Para custodiar y sustentar a la escuela secundaria de gestión social Pablo de Tarso surgió, en 2013, la Fundación Presencia Presente que impulsa proyectos educativos en contexto de vulnerabilidad social. “La escuela es una experiencia teológica, educativa, comunitaria y política, resultado de una visión fundante que marcó un camino concreto y acuñó el proyecto de trabajar por la educación y la cultura en el barrio Anacleto Medina”, dijo a AIM Florencia Balestrino, integrante de ambas instituciones.
En la escuela Pablo de Tarso, “se prioriza al estudiante y la singularidad de su historia en los vínculos pedagógicos e intergeneracionales, desde el posicionamiento de que somos responsables del derecho a la educación. Garantizamos el ingreso irrestricto y acompañamos a las trayectorias escolares y educativas de cada estudiante, promoviendo procesos de inclusión en nuestras prácticas. Educamos desde y para la libertad, construyendo una pedagogía de la presencia y la co-implicancia”, destacó Balestino a esta Agencia.
“Intervenir en situaciones complejas desde lo afectivo y lo humano es uno de nuestros principales desafíos, dadas las características del contexto sociourbano, histórico, político, cultural y económico en el que actuamos. Desde la lectura que realizamos de este contexto, existen situaciones de gran complejidad en cuestiones relativas a los vínculos intrafamiliares, la salud, el trabajo, educación, seguridad. Esto caracteriza a un escenario en el que la vulneración de derechos humanos fundamentales cobra protagonismo impactando mayormente en los adolescentes y jóvenes que encuentran en la escuela un espacio para la construcción de nuevos destinos”, señalaron desde la Fundación Presencia Presente.
“En Pablo de Tarso no sólo los estudiantes crecen en conocimiento y experiencia, sino también los profesionales. Este proyecto implicó ir construyendo un camino de autoformación y autoevaluación institucional continua que apunta a fortalecer la construcción de una comunidad de educadores comprometidos desde dimensiones éticas, políticas y religiosas con la educación en este contexto”, señaló Florencia Balestrino y agregó que “desde de estos procesos, surge la idea de resignificar el proyecto curricular a partir una cosmovisión del mundo y con un profundo compromiso para garantizar el ejercicio de los derechos de las personas más vulneradas, especialmente el referido a la educación. Pero garantizar este derecho, no sólo desde el punto de vista del acceso, sino a partir de un compromiso con la escucha, con la construcción de sentidos, con una profunda comprensión del modo en que los contextos de exclusión condicionan la forma de aprender. A pesar de las adversidades, de las coyunturas complejas, y de los enormes desafíos que día a día enfrentamos los que hacemos de la gestión social un modo de pensar la educación”.
Pablo de Tarso es una escuela contextualizada que organiza su enseñanza resignificando los saberes en el contexto cultural de los estudiantes. Por eso anualmente se diseñan ejes temáticos transversales a partir de las visitas que los docentes realizan cada año a los lugares donde vive cada estudiante. La realidad se comprende en su complejidad y por ello los contenidos no se abordan en forma fragmentada, sino en forma integrada e interdisciplinaria a través de proyectos que organizan los contenidos, promoviendo una mejor comprensión y construcción de sentidos.
“Un aspecto central en la construcción de esta síntesis que se juega entre los contenidos y lo vincular, son las salidas educativas, porque se realizan a partir de un disparador y que promueven el interés, la participación activa y el entusiasmo; siempre implican una apertura cultural, una oportunidad de aprendizaje ampliado y de nuevos sentidos que se expanden más allá de las paredes de la escuela”, concluyó Balestrino.
Dejá tu comentario sobre esta nota