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¿Por qué repetimos patrones?

No repetimos patrones porque sí. No existe el libre albedrío psíquico. Ninguna elección sucede porque sí. Hay razones, muchas veces desconocidas para nuestra consciencia, de por qué repetimos lo que repetimos, por qué hacemos lo que hacemos. Y en general, esas elecciones responden a patrones, modelos, mandatos de fondo, que manejan los hilos de nuestras vidas.

Lo que no se sana, se repite.

Y no repetimos experiencias para sufrirlas, las repetimos para trascenderlas. Para aprender de ellas. De eso se trata la maravilla del mirar hacia adentro de la psicología en general.

¿Qué tipos de patrones repetitivos existen?

Podemos ver estos patrones en nuestras elecciones de pareja -cuando nos sentimos atraídas por un mismo tipo de persona que siempre tiene las mismas conductas.

Pero también podemos ver patrones repetitivos en situaciones económicas y/o laborales: Puede que nunca consigamos trabajos en los que somos valorados o que siempre tengamos jefes agresivos.

También hay patrones repetitivos relacionados a hábitos. Por ejemplo, el consumo excesivo de redes sociales que sólo nos generan ansiedad.

Y cómo olvidarnos de los tan molestos patrones repetitivos de pensamientos. Siempre estamos creyendo que nos va a pasar lo peor, imaginando escenarios catastróficos, o creyendo que alguien nos va a engañar, que nos vamos a enfermar. También sucede a la inversa: nos repetimos a nosotros mismos que no existen problemas, que todo siempre está bien, que no pasa nada, que hay que relajarse y permitir que todo pase.

¿Por qué repetimos patrones?

Primera explicación, aquella meramente biológica: Nuestro cerebro intenta ahorrar energía, y dado que hacer algo diferente consume energía mental, prefiere ahorrarse la energía y repetir. Le resulta más fácil, ya sabe cómo hacerlo. Es un mecanismo 100 por ciento evolutivo.

Segunda explicación: creencias y mandatos profundos. Repetimos porque incorporamos un sistema de creencias y de modos de hacer las cosas que están por debajo de nuestra consciencia, que no hicimos conscientes, y que guían nuestras acciones. Que guían las escenas que formamos en nuestra vida.

Tercera explicación: Con ella, entramos a la psicología profunda. Repetimos aquello que no pudimos digerir psíquicamente hablando. Repetimos aquello que quedó sin simbolizar, que no encontró palabras. Entonces queda dando vueltas repitiéndose una y otra vez, hasta que lo miremos, lo analicemos, lo entendamos y lo sanemos.

¿Cómo se forman estas creencias que después repetimos como un loop infinito?

Siempre que queramos saber de dónde viene algo, debemos ir al origen. Y generalmente el origen está en nuestra infancia. Esto no es algo sólo de los psicoanalistas. Desde cualquier corriente teórica, si queremos averiguar por qué se generó determinado patrón, debemos dirigirnos al origen, para desactivarlo desde allí. Como en cualquier ciencia.

Entonces, vamos a meternos bien profundo a entender la segunda y tercera explicación de por qué repetimos. Es decir, las creencias y mandatos profundos; y la repetición de aquello no digerido.

Repetimos nuestras creencias

Cuando somos pequeños/as, tendemos a funcionar como si fuéramos una grabadora del clima familiar. Somos esponjas. Vamos interiorizando ideas de las personas que más valoramos en este mundo: nuestros papás o mamás.

Es ahí cuando muchos de los patrones de papá y/o mamá pasan a ser nuestros: los interiorizamos, y los repetimos, muchas veces sin siquiera darnos cuenta. ¿Te pasó alguna vez que alguien te dijo “¡wow! estás haciendo lo mismo que tu mamá; ¿y te diste cuenta de que sí, efectivamente estabas haciendo lo mismo?

De niños, no importa si estos patrones que imitamos son funcionales o disfuncionales. Si los copiamos, sobrevivimos en esa familia. Es lo que se debe hacer. Y recién cuando crecemos, podemos cuestionar estos modos de hacer las cosas, estos modos de pensar. Animarnos a revisar y limpiar factores familiares es importantísimo para el desarrollo de nuestra vida adulta.

Estos “modelos” adquiridos en la infancia, los llevaremos a nuestras relaciones adultas, ya que es lo que hemos aprendido para sobrevivir.

Repetimos patrones de lo que no elaboramos

Esta es la ley fundamental de lo traumático: ¿Por qué el trauma se queda e insiste? ¿Por qué le seguís teniendo miedo a los perros hace tantos años? ¿Por qué le tenés miedo a la oscuridad? ¿Al sonido de una moto acercándose?

Lo traumático insiste, se repite, porque hay algo que no fue solucionado. Entonces, sigue apareciendo hasta que lo resuelvas. Y si no lo resolvés, seguirá apareciendo, de manera cada vez más intensa, para que lo mires y por fin, lo soluciones. Lo sanes.

¿Cómo dejamos de repetir patrones?

Mucho de lo que hacemos hoy, son repeticiones del pasado que nos arrastran a donde ellas quieren ir. Lo que vivimos ayer decide cómo viviremos hoy y mañana. La vida futura le pertenece a las experiencias pasadas.

Pensar, recordar y analizar cuál es el sentido de lo que repetimos, es decir, por qué repetimos, es lo único que nos permite desprendernos de la repetición, escapar de ella, y dejar de actuar hacia afuera aquello que nos daña.

Por ende, encontrarle el sentido a aquello que repetimos, es el camino para liberarnos de la repetición. Sólo podemos liberarnos de ella cuando somos capaces de capturar el sentido de eso que repetimos y comprenderlo. Si no, estas experiencias no-recordadas nos van a mantener atrapadas y nos harán experimentarlas en carne propia, con todo el sufrimiento que eso implica.

Fuente: Equipo PsiMammoliti

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