicinales.
De la Redacción de AIM.