Los problemas de afectados por choques automovilísticos con las compañías de seguros crecen cada día más. Los inconvenientes y quejas se ven reflejados en las consultas a la oficina de Defensa al Consumidor provincial, así como en los bufetes de abogados especializados en mediaciones, donde tienen que recurrir las “víctimas y rehenes” de las aseguradoras. Según un sondeo de AIM, los conflictos se suscitan porque las empresas reconocen las indemnizaciones de los siniestros a la baja, dilatan los pagos y se desentienden de los acuerdos con los mecánicos y chapitas, dejando a la deriva a los damnificados. Hay talleres que ya cuentan con una “lista negra” de firmas con las cuales no operan y directamente no pasan presupuestos.
Desde que la gestión administrativa contable para el pago por siniestros cambió en las compañías aseguradoras, el trámite para quien resulta ser tercero y víctima pasó a ser un suplicio que suma al mal momento de embestido por un vehículo. Anteriormente, el tercero, víctima de un incidente vial, debía tramitar generalmente dos presupuestos por los daños reclamados, los presentaba a la aseguradora de quien había causado el daño y la firma convenía el pago por el arreglo según las cotizaciones presentadas. Pero ahora todo cambió. Junto con la disparada de precios que cotizan a valor dólar, las distorsiones propias que introduce la inflación, ahora se les ha dado a las firmas de seguros que no abonan el cotos por los arreglos a los talleres, si no que directamente depositan un dinero a los damnificados, con una demora de 30, 60 y 90 días, de acuerdo al modus operandi que registró esta Agencia. La cuestión se complejiza cuando las compañías dilatan el pago, no reconocen los montos mínimos de los presupuestos, y transfieren al gestión –y con ellos los problemas que acarrean–, del trabajo que deberían hacerse cargo para tramitar con los prestadores de servicios mecánicos, chapa y pintura.
De este modo resultan que muchos talleres en la ciudad de Paraná ya no se toman el tiempo de presupuestar para ciertas compañías de seguros con las cuales se tiene más de un dolor de cabeza. Ante la consulta, en tres talleres de Paraná admitieron que en el rubro tienen un listado informal de empresas con las que directamente no operan: Escudo, Sancor, Liderar, Rivadavia, están entre las más cuestionadas. Otros chapistas o mecánicos, más benévolos, sólo emiten un presupuesto con un costo base por los mismos, que van desde los 5.000 a 10 mil pesos.
Esta problemática en crecimiento es parte de las consultas diarias en las oficinas de Defensa al Consumidor de Entre Ríos, señalaron en sus oficinas de calle Córdoba, en la capital provincial. El problema resultante es que los damnificados se van con las manos vacías, ya que los terceros no pueden accionar el reclamo. La presentación deben hacerla los clientes de las aseguradoras, quienes en estos casos son los causantes del accidente. Los nombres de las compañías sobre los que se elevan las quejas, son los mismos, admitieron los trabajadores de atención al público de Defensa al Consumidor.
Así las cosas, de acuerdo al relevamiento realizado, muchos casos en los que no hay acuerdo, devienen en mediaciones privadas, en las cuales los abogados especializados el fuero local tienen cada vez mayor trabajo, y en donde los damnificados quedan a expensas de un nuevo y engorroso trámite en el peregrinar para que puedan tener un pago por los daños a su vehículo.