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Caleidoscopio
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Arrobados por la arroba

Los defensores del lenguaje que ellos llaman inclusivo, a veces entusiastas capaces de contagiar entusiasmo, no suelen exponer razones lingüísticas quizá porque es una cuestión derivada en política, es decir, en ocasión de riña. El entusiasmo, en los orígenes de la palabra en la Grecia antigua, era "en theos", posesión por los dioses, con el detalle de que los dioses nublaban el entendimiento de los que querían perder.

Mediante el desdoblamiento, la arroba, la "e", la "x", hay voluntad visible y audible de cambio, recomendada por el poder y a veces impuesta por él.

El cambio es concebido sin más como positivo; pero aunque voluntad y razón pueden ser complementarios, también pueden ser contrarios. Los promotores se quejan de que haya voluntades que resistan al cambio que por querido les parece obvio, y lamentan una incomprensión que ven incomprensible.

El deseo de cambio lingüístico se apoya en reivindicaciones extralingüísticas y se impulsa mediante sentimientos y pasiones; pero los sentimientos, las pasiones, las emociones, muy valorados por aquellos en que nacen, claros para ellos, mucho más movilizadores que las razones, para los demás son turbios, variables, cambiantes como no son las conclusiones racionales.

Conocerlos por los frutos
En medio de cambios sociales tremendos, por ejemplo los producidos por la revolución francesa, el intento de cambiar el lenguaje desde el poder estuvo presente y tuvo algunos logros más bien escasos.

Había en Francia antes de la revolución varios idiomas: el occitano, el vasco, el francés, el catalán, el alemán alsaciano, el bretón, el corso, que a pesar de todo se hablan todavía.

El Estado dio contra tal diversidad una contundente orden unitaria, "de arriba", que en momentos de euforia revolucionaria Bertrand Barére de Vieuzac, por otro nombre "Anacreonte de la guillotina", expresó así: "En el país de un pueblo libre, la lengua debe ser una y la misma para todos. ¡Cuántos gastos hemos tenido que hacer para traducir las leyes de las dos primeras asambleas nacionales en las diferentes lenguas de Francia! Como si nos correspondiera a nosotros conservar estas hablas bárbaras y estos idiomas groseros que sólo pueden resultar provechosos a los fanáticos y los contrarrevolucionarios!"

Resurge, más bien se mantiene en el legislador, la discriminación entre idioma y jerga a su parecer "grosera", entre habla oficial, culta, valiosa, prestigiosa, y marginal, dialectal, inculta, popular, disvaliosa. La discriminación viene de los griegos que consideraban "bárbaros" a los demás pueblos porque en vez de hablar en griego pronunciaban ruidos incomprensibles como "bar, bar".

Y agrega Vieuzac una concepción de la libertad que la iguala con la imposición: "un pueblo, una lengua". Luego se repitió "Ein Volk, ein Führer", pero ya no desde la democracia. Cuando el poder no se interesa en la cuestión se puede hablar el idioma heredado sin reproche, sin progresismo a medida.

Una construcción milenaria
La gramática contiene las leyes sedimentadas de milenios de evolución orgánica de las lenguas, inconsciente para los hablantes, que asisten al cambio sin verlo. En general registra apenas cambios sociales que pueden ser muy grandes, pero que marchan por vías diferentes de los lingüísticos. Hoy, el auge feminista ha llegado hasta a eliminar la idea misma de mujer a favor de una maleabilidad indefinida de la arcilla humana, que se supone carente de esencia. Las reparaciones de la discriminación contra las mujeres no son consecuencia de una sedimentación secular que les dé fijeza en el habla cotidiana, sino de una urgencia ideológica que las lenguas no acompañan.

Por la lengua tiene el hombre la capacidad de razonar, de imaginar, de hacer hipótesis, de formular ciencia, de crear mundos literarios y no solo de comunicar el presente, como ciertos animales que avisan del peligro cuando lo perciben, no lo anticipan en la imaginación.

La lengua es inclusiva por naturaleza, todos podemos usarla; es libre en cuanto permite la creatividad, decir algo nunca dicho antes con pocos elementos, pero la comprensibilidad mutua necesita de reglas universales, que todos acepten y que justamente constituyen la gramática.


El adoctrinamiento comienza por una letra
Los intentos de adoctrinamiento ideológico comienzan aprobando ciertos tipos de lenguaje, reprobando otros y recomendando qué leer o qué escribir. Como dice un antiguo proverbio chino "un viaje de 1000 leguas comienza con un paso", o entre nosotros "comienzo quieren las cosas". Como sea, las recomendaciones o prohibiciones desde el poder han dado casi siempre resultados nulos, la lengua los ha ignorado.

Es poner el carro delante del caballo tratar de forzar un cambio social a partir de un cambio lingüístico, el cambio social es anterior al cambio lingüístico, y no siempre se refleja en la lengua.

En castellano el género marcado es el masculino; "todos los hombres son mortales" incluye a las mujeres sin necesidad de duplicar: "todos los hombres y todas las mujeres con mortales" o "todos y todas son mortales". El desdoblamiento no sólo es inútil sino que se vuelve tedioso y antieconómico, obliga a alargar la expresión sin beneficio y difícilmente se imponga en el habla cotidiana.

En "sean todos bienvenidos" no quedan afuera las mujeres, ellas nunca lo sintieron así salvo ahora que están acostumbrando el oído a los discursos políticos en que seres nulos expresan nulidades por los medios masivos de prensa. Pero en "sean todas bienvenidas", quedan afuera los varones; porque el femenino plural no los incluye. Desde hace dos milenios las mujeres tienen a mano, o en la boca, la manera de invisibilizar a los varones.

¿Incluye la política?
El lenguaje inclusivo está muy promocionado, es de uso obligado en los discursos políticos, que invariablemente comienzan con saludos a "todas y todos" que suele irse diluyendo en el trascurso del mensaje, porque en realidad las nuevas formas no están firmes en la cabeza del político, que suele no tener firmes tampoco las antiguas. En boca de los políticos y los que suelen seguir su ejemplo, algunos periodistas, la gente influenciable víctima de la propaganda, los que necesitan siempre novedades para sentirse vivos, esta moda puede ser un peligro, una cortina de humo que deja tranquilo al poder donde se genera y hace ver a los poderosos como incluyentes mientras la desigualdad aumenta.

El lenguaje inclusivo obliga a posicionarse, a estar a la moda, que es una tirana feroz que parece benévola. Su misión es hacer olvidar de los verdaderos problemas: cambiar las soluciones reales por soluciones ficticias, atender a la "e" o a la arroba más que a la salud, deserción escolar, la violencia de género o la pérdida acelerada de salarios

La parábola de un actor
El historiador Juan José Rossi, bonaerense radicado en Chajarí, recuerda un texto de su amigo fallecido, el psiquiatra y actor argentino Eduardo Pavlovsky: "Era un país curioso, la mayoría de la gente inteligente dependía de un grupo de idiotas, era asombroso observar cómo este grupo de idiotas supervisaba la suerte de los talentosos. Lo increíble es que el sector de los inteligentes, para contentar a los idiotas, comenzaron a empobrecer sus ideas y comprendieron que la única manera de progresar en esa comarca era tratar de contentar a los idiotas transformándose poco a poco en idiotas. La idiotización de la comarca llegó lenta e inexorablemente. Lo curioso es que este proceso no fue percibido por los talentosos. Las ideas cada vez más idiotas de los talentosos producían una enorme aceptación de parte de los idiotas, que premiaban a los talentosos idiotizados con cargos cada vez más prestigiosos."

Es una parábola de la actualidad, de la que todos tienen recetas para salir pero nadie sale. No se trata solo de la aceptación de las idioteces que repiten con provecho y sin tregua los políticos y sus secuaces, los que van en coche y los que quieren trepar, sino del calco de lo que hacen y dicen los demás con la intención de evitar el peligro máximo: quedar excluidos del rebaño.
De la Redacción de AIM.

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