La diputada nacional oficialista Elisa Carrió, que se presenta como puntal del gobierno -a veces como crítica, otras como fiscal, guía o referencia- admitió dificultades económicas para la población e invitó a la clase media a no cortar las propinas ni las changas a las clases bajas.

Carrió fue muy criticada por esta recomendación, que hizo ante las cámaras de TN, incluso por un mozo de bar de La Plata que recordó que en su bar hizo un buen gasto y dejó cinco pesos de propina.

La legisladora mostró que en materia económica no va mucho más allá que la teoría neoliberal del "derrame", que implica dejar que los ricos acaparen todo lo que puedan porque luego "derramará" sobre el resto de la población.

Justamente las propinas y las changas o trabajos ocasionales "en negro" de gente que vive al día, son partes de ese "derrame" que a pesar de que nada prueba, tiene sanción académica favorable.

En el caso de Carrió, la fe en la función económica de las propinas es una forma de clasismo, ya que hay clases sociales que tendrían derecho a ganancias sin discusión y con todas las garantías que ofrece el Estado al mundo de los negocios, y otras sin más derecho que recibir algunas migajas.

Pero la legisladora chaqueña, hace mucho aquerenciada en Buenos Aires como tantos provincianos que terminan pensando y actuando como porteños y defendiendo el interés del puerto, no habla de propinas sin algún recuerdo personal molesto.

Cuando cayó Fernando de la Rúa, ella, que era miembro de la Alianza, asistió al hecho de que el corralito dispuesto por el ministro Domingo Cavallo le quitó hasta las monedas del bolsillo a la clase media.

Incluso para pagar un café había que hacer un cheque porque el dinero en cuenta corriente en los bancos estaba de hecho confiscado y no se podía tocar para no afectar el interés financiero.

Entonces lo que pasó fue que una masa pequeña de dinero sobrante, destinado habitualmente a las propinas o a recompensas muy menores, como los que reciben los malabaristas callejeros, dejaron de caer sobre sus destinatarios habituales.

Gente que vivía de esas monedas vio de golpe cortado su medio de vida y se produjo una inquietud que vino a desembocar en los hechos finales del gobierno de la Alianza y en la huída del presidente en helicóptero.

Por eso no es vana la recomendación de Carrió: no se olviden de la propina, porque sería como olvidarse de Carrió, del gobierno y de su destino.

De la Redacción de AIM.