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Un febrero con 29 días

El 29 de febrero sucede solo cada cuatro años y por las necesidades del calendario, donde no se puede hacer coincidir perfectamente medidas del tiempo de distinto origen, como la semana, las horas, los años solares y lunares. Es una mera convención dirigida a acomodar el calendario a la órbita de la tierra. El 2020 es bisiesto y en esta nota de AIM te contamos sus particularidades.[{adj:69731 alignright}]


Nacer en año bisiesto

No podemos negar que el 29 de febrero es una fecha inusual, porque sólo aparece en el calendario cada cuatro años, de manera que los nacidos en año bisiesto sólo podrán celebrar su cumpleaños en la fecha real cada cuatro años y el resto deberán pasarla al 28 de febrero o al 1 de marzo, si es que deciden celebrarlo.

Los nacidos en esta fecha deberán tener en cuenta un dato importante a la hora de festejar su cumpleaños. Desde la magia blanca sugieren que las personas que nacieron un 29 de febrero deberán celebrarlo después de las 12 de la noche del día 28 pero los festejos no pueden extenderse más allá de las cinco de la mañana del 1 de marzo.

La probabilidad de nacer un 29 de febrero es de 1 entre 1.461 bebés, según la “Sociedad Honoraria de los Nacidos en Día Bisiesto”, un club online de casi 10.000 integrantes creado para que los bisiestos puedan compartir experiencias y en algunos casos la frustración causada por haber nacido en esta caprichosa fecha.

Un problema a lo que se enfrentaron algunos nacidos el 29 de febrero es la fecha de inscripción en el documento. Durante mucho tiempo los empleados de los registros civiles pedían a los padres que anotaran a sus hijos el 28 de febrero o el 1 de marzo. Sin embargo, ahora quienes nacen el 29, son anotados esa misma fecha.

Mitos y supersticiones en torno al año bisiesto

Las supersticiones en torno a este día que aparece y desaparece son curiosas. Al parecer, se decía antiguamente que sólo el día 29 de febrero de los años bisiestos, las mujeres podían proponer matrimonio a su novio. Si su novio no aceptaba, por tradición éste debía compensar a su novia con un beso y un camisón de seda. Los romanos hasta cerraban los templos en los febreros bisiestos, por si Júpiter montaba en cólera… Y en Grecia, lo de “en martes y 13 ni te cases ni te embarques”, se hace extensible también al 29 de febrero.

En la cultura popular, para muchos esta fecha está unida a la mala suerte. Así, es popular el refrán Año bisiesto y año de pares, año de azares  y Año bisiesto, ni casa, ni viña, ni huerto, ni puerto. Lo cierto es que a lo largo de la historia son muchas las catástrofes, que por casualidad o no, sucedieron en año bisiesto: el hundimiento del Titanic, el inicio de la Guerra Civil española, el conflicto entre Irán e Irak o sonados asesinatos como los de Gandhi (1948), Robert Kennedy y Luther King (1968), Lennon (1980) o Indira Gandhi (1984).

Sin embargo, en algunas latitudes ser bisiesto trae sus beneficios. En Irlanda, por ejemplo, los bebés nacidos en esa fecha vienen con más panes bajo el brazo que cualquier otro, ya que el Estado les paga a sus padres un premio en dinero.

Más allá de los inconvenientes, los que cumplen el 29 de febrero están contentos de haber nacido en esa fecha. Algunos celebrarán que este febrero les regale una ración extra de ñoquis del 29 y otros llegarán al mundo y formarán parte del selecto club de los bisiestos.

Sobre febrero

Febrero es el segundo mes del calendario gregoriano, el más corto ya que tiene 28 días o 29 en caso de año bisiesto. Cabe aclarar que este calendario no fue siempre igual, sino que sufrió cambios.

Febrero es un mes que varía mucho según en qué región del mundo vivas. Para quienes viven en el hemisferio norte, febrero es invierno y para los que vivimos en el sur significa el punto final del verano.

Ahora, la gran pregunta que muchos se hacen es por qué febrero tiene 28 días a lo que hay que recordar que nuestro calendario no fue siempre el mismo desde su creación, sino que ha sufrido numerosas actualizaciones desde que a alguien se le ocurrió la maravillosa idea de registrar el paso del tiempo en forma cíclica.

Los primeros calendarios fueron elaborados por los antiguos egipcios, con el fin de calcular las crecidas del Nilo. Estos calendarios estaban basados en los ciclos solares divididos en tres estaciones con meses de 30 y 10 días.

Mientras tanto, los romanos tenían su propia versión del calendario, pero basado en ciclos de luna llena. Aunque variaban según la región, finalmente se terminaron unificando en un único calendario de 304 días distribuidos en 10 meses, de marzo a diciembre.

El nacimiento de enero y febrero

En aquella época, enero y febrero no existían y los 61 días de invierno quedaban en el olvido por tratarse de una estación de invierno donde no había nada que cosechar. Sin embargo, al no coincidir con los doce ciclos lunares, este calendario de 10 meses comenzó a mostrar desfasajes y otros defectos.

Algunos historiadores sostienen que la llegada del Rey Numa Pompilius trajo consigo un nuevo cambio de calendario. En esta ocasión se respetan los 12 ciclos lunares, dejando al año en 355 días, introduciendo los meses de enero y febrero al final.

El problema es que los romanos creían que los números pares traían mala suerte, por lo que la división de 355 entre 12 meses requería que al menos uno quedara con un par de días menos. Probablemente se le asignó a febrero este rol por tratarse del último mes del año. Lo que indica que efectivamente siempre se trató a febrero como el Plutón del calendario.

Claramente un calendario de 355 días también tenía sus desfasajes, algo que Julio César corrigió alineando el calendario con el sol como hicieran los egipcios. Esto derivó en el modelo actual, con 365 días y un mes con 24 horas menos, aquel que ya venía acortado por creencias supersticiosas.

Pero, ¿por qué no tiene 30 o 31 días como todos los demás? También hay otras hipótesis.

Dicen que fue “culpa” de Octavio Augusto, quien en el año 23 a.C., decidió que el mes de Sextil del calendario juliano, se llamase Augustus (agosto). Lo que se rumorea que sucedió porque su antecesor, Julio César, puso su nombre al mes de Quintil, que pasó a llamarse Július (julio).

Y para no ser menos, las malas lenguas hablan de que Augustus, viendo que el mes de Julio César tenía un día más que el suyo, le añadió un día a agosto el cual sustrajo a febrero.

Pero hasta aquí son sólo rumores. Esta versión no se puede confirmar ya que no hay nada escrito sobre ello. Entonces, ¿por qué febrero es el mes más corto del año?

Nuestro calendario gregoriano tiene una larga historia. Los nombres de los meses vienen del antiguo calendario romano. Según la leyenda, el primer calendario romano fue inventado por Rómulo, el fundador de Roma. Este calendario constaba de diez meses: Martius, Aprilis, Maius, Iunius, Quintilis, Sextilis, September, October, November y December. El año, por lo tanto empezaba el 1 de marzo.

Todos estos meses, que tenían entre 30 y 31 días, sumaban 304 y los 61 días que faltan del año, los correspondientes al invierno, no estaban asignados a ningún mes. Esto tenía su explicación, Roma era una civilización fundamentalmente agrícola, y el propósito del calendario era organizar los trabajos del campo y en invierno, en el campo, había poco que hacer.

Hacia el 713 a.C., el rey Numa Pompilio reorganizó el calendario añadiendo primero Ianuarius y después Februarius. Aún así, este calendario no se correspondía con el solar que tenía 365 días, por lo que de vez en cuando había que añadir días adicionales para sincronizarlo con las estaciones.

Ante el desfase que se fue acumulando en estos años, fue en el 45 a.C. cuando Julio César aconsejado por Sosígenes de Alejandría ajustó el calendario a 365 días repartiendo los 11 días que sobraban entre los meses, que pasaron de tener 29 y 30 días, a los 30 y 31. Febrero al ser el último que se incluyó se quedó fuera del reparto. Para reajustar el calendario con las estaciones, el 46 a.C. tuvo que durar 445 días.

En honor de la reforma, el mes Quintilis que ahora se quedaba el séptimo, paso a denominarse mes Iulius (julio) ya que era el mes del cumpleaños de Julio César. Fue Julio Cesar el que acabó con toda esta confusión.

Aún así quedaba un fallo. Los años bisiestos se sucedían cada tres años en vez de cada cuatro, con lo que el calendario quedó de nuevo descompensado. Augusto arregló el desaguisado 36 años más tarde, estableciendo la frecuencia correcta de los años bisiestos, cada 4 años, y eliminando algunos días del año 9 a.C. para resincronizar el calendario. Por esta nueva reforma, se cambió el nombre del mes Sextilis por el de Augustus (agosto). Aunque esto arreglo el calendario, las malas lenguas dicen que Augusto lo hizo porque tenía envidia de Julio César.

De esta manera el calendario gregoriano no ha conseguido regularse completamente ya que acumula un día de desfase cada 3.300 años.

2020 29 de febrero año bisiesto

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