La crisis climática y tóxica tienen un punto en común y de intervención directa en el ser humano. Es decir que, el propio ser humano ha modificado y deteriorado el medio ambiente, generalmente con fines de lucro para unos pocos. Por el profesor de Educación Física, Matías González. Especial para AIM.
Si a la crisis ambiental que provocan los cambios bruscos en los climas (largas sequías, repentinas inundaciones, deshielo en glaciares), se le suma la tala indiscriminada, la excesiva edificación, la quema intencional de miles y miles de hectáreas, lógicamente va a tener un impacto negativo y directo en las personas. Más aún, en algo tan cercano como lo es la actividad física.
Como un claro ejemplo, se puede destacar los incendios que se generaron en las islas frente a la Costanera, lugar en donde miles de paranaenses disfrutan de la actividad física en los espacios verdes de la ciudad. Este episodio resulta nocivo para el sistema respiratorio, entre otros efectos adversos que se pueden mencionar.
Es decir, aquí es donde ingresa el problema de la crisis tóxica. El aire se encuentra contaminado por monóxido de carbono, que puede generar mareo, desorientación, tos, dificultad para respirar, mocos y saliva negra, falta de fuerza muscular, agotamiento, náuseas y/o vómitos.
Otra dificultad a la que se expone quien hace deporte en espacios verdes es la fumigación. Con el fin de combatir a los mosquitos, recorren la ciudad camiones o avionetas roseando insecticidas sumamente tóxicos para el hombre.
Lo que se aconseja, es que, una vez presenciada una de estas acciones, que impacta negativamente en la salud, es necesario dejar inmediatamente de realizar actividad física en la zona afectada para no contaminar el sistema respiratorio y continuar en otro lugar abierto o en el hogar.
Si la inhalación de monóxido de carbono es inevitable por el rocío de insecticidas, se debe evitar tocar zonas como los ojos, la boca, la nariz y no que dudar en consultar con un profesional de la salud.
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