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Política
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Escuelas porteñas en la clandestinidad

Esos domingos a la tarde, entre la caída del sol y la llegada de las estrellas, en el que las familias planchaban guardapolvos, o niños y adolescentes ordenaban sus útiles y revisaban sus tareas, parece ser un recuerdo de épocas pasadas, casi una fotografía de alguna revista infantil o una imagen archivada en internet.

El 2020 se convirtió en un año bisagra, la pandemia modificó la vida de los habitantes de este mundo – en más de tres millones de personas directamente se las apagó- y el sistema educativo se vio obligado a renovarse para poder dar continuidad al vínculo pedagógico y la formación de niños, niñas y adolescentes. Un año donde no hubo presencialidad, pero sí clases diferentes, recreadas, planificadas especialmente para ser dadas en formato digital. Un año en el que no hubo escuelas, pero en el que nunca se dejó de dar clases.

En nuestro país la suspensión de la presencialidad fue una disposición del gobierno de Alberto Fernández, consensuada y acatada por los gobernadores de todas las provincias y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Cayéndose el 2020 este consenso muestra signos de rajadura cuando el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, a través de su ministra de Educación, Soledad Acuña comienza a presionar para la vuelta a la presencialidad.

Lo demás es sabido, un regreso ficticio con la llegada del verano, con mucho de marketing y muy poco de pedagogía; el comienzo anticipado de las clases el 17 de febrero del 2021 con sistema de burbujas y con protocolos que se cumplen con mucho de voluntad de cuerpos directivos, docentes y auxiliares, y con poco de apoyo gubernamental; el aumento exponencial de contagios y muertes; la firma del Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) presidencial que establece la suspensión de la presencialidad desde el día 19 de abril al 30 de ese mes y la declaración de rebeldía por parte del Gobierno de Caba encabezado por Horacio Rodríguez Larreta.

Mientras que se espera la definición de la Corte Suprema de Justicia, la cual todo indicaría llegará cuando hayan transcurrido los quince días establecidos por el DNU, Rodríguez Larreta no sólo decidió no acatar un decreto que tiene carácter de ley y que está avalado por la Constitución Nacional, sino que tampoco se pone a derecho del fallo de la Justicia Federal que deja sin efecto el anterior de la justicia porteña y que firmaran Marcelo López Alfonsín (a quien se vio en fotos abrazado a la ex titular de la Oficina Anticorrupción, Laura Alonso), Laura Alejandra Perugini y Nieves Machiavelli, hermana del secretario del PRO y ministro de Medio Ambiente del Gcba, Eduardo Machiavelli.

Un comunicado sin firma fue el primero que se emitió para indicar que no se cumpliría con el fallo de la Cámara Federal, minutos después llegó a las escuelas la resolución firmada por la ministra Acuña indicando que las escuelas debían abrirse y se debía garantizar la presencialidad.

Lo cierto es que hoy, las “blancas palomitas”, los adolescentes, docentes, miembros de conducción o auxiliares quedan expuestos a una situación de total ilegalidad y se teme que, ante un accidente laboral, en el ámbito de la escuela o en el trayecto de viaje hacia, o desde ella hasta los hogares, las ART no los cubran pues, por DNU se debería en ese horario estar en las casas.

Un hecho que nunca sucedió en la historia de la humanidad, las escuelas -en este caso las de la Ciudad de Buenos Aires- pasaron a ser clandestinas. Si las fiestas que se organizan a espaldas de la ley que las prohíben, adquieren ese carácter, las escuelas abiertas en esa misma condición, también lo son.

Ante esta situación, docentes, estudiantes y familias se han plantado firme en respetar el DNU. Desde el día lunes 19 les docentes están de paro, avalados y decididos por los gremios, entre ellos los mayoritarios UTE y Ademys y los centros de estudiantes de base también definieron parar hasta que Acuña los reciba. En tanto, asambleas con la comunidad, semaforazos, documentos que circulan por las redes pidiendo firmas o el posicionamiento de los Organismos de Derechos Humanos avalando el DNU, son algunos de las medidas que se llevan adelante en estos días donde mientras algunos piensan en la salud, otros encontraron un canal por donde desestabilizar al gobierno y zanjar sus propias diferencias. La educación se convirtió en un campo de batalla.

Lejos de lo dicho por Horacio Rodríguez Larreta en la conferencia de prensa del lunes en la que se declaró en rebeldía, que “entre la educación y la salud elijo la educación”, la comunidad educativa decidió proteger la vida y atender a la salud. Las escuelas vacías son una clara muestra de ello.

Bien saben los guardapolvos blancos y las mochilas que pueden esperar un tiempo más para ser tenidos en cuenta en la caída del domingo, bien lo saben los alumnos, aunque a algunos se les exponga frente a las cámaras con un Ipod pidiendo presencialidad. Bien sabemos todos que sin vida no hay educación posible.
Por Revista PPV, especial AIM.

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