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Ejercicios para manejar la inteligencia emocional

La inteligencia emocional es una habilidad indispensable en el mundo social, ya que permite conocer mejor quiénes somos y convivir eficazmente con el entorno en todo tipo de situaciones.

 

Se trata de la capacidad innata, adquirida o desarrollada en base a la ejercitación, de elegir las mejores opciones para encontrar soluciones a los dilemas de la vida en cualquier ámbito, a partir de conjugar distintos tipos de inteligencias humanas.

La palabra inteligencia remite muchas veces a la capacidad de entender y elaborar información para utilizarla de una manera adecuada; al convivir aquí con el término “emocional”, se agrega el sentir, ese fenómeno psico-fisiológico de las personas que nos permite adaptarnos a los cambios, e integrar lo emotivo y sensible que todos tenemos.

El impulsor del concepto es el psicólogo norteamericano Daniel Coleman, quien hace énfasis en la capacidad de reconocer los sentimientos propios y ajenos para tener mayor habilidad en las cinco capacidades básicas de la inteligencia emocional: descubrir emociones en uno y en los demás, reconocerlas, manejarlas, crear un motivador propio y gestionar las relaciones.

El lugar en el cerebro

Para ubicarla en lo fisiológico, la inteligencia emocional se localiza en el tronco encefálico, que es la parte del cerebro que regula las funciones vitales básicas. Allí, el centro emocional neocórtex, la amígdala cerebral y el hipocampo son esenciales junto con la amígdala que es encargada de segregar noradrenalina para estimular los sentidos.

Beneficios

Para Coleman, la inteligencia emocional permite a las personas:

Que quienes le rodean se sientan a gusto con él.

Que al estar a su lado no experimenten sensaciones negativas.

Que confíen en él cuando necesiten algún consejo, guía u orientación ya sea personal o profesional.

A su vez, la persona con inteligencia emocional desarrollada:

Puede reconocer y de gestionar convenientemente lo que experimenta como emociones del tipo negativo.

Posee una mayor capacidad de relación con los demás, porque consigue empatizar -ponerse en sus zapatos- más rápidamente.

Aprovecha las críticas como algo positivo; analiza, procesa esta información, y las transforma en aprendizaje.

Posee una cualidad mayor para conectar con la felicidad, porque sabe encauzar sus emociones de impacto negativo. Esto le permite afrontar los problemas y no quedar atrapado en ellos

Siete ejercicios prácticos

Si deseas desarrollar tu inteligencia emocional, empieza practicando estos ejercicios en forma continuada. Probablemente algunos serán más sencillos que otros; sin embargo, el resultado lo obtendrás en el tiempo y persistiendo en tu ejercitación.

Reconocer las emociones

En vez de reaccionar  automáticamente como   la gran mayoría de las personas, este desafío te invita a observarlas ni bien sientes internamente que están llegando; busca entender cómo influyen en ti y cuál podría ser el resultado posterior si te dejaras llevar por ellas de inmediato, tal cual se presentan. Objetivo: detectar a tiempo las emociones y evitar que controlen tus actos aquellas que no sean apropiadas para tus objetivos, relaciones, metas.

Evita hacer un juicio inmediato sobre cómo te sientes

Frases como “jamás en la vida me he sentido tan mal…”, “estoy tan enojado que sería capaz de hacer cualquier locura”, “me quiero morir” son sentencias que crean un estado de conciencia especial y que no te favorecen en términos de tu inteligencia emocional. Las emociones están diseñadas para darte información. Objetivo: entenderlas te permitirá ser más astuto para evitar reacciones desproporcionadas entre lo que sientes, los recursos que tienes y lo que realmente pasa.

Evita clasificar las cosas como “buenas” o “malas”

Más del 90 por ciento de las personas vive enfocado en el registro de las cosas “malas” de la vida, por lo que las “buenas” quedan totalmente disminuidas. Si te entrenas, podrás adquirir la destreza de poner en la balanza también las cosas por las que puedes estar agradecido aquí y ahora. Objetivo: lograr equilibrio emocional.

Expande tu diccionario emocional

Las emociones básicas son entre cuatro y seis, y generan todas las demás: alegría, tristeza, enfado, miedo, angustia, sorpresa. Cuando expandes tu mapa emocional aprendes a discernir, por ejemplo, la euforia de la felicidad, la nostalgia de la tristeza, la frustración de la decepción, y todas las que vienen por añadidura.

Objetivo: conviértete en un observador de la sutileza de tu mundo emocional, ya que te permitirá dibujar mejor tu mapa interno para ser más asertivo en cada momento que vives.

Reconoce cómo te comunicas: más del 90 por ciento es no verbal

En la comunicación interpersonal las palabras ocupan menos de un 10% del total; el otro 90 por ciento son los gestos y el tono de voz. Reconociendo estos últimos podrás destrabar muchos aspectos anudados dentro de ti. Si eres de los que cuando quiere expresar una idea te pones con los brazos cruzados, descrúzalos. Si no miras a los ojos a los demás, haz el esfuerzo consciente de establecer contacto visual. Si tu tono de voz no tiene matices y es casi el de un robot, empieza por enfatizar las frases en una forma que acompañe tus emociones. Objetivo: enriquecer el proceso de comunicación que tienes con otros, para empatizar mejor.

Gestiona los pensamientos

Otro comportamiento frecuente es dejar salir los pensamientos sin ningún tipo de filtro. Si bien no se puede controlar lo que piensas, si puedes conducirlos en maneras más asertivas, que vayan en consonancia con tus objetivos para ese momento. Los pensamientos crean estados de conciencia, y esos estados de conciencia son los que se manifiestan en la realidad; de allí la importancia de que aprendas a gestionarlos. Un ejemplo: si estás ofuscado, sabes que todo lo que pienses y salga de tu boca será en consonancia: tranquilízate, haz una pausa, y vuelve cuando hayas recobrado tu equilibrio interno. Objetivo: Quedarte con los pensamientos más apropiados para lo que quieres lograr, y dejar pasar aquellos que te desvían o distraen de la meta.

Apodérate de tu comunicación

Las personas con inteligencia emocional no utilizan frases como “siempre haces lo mismo…” o “eres tú el responsable de que me sienta mal…”. Más bien, se hacen cargo de la parte que les toca. Esto incluye el comunicarte asertivamente con los demás, expresando todo en primera persona: “Lo que yo quiero decirte desde mi perspectiva es…”, “¿Qué tal si proponemos tres formas distintas de resolver este conflicto entre ambos?”. Objetivo: Abrir nuevas posibilidades de interacción donde antes había una puerta infranqueable, para reconducir las formas primitivas de comunicación hacia entornos de apertura más saludables para todos.

La invitación es a convertir estos ejercicios en un hábito práctico, que los desarrolles durante todo el día. Es necesario aprender a desaprender los años en que quizás has vivido desligado de tu mundo emocional; lograrlo se conquista paso a paso.

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