El 20 de setiembre de 2002  murió a los 66 años Eduardo Gudiño Kieffer, poeta, escritor y periodista argentino nacido en Esperanza,   Santa Fe.

"Para mí la literatura es la vida misma del escritor, también es buscarle un sentido a la vida, porque escribir es una vocación y nunca una carrera", dijo alguna vez el autor de "Para comerte mejor". Gudiño Kieffer nació el 2 de noviembre de 1935 en Esperanza, provincia de Santa Fe. Y aunque tenía el diploma de abogado —se recibió en la Universidad del Litoral— se dedicó a escribir desde muy joven.

Traductor de francés, periodista —colaboraba habitualmente en La Nación— y también publicista, fue jurado en innumerables premios, convocado por importantes editoriales. Gudiño Kieffer era un escritor de gran productividad, capaz de trabajar en muy diferentes registros: desde la novela al cuento, desde el guión de cine a la narrativa para chicos.

En 1965 fue becado por el gobierno de Francia y en 1967 por el Fondo Nacional de las Artes. Saltó a la fama en 1968 con "Para comerte mejor", a las que siguieron títulos como "Carta abierta a Buenos Aires violento" (1970) y "Guía de pecadores" (1972), entre más de veinte libros, muchos de ellos bestsellers traducidos ya al inglés, italiano, ruso y rumano.

Separado y padre de tres hijos varones —Florencio, Nicolás y Agustín— en los últimos años Gudiño Kieffer vivía solo en un departamento de la calle Perón y Uriburu. "Siempre hablaba con admiración de la narrativa de Julio Cortázar. A pesar de las complicaciones que le traía su enfermedad, nunca dejó de trabajar. En los últimos tiempos estaba escribiendo una novela sobre un famoso santo, San Antonio", contó anoche su hijo Nicolás.

En las décadas del 60 y 70 Gudiño Kieffer frecuentó el círculo literario de Manuel Mujica Lainez y Eduardo Mallea. También era amigo de Manuel Puig, Beatriz Guido y María Angélica Bosco. Muchos lo conocieron en su faz de gran conversador, irónico y erudito.

Fue también un gran crítico literario, durante años, en las páginas de La Nación. Y a su modo, un personaje típico de ese Buenos Aires que en la década 1960 caminaba por los pasillos de la Galería del Este. En sus mejores libros cultivó un castellano rioplatense muy coloquial, que hicieron de él un escritor "moderno", en el sentido que se daba a la palabra en esos años.

"No le gustaban mucho los deportes, cuando no estaba escribiendo prefería leer, caminar por la ciudad", contó su hijo. En el año 2001 fue nombrado Ciudadano Ilustre de Buenos Aires.

También era un hombre con gran curiosidad: en 1974 se había inspirado en los mitos del Litoral —el duende Pombero y sus andanzas— para escribir una novela corta, "La hora de María y el pájaro de oro", que él mismo adaptó luego al cine para un film dirigido por Rodolfo Kuhn en 1975. Cuando le preguntaban por sus motivaciones para escribir, decía: "Siempre busqué la belleza, que puede encontrarse en la fealdad, en el crimen y hasta en la degradación. Si alguien la encuentra en la moralina, son gustos". Ahí están los cuentos "duros" de "Carta abierta a Buenos Aires violento" para testimoniarlo.