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La sequía traza uno de los escenarios más complicados de los últimos años

El responsable del área técnica de la planta de la Cooperativa Agrícola de Aranguren (Coopar) Nogoyá, Agrónomo Claudio Lucca, consideró que la sequía genera “uno de los escenarios más complicados de los últimos años”. Entre un 80 y 90 por ciento de los productores en la zona de influencia, tienen su cosecha muy afectada. Si bien los pronósticos empiezan a hablar de una normalización en las lluvias hacia fines de marzo, el escenario seguiría siendo complicado, ya que las reservas del suelo son prácticamente nulas, lo que impone un signo de pregunta al futuro de la campaña de fina.

La provincia de Entre Ríos tiene un gradiente de distribución de lluvias que se miden en isoietas: “Normalmente hablamos que varían de los 1.000 a los 1.400 milímetros; serían los milimetrajes que caen en Entre Ríos en años normales, en la zona de influencia de Coopar. Si tomamos desde Victoria para el centro de la provincia estaríamos en un rango que iría de los mil milímetros anual a los mil doscientos, mil trescientos. Para que tengamos una idea en 2011 tuvimos un período también bastante complicado donde llovieron aproximadamente 850 milímetros en el año, al siguiente llovieron más de 1500 milímetros (casi el doble), y de esa forma se va comportando un poco el clima y nos va haciendo las diferencia en las posibilidades de rinde”.

El año pasado, “fue el más seco de todos de todos los registros que tengo. Estamos en 550 milímetros durante todo el año (medidos de enero a diciembre), pero con la particularidad de que el otoño- invierno-primavera y prácticamente el verano, excepto enero, fue seco. Siempre estoy hablando de datos de la sucursal Nogoyá, donde yo me muevo, que, por ahí, no difieren mucho con lo que es el resto de la zona”.

La falta de agua “impactó en el cultivo de trigo del año pasado, bajando los potenciales enormemente; los rindes muy buenos estuvieron sujetos a calidad de suelo, manejo tecnológico, de cada productor y un poco de suerte, con tal vez alguna que otra caída eventual de agua que no se registran porque muchas veces son lluvias convectivas, mangas como les llamamos en el campo, que en los registros zonales de pluviometría suelen no ser registrados. Y este año arrancamos también complicados con ese escenario, o sea el tanque de combustible que sería el suelo, no tiene agua”.

“Tuvimos una lluvia muy buena aproximadamente a mediados de enero, que en algunos casos como Nogoyá registró casi 190 milímetros; fue una lluvia que nos hizo pensar que salíamos del escenario sequía y así como lo pensamos nosotros, también lo pensaron los cultivos, que empezaron a responder de una forma muy buena al aporte hídrico, pero el combustible se acabó y, desde mi perspectiva, las plantas venían administrando la sequía y definían estructuras y desarrollo en función de eso; cuando sobró el agua pasamos de observar plantas de 40/50 cm a plantas de 70/80 cm que rápidamente florecían y iniciaban fases reproductivas, y como era de esperar, cuando se agotó el agua los cultivos se entregaron muy rápidamente, todo esto ayudado o potenciado por el accionar de plagas propias de la sequía. El mes de febrero no aportó mucho en mm, fue prácticamente seco, con casi nada de lluvia, y lo que va de marzo, no hace falta decirlo”.

El escenario de sequía es crítico, porque se da en un momento donde la posibilidad de recuperación no es buena: “La mayoría de los cultivos de soja de primera , si empezara a llover ya no tienen la posibilidad de recuperar lo que perdieron, pueden llegar a compensar algo en el peso de grano, pero seguramente no sería lo mismo porque el ciclo biológico ya está cumplido”.

Con respecto a la soja de segunda, “observamos lotes que aún resisten, pero no sabemos por cuanto tiempo el componente rendimiento del cultivo lo podrá hacer, ya que justamente están administrando el déficit hídrico al que hacíamos mención en el párrafo anterior”.

Lucca agregó que a “los cultivos de maíz, le pegó a los de primera, tal vez no tanto si hubo un buen manejo tecnológico, elección de lote y cuota de suerte, pero igualmente los rindes no son los esperados, acomodándose en un rango de 50/70 qq, los lotes con menor aptitud maicera y por ende, con menor tecnología, son los más castigados con brechas de 25/50 qq”.

Los cultivos de sorgo, “por ahora y en función de su rusticidad, estarían aguantando mejor. Igualmente sufrieron un año atípico con la presión muy alta de ataques de pulgón, lo que demandó, en algunos casos, que se realizaran más de un control químico, algo no presupuestado en un proyecto sorgo”.

La contingencia climática afecta a Nogoyá, Victoria, parte de Paraná y parte de Gualeguay, dentro de las zonas de influencia Coopar, algunas en mayor medida y otras en menor: “Depende de lluvias eventuales, pero creo que esas lluvias no hacen a la diferencia. Para que se entienda, uno va recorriendo y va encontrando una franja de 10 km, 15 km, porque cruzó una de esas lluvias convectivas que no están registradas en ningún pluviómetro y que les permite a esos cultivos estar mejor, pero que en el contexto macro, no cambian la realidad zonal”.

Cómo afecta la cosecha
Los cultivos de trigo el año pasado “ya sufrieron el impacto de tener pocas reservas de agua: así y todo, hubo rindes que acompañaron como para que el productor no entre en default”, contó el ingeniero, quien agregó: “Con respecto al tema de maíz de primera, que es lo que se está cosechando ahora, los rindes son muy dispares. Escuchamos de 25 quintales hasta 70, 80. A medida que se aumenta la superficie los promedios son de 40 a 45 quintales, por lo que opino que en esta zona es lo que va a cerrar. Maíz de segunda no hay mucho para opinar porque están en pleno momento de estrés hídrico”.

Con respecto a la soja de primera “está sufriendo la necesidad de agua, en un proceso importante de consumo de los últimos recursos, afectados también por las plagas de los períodos secos, como los trips y arañuelas. La mayoría de los lotes tuvieron uno o dos tratamientos químicos para tratar de frenar este problema, pero la situación se va a revertir cuando el ciclo húmedo empiece a trabajar, y tal vez, será tarde”, precisó el responsable área técnica de la planta Coopar Nogoyá.

Sin embargo, la soja de primera, “si empieza a llover, estará en un rango entre los 15 y 20 quintales. Sin embargo, la de segunda está muy complicada, por lo que mencionaba anteriormente. El año pasado, los trigos se tomaron toda la humedad que había y este año, la soja se está haciendo con los escasos milímetros del verano, por lo que las posibilidades de rinde son muy bajas, y se está secando. Se espera, en todo caso, mejores lotes si llega a una lluvia, pero el escenario no es muy bueno”.

Además, contó que “como corolario tuvimos un problema en el sorgo, que fue la presencia del pulgón que años atrás no nos estaba causando problemas o no lo detectábamos como uno, pero este año nos obligó a hacer gastos extras, en algunos casos, hasta dos controles químicos para tratar de frenar la presión y dar la posibilidad al sorgo que la pelee un poquito en todo este contexto”.

Con respecto a los productores, creo que la zona de influencia, en un 80 o 90 por ciento, está muy afectada: “Salvo algunos casos muy puntuales, que han tenido ese golpe de suerte de alguna lluvia no esperada, el resto está más o menos en la misma situación. Creo que todavía hay una ventanita de posibilidad por alguna buena lluvia que haga que las pérdidas no sean tan importantes, pero está más que claro que la posibilidad de una buena campaña no existe; esperemos que no sea la peor de todas”.

Los rangos de precipitaciones no son fijos, varían permanentemente: “El año 2011 fue de 800 milímetros; 2012 fue de 1500; 2020 fue un año de 550 y lo normal para que un cultivo no tenga los problemas como los de ahora es de 900 a 1100 para arriba. Eso muestra es la realidad de todo este escenario. El combustible, que es el agua, se acabó el año pasado. La reserva no existe y estamos terminando una campaña que es mala pero con un gran signo de pregunta, que deja un grado de preocupación por los informes de cómo será la campaña que se avecina. Si bien los pronósticos empiezan a hablar de una normalización en las lluvias hacia fines de marzo, algo de abril y mayo, también es bien sabido que son los meses en que menos llueve. De hecho, tenemos registros en la planta de Nogoyá, de períodos de mayo, junio, julio, un acumulado de 30, 40, 50 milímetros. Esto me hace preguntar cuál será el escenario real que tendremos hasta que lleguen las lluvias para recargar el perfil”.

“Si no pasa algo raro, si caen lluvias muy importantes con muy buena distribución, porque es importante que estén distribuidas debido a que nuestros suelos se saturan muy rápido y dejan de infiltrar el agua, tenemos mucha pendiente, por lo que una lluvia de 100 mm puede caer sin ingresar al suelo y terminar en una cañada. Lo importante es que la distribución de lluvia permita recargar el perfil”, remarcó el ingeniero, más allá de las practicas agronómicas que mejoran la estructura del suelo.

“Por lo que estamos recibiendo de información, las recargas completas de perfil no llegarían hasta la primavera. Si es así podemos tener un contexto muy desfavorable para los cultivos de invierno”, advirtió.

Berruhet: “La emergencia no alcanza”
La declaración de la emergencia agropecuaria “es como querer curar un infarto con una bayaspirina”, advirtió el presidente de Coopar, Felipe Berruhet, quien precisó: “A los productores que este año que no pueden pagar el Impuesto Inmobiliario Rural se lo pasan para el año que viene, y para el año que viene, tendrán los insumos y gastos que no se pudieron pagar este año, más los recursos que se deben invertir para volver a sembrar, sumado a los impuestos. Es decir, la emergencia, lo único que hace es acumular una montaña de deudas a los productores, todo lo que se posdata de deuda lo único que hace es incrementar el nivel de deuda que tendrán el año que viene”.

En ese sentido, el cooperativista adelantó que los afectados por la sequía “van a necesitar dos, tres o cuatro cosechas para poder absorber todo lo que le diferimos; por eso hace mucho que venimos señalando que la emergencia agropecuaria es como cuando a un tipo que tiene un supermercado y se le prende fuego, no le quedó nada para vender, sólo deudas”.

El agropecuario advirtió que “no es que nosotros podemos posdatar los impuestos y que el año que viene vamos a tener la suficiente bondad en el clima para poder pagar todo. Lo que debería aportar una emergencia agropecuaria es perdonar los impuestos de este año porque se perdió la capacidad de pago y empezar el año que viene”, consideró.

sequía Soja Lucca

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