Esta noche, con la salida de la primera estrella, comenzará Pesaj, la festividad más antigua del calendario litúrgico judío, que conmemora la salida de este pueblo de Egipto. “Fuimos esclavos y luchamos para conseguir la libertad, que siempre debe defenderse y celebrarse", afirmó a AIM Adriana, integrante de la comunidad judía de Paraná. La festividad dura ocho días.
En Pesaj se celebran dos hechos: la liberación de la esclavitud de Egipto, con el consiguiente nacimiento de la historia nacional del pueblo judío, y la cosecha de la cebada, símbolo de la relación existente entre la tierra e Israel. Aunque en Israel la celebración durará siete días, en la diáspora será de ocho, explicó Marta.
La fecha marca además el inicio de la primavera en Medio Oriente y por lo tanto, es entendida además cómo un momento apropiado para el cambio o la revitalización. Es a la vez la celebración más complicada ya que rigen muchas reglas dietéticas.
Por ejemplo, durante los ocho días que dura la celebración no se pueden comer harinas leudantes ni derivados del trigo, avena o centeno. Además, “la cocción de algunos alimentos en particular debe realizarse en vajillas que no hayan tenido contacto con estos cereales”.
En diálogo con esta Agencia, Adriana destacó que la preparación familiar comienza 15 días antes, oportunidad en que se realiza una limpieza minuciosa de la casa para eliminar todo lo que esté relacionado con los alimentos prohibidos en estos días. “Se hace una limpieza minuciosa, un cambio de vajilla, y por eso desde hoya se utiliza la vajilla correspondiente para Pesaj”. Pero para ella, no es un rito de purificación, sino de limpieza.
La historia
La historia se remonta más de 3,000 años. La Biblia llama a la festividad con dos nombres, uno es Pesaj (Pascua) en recuerdo al sacrificio pascual, ya que según cuenta el relato, Dios salteó las casas hebreas castigando únicamente a los primogénitos egipcios. El otro, Jag HaMatzot, fiesta de los panes ázimos que recuerda cómo los judíos que huían de la barbarie del Faraón de Egipto debieron salir antes que el pan leude. Es por ello que una de las consignas es no comer pan, y en su lugar las finas matzá hechas sin levadura.
Tanto en la sinagoga como en los hogares la celebración cobra una significación especial, y el ánimo reflexivo se combina con alegría en un clima familiar.
La costumbre es reunirse en torno a una mesa con algunos elementos comestibles de diversas simbologías, entonar canciones, realizar lecturas y transmitir así de generación en generación la experiencia del éxodo. Con mayor o menor rigurosidad religiosa esta es una tradición que se mantiene y se respeta.
El seder
Más allá de esta tradición, el Pésaj es una de las celebraciones más coloridas de la cultura hebrea, en la cual el hogar judío es un protagonista fundamental. La ceremonia central, repleta de profundos simbolismos, es hogareña y consiste en una cena festiva familiar que tiene un orden establecido (Seder).
La cena recibe el nombre de "seder", que significa orden. “Indica que ordenadamente nos relatarán como fue la salida del pueblo judío desde Egipto y por supuesto, el mismo texto tiene una integración bastante actual sobre cuál es el rol de la familia o de los padres”, explicó la mujer.
Además del relato de la epopeya, se beben cuatro copas de vino, los más pequeños formulan cuatro preguntas acerca del significado de la festividad, se bendice la presencia eterna de Jerusalén y se reza por la paz. “Lo importante en el relato es que hablan los protagonistas: hablan los padres pero los chicos también preguntan para conocer”, agregó la mujer.
El brindis da comienzo a un las comidas típicas elaboradas por “manos expertas” y transcurrir muchas horas en un reencuentro guiado por comentarios al estilo de “mi bobe (abuela en idish) lo hacía mejor”.
Las velas marcan el inicio de la fiesta. En la mesa no puede faltar la bandeja en donde se colocan distintos elementos, como una pata de cordero o un hueso asado para recordar el sacrificio pascual; un huevo duro que simboliza la vida y el destino; una manzana rallada con canela con la que se recuerda el color de la arcilla, utilizada para construir pirámides y ciudades egipcias.; verduras verdes, algunas de ellas amargas. Los demás elementos son: maror, karpas y jazeret, hierbas que recuerdan la amargura y sufrimiento de los antepasados.
Lo mismo que el matzá, pan ázimo, sin levadura, un símbolo central. Con cada alimento se intenta hacer lo mismo que vivieron los antepasados.
Reflexión
Para Adriana, “el trabajo como comunidad en Pesaj es integrar a los jóvenes para que el día de mañana tomen la posta. Esto tiene que ver con la pertenencia y la continuidad; el seder de Pésaj es justamente la clase más magistral de lo que constantemente hacemos en nuestro trabajo, que es generar la inquietud de niños y adolescentes. Relatarles nuestra historia, nuestras costumbres, es hacer propia cada una de las experiencias como pueblo y transmitirlos para generar la inquietud, el cuestionamiento y la duda. Así, en el ida y vuelta, hacer propia una experiencia de miles de años”.
La mujer explicó a AIM que esta celebración sirve para que, “en lugar de vernos como individuos, se piense más socialmente, con una mirada más abierta, para ver el sufrimiento, el dolor, la carencia de otro semejante, justamente porque fuimos esclavos y entendemos este dolor. En esta celebración volvemos a serlo: en este juego es retomar la sensibilidad que debemos tener por el dolor y el sufrimiento que en definitiva nos causamos entre todos como sociedad. En definitiva, la solidaridad es el valor fundamental de esta celebración”.
De la Redacción de AIM.
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