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Política
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La asfixia de la ciencia argentina

Enojo y hastío vibran en las voces de los científicos más experimentados. Tristeza y decepción, en la de los jóvenes. Es por la abrupta disminución del financiamiento del sistema científico argentino denunciado ya a través de tres cartas públicas por 240 directores de institutos de investigación, 1.167 científicos de todo el mundo y 11 premios Nobel. Ninguno ha recibido respuesta del Gobierno.

"Lo que ocurre es que me han dicho algo que ya sabía: que hay menos presupuesto, que hay que apostar a la ciencia. Es algo que jamás he negado. No había una propuesta que tuviera que ser analizada más allá de aumentar el presupuesto y eso lo estamos haciendo. Estamos tratando de aumentarlo”, responde telefónicamente el secretario de Gobierno de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, José Lino Barañao.

Para él, que administra la cartera desde el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, “no es la peor situación por la que ha pasado la ciencia argentina” y si bien “es verdad que hay menos fondos, eso no implica que toda la ciencia esté en peligro”. A pesar de los numerosos científicos del país y del mundo que expresan su malestar, el funcionario lo restringe a un grupo específico. “Estamos haciendo muchas cosas que tal vez no son las que la comunidad científica abocada a la investigación básica ve. La mayor parte de los voceros del reclamo vienen de ese sector que reconozco que es el más perjudicado, pero bueno, se establecen prioridades en un contexto de emergencia”.

La comunidad científica discrepa. “Hoy los investigadores no pueden pagar los servicios mínimos de higiene y seguridad. Están limpiando los laboratorios ellos porque no hay dinero para pagarle a las cooperativas que se encargaban de esto. En los años 90, el entonces ministro de Economía, Domingo Cavallo, nos mandó a lavar los platos mostrando el desprecio que tenía el gobierno neoliberal por la ciencia. Hoy estamos limpiando los laboratorios”, sentencia Roberto Salvarezza, ex director del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), el principal organismo de ciencia de Argentina y actual presidente de la Comisión de Ciencia y Tecnología de la Cámara de Diputados de la nación.

El Conicet es la mejor institución gubernamental de ciencia en Latinoamérica, según el último ranking de Scimago, una evaluadora internacional de instituciones científicas. En su última convocatoria fueron rechazados 2.145 doctores de los 2.595 que se habían presentado. El 80 por ciento, afuera. “Esto produce una terrible desilusión en estos jóvenes que se han formado durante casi 14 años y en los que el Estado argentino, es decir todos nosotros, invertimos en su formación. Algunos se presentaban por segunda o tercera vez. Han quedado afuera jóvenes con más de 90 puntos”, cuestiona la doctora en Ciencias Químicas Ana María Franchi, directora de un centro de investigación especializado en reproducción humana.

La situación ha sido denunciada ya a través de tres cartas públicas por 240 directores de institutos de investigación, 1.167 científicos de todo el mundo y 11 premios Nobel. Ninguno ha recibido respuesta del gobierno

Barañao disiente: “Si no han entrado más es porque no llegaban a los niveles de exigencia que el Conicet establece para las distintas disciplinas. El resto tiene que insertarse en el sector productivo o en las otras áreas de gobierno”. El mismo funcionario admite, sin embargo, que ese Consejo de Investigaciones es el único organismo del estado que incorpora personal. Los demás, no lo hacen o los despiden.

Desde que asumió el poder, el Gobierno ha reducido el presupuesto para ciencia y tecnología del 0,35 por ciento del PBI en 2015 al 0, 25 por ciento en 2019, según datos oficiales y del directorio del Conicet. Además de los 2.145 doctores que no continuarán sus investigaciones, los 450 que sí podrán hacerlo, lo harán con un salario mensual en torno a los 38.000 pesos (unos 760 euros), apenas por encima de la línea de la pobreza (estimada en unos 580 euros para una familia tipo). El año pasado degradó a Secretaría el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva. En tres años han regresado al país un promedio de dos científicos por año mientras que el ritmo era, desde 2003, de 130. El único impulso que reciben, dicen, es hacia afuera. “Ese es un síntoma de la salud del sistema”, advierte Salvarezza, diputado nacional por el Frente para la Victoria, el partido kirchnerista. “La gente salía a especializarse, pero volvía porque acá había salario digno, equipamiento y perspectivas de progreso. Hoy no vuelve nadie”, concluye. Los retornos se promovían desde el Estado a través del programa Raíces, actualmente estancado.

Degradación institucional

El problema no es solamente económico. Para el doctor y bioantropólogo Rolando González, quien lleva 40 años en la investigación, la “degradación institucional” es igualmente preocupante. “El presidente del Conicet [Alejandro Ceccatto]está de baja por enfermedad, la presidenta a cargo ya tiene su mandato vencido. Hay dos miembros del directorio, los premiados doctores Kornblihtt y Pecheny, que fueron electos hace un año y todavía no han sido designados por el presidente Macri y en nuestro cuerpo no se han renovado autoridades. El secretario [Barañao]prácticamente no toma decisiones presupuestarias”, detalla.

Tomado de "El País" de Madrid

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