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“Si ponemos al niño realmente en el centro, como pedía María Montessori, todo cambia para siempre”

La periodista italiana Cristina de Stefano ha dedicado cinco años a investigar la vida de esta mujer y su efecto en la pedagogía y educación actual.
La periodista italiana Cristina de Stefano ha dedicado cinco años a investigar la vida de una de las mujeres más revolucionarias de la historia: Maria Montessori. Para ello ha buceado entre cientos de libros y cartas de la doctora, pedagoga y filósofa italiana. “Quería descubrir si Maria Montessori era una loca, como dicen algunos, o una astuta mujer de negocios, como afirman otros, una gran alma, como repiten sus seguidores, o mucho más que todo eso”, explica en la nota final del libro. El resultado es El niño es el maestro: vida de Maria Montessori (Lumen), una biografía que se devora como una novela en la que De Stefano cuenta con un increíble pulso narrativo la historia de vida de una iluminada, casi una mesías, una visionaria dueña de un carácter profundamente contradictorio y lleno de claroscuros, de zonas de sombra; la historia de vida de una mujer que soñó durante toda su existencia con cambiar al hombre a partir del niño y, con ello, con cambiar el mundo. “No tuvo éxito en su sueño y su revolución está inconclusa, pero todavía puede inspirarnos hoy en día”, asegura De Stefano.
Pregunta. Afirma que con esta investigación quería descubrir “a la persona real, más allá de la marca global que todavía lleva su nombre”. Ese precisamente, cuenta en el libro, era uno de los miedos de la Montessori anciana, pasar a la historia por haber creado un método pedagógico y un material didáctico, pero no por lo que ella consideraba su verdadera revolución: “haber visto al niño en su verdad, no una criatura inferior, sino potencialidad absoluta de futuro”. ¿Cree que hoy en día prima más el recuerdo de Montessori por su método que por su revolucionaria visión de la infancia?
Respuesta. Hoy decimos Montessori y vemos el material, en su mayoría colegios privados y un método que parece ser privilegiado. Me temo que hay demasiado marketing, e incluso demasiados negocios en torno al nombre Montessori, que ahora está por todas partes. El riesgo y lo más fácil es detenerse en el material. Escuchar su mensaje revolucionario es más complicado (y muchas veces incómodo para los adultos, ya sean padres o profesores), pero también más emocionante. Si ponemos al niño realmente en el centro, y no solo a través de las palabras, todo cambia para siempre.
P. El niño es el maestro: Vida de Maria Montessori es el retrato de un genio. Con sus luces y con sus sombras. ¿Qué es lo que más le ha sorprendido de lo que ha averiguado preparando la biografía de Maria Montessori?
R. No sospeché de su lado espiritual, que me conmovió profundamente. Maria Montessori cree en la observación científica, pero también cree en el milagro, en lo invisible, en el poder de la belleza. Este punto, por ejemplo, me hace sentirme cerca de ella. Hoy quien nos invita a crear belleza para ayudar al alma a desarrollarse es como un profeta que clama en el desierto. La modernidad casi siempre parece buscar lo feo por defecto. En sus escritos, Maria Montessori siempre usaba la palabra alma, sin miedo; un concepto que hoy se ha convertido casi en una palabra maldita. Y, en cambio, no hay criatura más naturalmente espiritual que el niño, que por instinto sabe escuchar su voz interior, sabe maravillarse en cada momento, sabe vivir perfectamente el presente. Obviamente estoy hablando del niño en sus inicios, antes de que la sociedad de adultos -partiendo de esa pequeña sociedad que es la familia- lo deforme.
P. A mí una de las cosas que más me ha impresionado es su faceta visionaria. Solo mediante la observación de los niños dejó por escrito muchos principios educativos que luego han sido avalados por la neurociencia. ¿Cree que ser tan adelantada a su tiempo le hizo ser y sentirse una incomprendida?
R. Estar por delante de los tiempos que te toca vivir siempre es una fuente de problemas. En su día, muchos consideraban a Maria Montessori como una loca. Sin embargo, casi todo lo que decía (sobre un parto respetado, sobre la vida prenatal, sobre el funcionamiento del cerebro infantil, sobre la polarización de la atención) ha sido confirmado muchos años después por la ciencia.
P. El tiempo histórico en el que le tocó vivir, precisamente, le hizo sufrir mucho a nivel personal. Una mujer como ella no encajaba en una sociedad en la que las mujeres tenían marcado su camino desde el nacimiento, así que ella tuvo que pagar su revolución con sufrimientos y renuncias personales. ¿Sería Maria Montessori más grande y reconocida en una sociedad como la actual?
R. Maria Montessori se impuso en un período muy difícil para la emancipación de la mujer. También en esto era muy moderna. Quería dejar una huella en el mundo, ser una persona que trabajaba. Incluso abandonó a su hijo durante muchos años para realizarse como médico. En todo caso no creo que el sufrimiento ayude. Pienso que, si hubiera vivido hoy, María Montessori habría hecho cosas aún más extraordinarias.
P. A mí otra de las cosas que más me ha sorprendido es algo que ya ha comentado: ver cómo un método que nació en un barrio humilde y para niños de familias pobres es hoy un sistema de enseñanza al que solo pueden acceder familias de un nivel socioeconómico alto. Es una gran paradoja.
R. Es una triste paradoja. Como cuento en el libro, esto es el resultado de cómo fue su vida. Las autoridades públicas de Roma no pueden o no quieren colaborar con ella y pronto son las élites, especialmente las anglosajonas, las que se interesan y financian su investigación porque las élites saben muy bien que la formación es fundamental para crear una clase dominante. Pero esta tendencia aún puede revertirse. Cada vez hay más escuelas públicas que adoptan el sistema Montessori. Aquellos que argumentan que los costos son altos a menudo ocultan su falta de voluntad para cambiar radicalmente la escuela. El material es caro, es cierto, pero es indestructible y dura décadas. Y luego están las aplicaciones Montessori en hogares para ancianos, en campos de refugiados, en países del tercer mundo. Nunca es demasiado tarde para volver a la inspiración del compromiso social que tuvo el método en sus inicios.
P. Leyendo el libro me ha parecido encontrar el momento en el que se produce ese tránsito entre método para niños de familias pobres y método educativo para niños de familias ricas: la apertura de la primera escuela Montessori en Estados Unidos. No sé si hay alguna información de qué le pareció a Maria Montessori esta evolución de su método pedagógico.
R. Sí, la primera escuela Montessori estadounidense fue creada para los hijos de los ricos, todos ellos banqueros y financieros. No encontré los comentarios de Maria Montessori sobre esta primera iniciativa, pero estamos hablando de una época en la que las cosas explotaron a su alrededor y ella en realidad no controlaba casi nada. En los mismos años, por poner otro ejemplo, los socialistas de Vienne crearon escuelas Montessori para niños que se morían de hambre después de la Primera Guerra Mundial. Todo esto sucedió en mitad de una absoluta falta de coordinación y planificación. Maria Montessori era una visionaria, pero ciertamente no una mujer práctica.
P. Le hacía la pregunta anterior porque si algo queda claro tras la lectura de tu biografía es que Maria, aunque no práctica, sí era muy protectora de su método. Lo quería controlar todo ella, hasta el punto de que le molestaban los libros que otras madres y profesoras publicaban explicando cómo aplicar el método Montessori en el colegio y en casa. Hoy hay cientos de libros y blogs dedicados al método, influencers que viven de divulgar sus principios en blogs y redes sociales… ¿Qué cree que pasaría por la cabeza de Maria Montessori si pudiese revivir y ver la expansión sin control de su metodología?
R. En la década de 1960, su hijo Mario intentó frenar esta proliferación incontrolada prohibiendo el uso del nombre Montessori, pero los jueces estadounidenses decretaron que ahora era patrimonio de la humanidad. A partir de ese momento cualquiera puede poner el nombre Montessori en una escuela o una caja de actividades, sobre todo porque es un nombre que vende. No creo que Maria Montessori fuese feliz viendo esto, pero al final este es el dilema de todo fundador: ¿difundir el mensaje diluyendo o preservando la pureza de los orígenes? Personalmente pienso que la difusión es más importante. Que la idea Montessori se filtre en el mundo, en las familias y en las escuelas solo puede mejorar las cosas.
P. Maria Montessori pensó durante toda su vida que “la educación es una técnica del amor” y que a través de ese amor se podía cambiar el mundo, empezando ese cambio por los niños. En un mundo como el actual, azotado por guerras, crisis de refugiados, pandemias globales y crisis climáticas, ¿adquiere más importancia si cabe esa visión de la educación de Maria Montessori?
R. El mundo de hoy es mucho menos violento que el del pasado. Eso es lo que dicen todas las estadísticas. Es la información sobre violencia la que ha aumentado. De ahí la sensación que tenemos de vivir tiempos peores a medida que avanza la humanidad. Dicho esto, creo profundamente en el sueño de Maria Montessori. Creo que, si a los niños se les permite desarrollarse armoniosamente, especialmente en los primeros años, serán adultos más equilibrados, más capaces de autocontrol, comunicación no violenta y capacidad de atención. No es casualidad que María Montessori dijera que no debemos educar "para" la paz, sino educar "en" la paz. Es diferente. Es mejor. Sin embargo, son los adultos los que tienen que cambiar, y esto ya es más difícil.
Por Adrián Cordellat para El País (España).

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