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Hipatía: Sabia, filósofa, mártir

Un ejemplo  trágico de las dificultades que experimentaba una mujer para destacarse como podía hacerlo a veces un varón es la alejandrina Hipatía,  que vivió en el siglo IV. 

Hipatía de Alejandria: Sabia, filósofa y mártir.
Hipatía de Alejandria: Sabia, filósofa y mártir.

Es la primera mujer matemática de la historia de la que hay datos ciertos. Tenía fama de sabia de vida ascética, algo muy impropio para una mujer entonces, y por añadidura, matemática.

En su escuela de Alejandría enseñaba las obras del algebrista Diofanto y del geómetra Apolonio de  Pérgamo, además de la filosofía de Platón y Aristóteles. Era una   erudita neoplatónica elocuente y hermosa: todo a propósito para que los prejuicios se enconaran contra ella.

Fue acusada de conspirar y arrojada por monjes cristianos al paso de una carroza. Tenía 45 años y según Sócrates Escolástico, historiador de los hechos, su muerte debe ser causa de oprobio para el patriarca San Cirilo.

Un grupo de fanáticos se abalanzó sobre la filósofa mientras regresaba en carruaje a su casa, la golpearon y la arrastraron por toda la ciudad. La desnudaron, la golpearon con tejas hasta descuartizarla y pasearon sus restos en triunfo por Alejandría. El crimen no habria sido obra del populacho sino de 500 monjes que servían de “guardia” a Cirilo, que los hizo traer del norte de África, contra el prefecto Orestes, alumno y protector de Hipatía, con quien el patriarca mantenía una disputa.

Las feministas modernas la han hecho una mártir de la ciencia, pero toda visión retrospectiva de la historia que le imponga a la antigüedad valores modernos debe ser puesta entre paréntesis.

Es posible que Hipatía misma no se reconozca en la versión de ella que dan las feministas. Por ejemplo, la presentan como modelo de liberación sexual, pero parece cierto que era casada con un filósofo llamado Isidoro y se mantuvo virgen (y no era cristiana), siguiendo una norma que hoy es por lo menos difícil de comprender.

Pero así lo confirma el historiador Damascio: “además de conseguir el grado más alto de la virtud práctica en el arte de enseñar, era justa y sabia y se mantuvo toda la vida virgen”. Sobre su concepto del amor sexual, una anécdota del mismo Damascio arroja alguna luz conciliable con el ascetismo, pero no tanto con el feminismo: cuando un discípulo le confesó que estaba enamorado de ella, la matemática le arrojó un paño manchado con su sangre menstrual, espetándole: “de esto estás enamorado, y no tiene nada de hermoso”.

Por otra parte, sabemos que sobre la escuela neoplatónica, que siguió floreciendo siglos después de Hipatía, se ejercieron directamente influencias hindúes. No es raro que tales influencias, ejercidas deliberadamente sobre una mujer, hayan hecho de ella alguien que según Sócrates Escolástico superaba en mucho a todos los filósofos de su época, que en aquel occidente del fin del imperio romano estaba intelectualmente muy empobrecido.

Hipatía fue autora de un comentario a la “Aritmética” de Diofanto de Alejandría, obra que fue inspiradora de Pierre de Fermat más de 1000 años después. Redactó un canon astronómico  y un comentario a las secciones cónicas de Apolonio. Confeccionó tablas astronómicas y revisó las de Tolomeo. Siguiendo los estudios de su padre, Hipatía cartografió cuerpos celestes y confeccionó un  planisferio; se interesó por la mecánica, parte de la física referida al movimiento y sus causas.

Inventó un destilador, aparato que sirve para separar dos líquidos de distinto  punto de ebullición, como alcohol y agua, cuando están mezclados; un aparato para  medir el nivel del agua y un densímetro graduado para medir la densidad relativa y gravedad de los líquidos. También perfeccionó el astrolabio, instrumento  para determinar la posición de las estrellas en el cielo.

 

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